Jue 08.11.2007
espectaculos

TEATRO › “ANIQUILADOS”, LA PRIMERA OBRA DE SARAH KANE

Visiones de la deshumanización

Leonor Manso dirige esta pieza de la autora británica. Violencia y lenguaje descarnado son sus elementos distintivos. Patricio Contreras, Belén Blanco y Fabio Di Tomaso son los intérpretes.

Desde que asumió el compromiso de interpretar 4.48 Psicosis, obra de la británica Sarah Kane que, con dirección de Luciano Cáceres se estrenó en 2006 y continúa reponiéndose en gira, Leonor Manso quedó impactada por la escritura de la autora nacida en el condado de Essex, al este de Inglaterra. Así es como en septiembre pasado dio a conocer otro de sus textos –Aniquilados (Blasted), en traducción de Patricia Zangaro–, esta vez haciéndose cargo de la puesta, obra que puede verse viernes y sábados en El Portón de Sánchez (Sánchez de Bustamante 1034), con la interpretación de Patricio Contreras, Belén Blanco y Fabio Di Tomaso.

Nacida en 1971 y muerta por propia decisión a los 28 años, Kane dejó sólo cinco obras escritas, que son objeto de culto en los últimos años en el ámbito del teatro europeo y norteamericano, así como en algunos países de Latinoamérica, como Chile y Bolivia. Claro que Buenos Aires no podía mantenerse al margen de este fenómeno: en apenas dos temporadas ya fueron estrenadas Crave, bajo dirección de Cristian Drut, la ya mencionada 4.48 Psicosis –la única de sus obras estrenada en forma póstuma–, ambas obras escritas en 1999, poco antes de concretar su suicidio, acto final que aparece con recurrencia en su escritura– y, recientemente, Mariano Stolkiner dio a conocer Cleansed. Estrenada en 1995, Aniquilados fue el primer texto escrito por Kane, con el cual se dio a conocer en el ámbito teatral londinense, cuando contaba con 23 años. Tal vez porque habló descarnadamente (y según sus biógrafos, desde su propia experiencia) acerca del abuso sexual familiar, la obra fue mal recibida por la crítica. De todos modos, fue definitorio para Kane que Harold Pinter rescatase públicamente sus valores. La pieza no presenta una estructura abierta como Crave o 4.48 –obras que pueden leerse como monólogos construidos desde la técnica del fluir de la conciencia– sino que, al menos en el primero de sus dos actos, la autora plantea una estructura convencional a partir de la cual da a conocer las violentas alternativas del encuentro de un hombre y una joven mujer en un hotel, echando mano de un lenguaje descarnado y una secuencia de acciones en las cuales figura el sexo explícito.

Si bien la autora fija el encuentro en un elegante hotel de Leeds, ciudad al norte de Inglaterra, la habitación funciona como un auténtico no lugar, dado que se escamotea todo dato acerca del país en el que ambos se encuentran. Personaje a cargo de Contreras, Ian es un hombre maduro, reportero de un diario sensacionalista, quien cumple también oscuras funciones en el servicio de Inteligencia de un estado en lucha contra grupos terroristas. Ian y Kate (Belén Blanco) mantienen una relación de tintes incestuosos, vínculo que expone una gran dependencia afectiva, amén de una densa historia familiar compartida. La situación inicial, plagada de menciones a un afuera amenazador que instala en la habitación una tremenda dosis de paranoia, se quiebra con la llegada de un soldado armado (Fabián Di Tomaso), tras lo cual se produce la transformación del lugar en barricada. Desaparecida Kate, Ian queda a merced del personaje armado. Y en ese ámbito tienen lugar no sólo la violencia verbal sino también actos de violencia manifiesta: Ian es violado por su captor, tras lo cual le arranca los ojos.

En diálogo con Página/12, la directora cree que hay una relación directa entre los mundos que plantea la autora en 4.48... y esta obra: “Aniquilados es la primera de sus obras –afirma Manso– la otra es la última que Kane escribió, un mes antes de suicidarse, y creo que esa visión del mundo deshumanizado que presenta ese primer texto, esa responsabilidad que establece de lo individual en lo colectivo y lo colectivo en lo individual, está presente en 4.48...”. Manso piensa el teatro de Kane como un teatro político: “Ella creía en el teatro como un arma de denuncia de los males sociales y políticos. Odiaba la hipocresía de aquellos críticos que tanto la atacaron: al respecto, ella dijo que lo que más le impresionaba era que se escandalizaran con la representación de la violencia y no con la violencia en sí misma”.

En cuanto a la alusión directa al incesto expresada en la pérdida de los ojos que, como Edipo, sufre el personaje de Ian, Manso sostiene que Aniquilados, “si bien es una tragedia porque muestra situaciones terribles y funestas, reconocibles y negadas, Ian se diferencia de Edipo ya que él no se arranca los ojos porque se hace cargo de lo ocurrido, porque nunca se hace responsable de sus actos. Recién al final, después de tanto dolor, al decir ‘gracias’, la última palabra de la obra, ahí la autora muestra que todavía tiene esperanza de cambio”. Si Manso tiene que establecer similitudes y diferencias entre los sanguinarios personajes masculinos de la pieza, afirma: “los dos se parecen porque los dos matan siendo mercenarios. La diferencia es que el soldado, al menos, conoció la experiencia del amor y lo añora, por lo cual termina suicidándose. Ian, en cambio, nunca tuvo esa experiencia y no puede, en su relación con Kate, dar lo que no tiene”. Quienes escribieron acerca de esta obra afirman que Kane quiso reflejar la guerra ocurrida en Bosnia entre 1992 y 1995. Así, el relato del soldado parece inspirarse en los datos que se conocen del conflicto, en el cual se contabilizaron unos 105.000 asesinatos y más de 40.000 violaciones: “La autora parte de una guerra determinada, la de Bosnia, pero uno observa que los personajes de Ian y del Soldado no saben de qué lado están ni quién es su enemigo, ni por qué tienen que matar. Entonces, esta contienda se convierte en una guerra indiscriminada y por lo tanto, metafórica”. Finalmente, Manso está convencida de que la obra fue concebida a modo de advertencia sobre cierto estado de las cosas: “Para sintetizar mi visión de la obra –y de su importancia– pusimos en el programa unas palabras de Nietzsche extraídas de su libro Humano. Demasiado humano: ‘Quizá la humanidad no sea más que una breve fase de la evolución de una especie de animales; de manera que el hombre, habiendo sido mono, vuelva a ser mono. Así como la civilización romana volvió a la barbarie, así toda la civilización humana podría volver al embrutecimiento. Si podemos preverlo, procuremos evitarlo’”.

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