“Muertos en mi pasado teatral, vivos en el recuerdo, y presentes, ahora, como protagonistas de una etapa que está terminando, aunque no podría apresurarme a darla por muerta. Todos sabemos que la vida, y no la muerte, te da sorpresas”, dice el actor y director Eloy González. Es evidente que lo insólito no está en estas reflexiones, sino en la idea que este creador ha puesto en práctica: darle forma al primer Necrodrama de un ciclo que –según anticipa– estará conformado por obras en las que un director de teatro “toma la figura de una persona muerta joven y, en colaboración con un autor, transforma su historia de vida, y las huellas que ha dejado después de muerto, en material dramático”. ¿Se trata de una invención inspirada en los ciclos de Biodrama impulsados por la directora Vivi Tellas? González asume la “copia”, sólo que el punto de partida es la muerte, y tanto de personas públicas (no necesariamente admiradas) como anónimas.

Si bien el primer Necrodrama (un homenaje a Luciano Pavarotti y Lady Di) no se ajusta totalmente a los propósitos del ciclo, es el que está listo para estrenar, simbólicamente, el 2 de noviembre (Día de los Muertos) –a las 21, y en única función– en el Teatro Verdi (Av. Alte. Brown 736, de La Boca). La forma hallada en esta oportunidad es la Misa de Réquiem (1874), de Giuseppe Verdi, con teatralización a cargo de un elenco de actores, músicos y cantantes, dirigidos por González, quien cuenta con un currículum interesante. Ha sido convocado en varias oportunidades por el Centro de Experimentación del Teatro Colón (CETC), como performer y director. Entre sus trabajos de este año se encuentra el realizado para el Institute for Living Voice, en calidad de intérprete, junto a Margarita Fernández: Conferencia o El orden de las cosas, de Martín Bauer; su participación en el film El pacto y la dirección de videoclips, entre otros Dimensión, Envase corporal y Sentir, filmado en el Amazonas.