TEATRO › FESTIVAL DEL MERCOSUR
El encuentro internacional cerró ayer en Córdoba, con muy buena respuesta del público local.
› Por Cecilia Hopkins
desde Cordoba
Organizado por la Agencia Córdoba Cultura junto con el Instituto Nacional del Teatro, el Festival Internacional de Teatro Mercosur –encuentro que había comenzado el viernes 28– finalizó ayer, con inmejorable respuesta del público cordobés. Heredero de los festivales latinoamericanos que tuvieron lugar en los ’80, desde su creación, en 2000, esta muestra mantiene –a modo de rasgo diferenciador– la particularidad de generar propuestas escénicas en espacios no convencionales, especialmente acondicionados para la ocasión.
En esta edición, uno de estos proyectos estuvo a cargo del dramaturgo uruguayo Sergio Blanco, que convocó a cinco actores-dramaturgos para que produjeran textos a interpretar por ellos mismos sobre sendos casos policiales locales. Así surgió De penitencias y autopsias, espectáculo que dio comienzo en una dependencia policial y concluyó en la morgue del Hospital Nacional de Clínicas. Conducido el grupo de espectadores por dos agentes femeninas (al principio la gente no notó que eran actrices) entró de cinco en cinco a las pequeñas celdas para visitar a los “reclusos”. Cada uno, a su modo, se refirió a los motivos por los cuales se encontraban detenidos: dos habían asesinado por celos (un marido a su esposa, una mujer, a su hermana), una madre había dado muerte a su hijo adoptivo; un violador, a su víctima, y un hombre, con la ayuda de su hermano, a su padre, durante una fiesta familiar. El espectáculo propone un giro interesante cuando la acción se traslada –combi mediante– a la morgue del hospital, donde el espectador completa cada historia escuchando el relato de los personajes fallecidos, tendidos en los piletones de disección. Parece que el crimen es un asunto que inspira a los teatristas cordobeses: en los últimos días del festival también se presentaron dos obras pertenecientes al Proyecto Judiciales (poéticas teatrales sobre la actualidad mediática) con dramaturgia y dirección de Jorge Villegas. Tampoco allí la exposición de cada caso fue lineal, ni en Parques y Paseos, a cargo de Victoria Centeno, ni en Cielo cubierto, versión de la muerte de un adolescente a mano de una patota de chicos de buena familia, en la destacada interpretación de Franco Muñoz.
A pesar del tema, en una sintonía de placidez, en cambio, en la sala experimental del remozado Teatro Real el director local Omar Viale presentó Sobre un barco de papel, obra de la santafesina María Rosa Pfeiffer, centrada en la precaria relación que mantienen una madre y su hija. A modo de diálogo de sordos, ambas creen contarse cuestiones de su sentir cotidiano mientras deambulan por el caserón familiar. Aunque desde una perspectiva actoral y estética totalmente diferente, también los rosarinos del potente grupo 0 Punto Ellas mostraron en La noche falsa que a veces los vínculos familiares (o los que establecen los que viven juntos) están viciados de frustraciones y cobardías. En su caso, la disfuncionalidad de esas relaciones aparecieron expuestas desde el procedimiento de agigantar el detalle ínfimo hasta llegar al paroxismo o minimizando todo cuestión conflictiva hasta desembocar en el ridículo.
Por su parte, la última obra de Paco Giménez, Los que no fuimos, abordó el tema Malvinas. En el marco de una suerte de pesadilla o alucinación generalizada, los personajes de los que no fueron convocados o los que por su edad no pudieron ir a la guerra siguen, desde un presente desencantado, reviviendo los actos escolares alusivos al conflicto, el desamparo institucional que sufrieron los combatientes, el desconcierto informativo de todos. Pero sin descartar las marcas de estilo de los actores de La Cochera, el ya mítico grupo que lidera Giménez desde hace más de veinte años, esto es, usando en forma metafórica objetos y personas, apelando al travestismo, mezclando lo risible con lo patético e incluyendo cantos y coreografías, estas últimas interpretadas por una alocada Margaret Thatcher, rodeada de exitista soldadesca. Para algunos convencional en lo interpretativo, para otros impactante por su puesta realista, el grupo venezolano Rajatabla presentó su puesta de El coronel no tiene quien le escriba (sobre la novela de García Márquez) luego de hacer funciones en Jujuy, Santiago del Estero, Mendoza, Corrientes y Rosario. Fue en el Teatro Real, en la sala mayor, que lleva el nombre del director cordobés Carlos Jiménez, fundador del grupo caraqueño y autor del montaje que aún sigue recorriendo festivales, a 14 años de su muerte.
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