Jueves, 12 de julio de 2007 | Hoy
TEATRO › ENTREVISTA A RENZO SICCO
El director y dramaturgo italiano presentará hoy en el teatro La Máscara Más de mil jueves, una obra que relata la historia de las Madres de Plaza de Mayo.
Por Oscar Ranzani
El director y dramaturgo italiano Renzo Sicco se encuentra en Buenos Aires, invitado para participar de las actividades programadas por Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora en ocasión del trigésimo aniversario de la Primera Ronda de las Madres. Sicco es, además, el director de Assemblea Teatro, un grupo que está cumpliendo cuarenta años de vida y cuya identidad este intelectual define a partir de su nombre: “Somos un grupo de teatro, pero asamblea es un nombre que refiere a las asambleas de los obreros, de los estudiantes. Son elementos sociales que siempre han estado muy presentes en nuestros trabajos”, confiesa en la entrevista con Página/12. Hoy, a las 18.30, presentará la obra Más de mil jueves (por primera vez en idioma castellano), en el Teatro La Máscara (Piedras 736), en el marco de una jornada que, seguramente, será involvidable hasta el cierre, que estará a cargo del prestigioso pianista Miguel Angel Estrella.
Sicco cuenta que Más de mil jueves –que relata la historia de las Madres– está basada en el libro Le Irregolari, del escritor italiano Massimo Carlotto, sobrino de Estela Carlotto, y está interpretada por la actriz ítalo-uruguaya Annapaola Bardeloni. “La obra teatral es una reducción del libro y se llama Más de mil jueves porque una madre en una entrevista le dijo a Massimo: ‘Son más de mil jueves que nosotras marchamos’. Nos gustó esto de Más de mil jueves porque es una idea del tiempo, de cuán larga es la lucha de las Madres y cuán larga es la historia de la búsqueda de justicia y de la verdad que las Madres han hecho”, señala Sicco, quien luego de trabar amistad con las Madres, a finales de la década del ’90, las invitó a su país “porque en Italia se conocía muy poco de la historia de las desapariciones. Se sabía muy poco de la lucha de las Madres”, comenta el director, quien asegura que, a pesar de que “estamos en el siglo de la información, una historia grande y pesada como las desapariciones fue un silencio internacional. Eso nos golpeó mucho”. Más de mil jueves completa el motivo de la presencia de Sicco en Buenos Aires, que se inició ayer con la presentación de otra obra de su compañía: La Voladora, de Laura Pariani, referida a la historia de las monjas francesas Léonie Duquet y Alice Domon. “Hay una diferencia: Más de mil jueves se basa toda en la realidad. Lo que nosotros contamos son cosas que han pasado y salen de testimonios que las Madres han dado a Massimo Carlotto. En el caso de La voladora es claro que Sor Léonie Duquet no puede contar su historia. Solamente la invención dramatúrgica o literaria de un escritor podía contar lo que pasó. Así que éste es un cuento, una imaginación de lo que pasó”, puntualiza Sicco.
–¿De qué manera en Más de mil jueves están representadas la metodología represiva de la dictadura argentina y la lucha de las Madres en todos estos años?
–Nosotros contamos la historia aparente de una madre, la historia unitaria de una persona, porque el drama es personal. Pero a través de una historia singular contamos un cuento colectivo, porque esto es la historia de las Madres. Cada una de ellas sale de una fractura o una ruptura personal, que es la pérdida de un hijo. El hijo es algo de su piel, algo de su cuerpo. Y eso es muy individual. Pero la fuerza está en que ellas construyen un cuento colectivo. Lo interesante es que lo construyen mujeres, porque toda la “perfección” del método de la desaparición es una “perfección” militar muy machista. No tiene dentro de su pensamiento la posibilidad de que puedan ser mujeres las que puedan romper esta “perfección”. Encontramos que era interesante contar esto dentro de la historia. Es decir cómo la fuerza a veces no está donde el machismo piensa que está la fuerza.
–¿Es una obra esperanzadora?
–Es una obra que contiene la misma esperanza de las Madres. Ellas siempre han luchado para la verdad y para la justicia. En esta última siempre han creído como una utopía. Pero la historia está llena de momentos sorprendentes. Así como nadie pensaba que en 2002 la Argentina podría salir de una crisis tan pesada, nadie podía pensar que este cambio podía venir de un nuevo presidente que le presta atención al tema de los desaparecidos. Y nadie podía pensar que se llegara también a los juicios como se está llegando. Por eso quiero decir que hay una esperanza concreta.
–¿Esta obra fue presentada en Italia?
–Esta pieza tiene una historia muy especial, porque es la única obra de teatro que se ha representado dentro del Parlamento italiano. Para el primer proceso contra los genocidas argentinos por la desaparición de ciudadanos italianos vino Estela Carlotto. El presidente de la Cámara nos invitó a presentar la obra en presencia de Estela Carlotto dentro del Parlamento italiano. Fue un momento muy importante, vinieron personajes muy importantes en relación con esta historia. Por ejemplo, Enrico Calamai, el cónsul italiano que en la época de la dictadura salvó más o menos entre 500 y 600 personas dándoles pasaportes y acompañándolas al aeropuerto. Después se ha representado más de doscientas cincuenta veces en todo el país y en lugares muy especiales. Por ejemplo, la presentamos en el Cementerio Monumental de Turín, en ocasión del Día de los Muertos, porque la historia tiene también, como la de las Madres, el tema del duelo. La desaparición es un duelo abierto. Fue una actuación muy intensa, porque nosotros no hemos tenido delante a un público como normalmente puede ser, un público joven politizado, atento a los temas sociales: hemos tenido familias o personas que tenían un gran dolor. Y que se juntaron idealmente con el dolor de las Madres.
–¿Cómo conoció a las Madres?
–Soy muy curioso y cuando me he dado cuenta de esta historia he buscado documentos y cosas en Italia. La primera vez que he tenido la ocasión de estar en Latinoamérica he encontrado a las Madres en la Plaza, como muchos italianos. Después, lo que he hecho con mi compañía fue invitar a las Madres muchas veces a Italia para que ellas pudieran contar e informar a la gente italiana.
–¿Cuál es el aporte que puede hacer el teatro a la defensa de los derechos humanos?
–Estamos en la cultura de la comunicación y el tema de las desapariciones es un ejemplo asqueroso de cómo se puede ocultar también la información. El teatro puede ser una voz que habla de algunas cosas que la televisión o los medios informativos ocultan (en el caso de las desapariciones fue de verdad un ocultamiento) u olvidan, porque es más interesante hablar de las tetas de la última cantante rockera o hablar de otras cosas que a la gente le gusta y que consume. Es más difícil hablar de otro tema. En nuestro trabajo nosotros siempre les damos mucha importancia a los temas sociales y sobre todo a los temas olvidados.
–¿El arte puede ser un instrumento para combatir la violencia?
–Puede ser un elemento que permite, primero, no olvidar; segundo, conocer, y tercero, pensar con tu cabeza y no como te quieren hacer pensar. Todo eso puede hacer que produzca un proceso contra la violencia. En todo caso, el arte no puede ser el único elemento. Después, yo debo tener elementos jurídicos, leyes que arreglen eso.
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