Martes, 26 de febrero de 2008 | Hoy
TEATRO › “BORIS GODUNOV”, NUEVO ESPECTACULO DE LA FURA DELS BAUS
Por Belén Ginart *
Desde Barcelona
Es imposible imaginar la pesadilla que vivieron los centenares de personas que en octubre de 2002 se convirtieron en rehenes de los terroristas del checheno Shamil Basayev en el teatro Dubrovka de Moscú. Fue un atroz episodio que los televisores trasladaron al mundo entero con una sobrecogedora pátina de irrealidad. Lo que entonces simplemente no parecía posible que estuviese pasando será el punto de partida para un nuevo espectáculo de La Fura dels Baus. Y, como siempre, prometen polémica. La idea es acercarse a aquel trágico asalto, que terminó con la feroz irrupción de las fuerzas especiales rusas, que causaron la muerte de 90 rehenes, muchos de ellos asfixiados por el gas empleado por los rescatadores. Fueron abatidos 42 terroristas, 18 de ellos mujeres y la mayoría de un tiro en la sien. Un suceso que inspira la nueva producción de la Fura, Boris Godunov, una adaptación de la obra de Alexander Pushkin, cuya representación se ve alterada por la entrada violenta de un grupo de hombres armados que secuestran a los espectadores.
Alex Ollé, uno de los seis directores artísticos, dice que el horror que sintió lo empujó a crear un montaje sobre el terrorismo para acercar el teatro a la contemporaneidad, “como hace el cine continuamente”. Ollé acudió al dramaturgo catalán David Plana, autor de la versión tuneada, como dicen ellos, del texto de Pushkin, salpicada de fragmentos de discursos pronunciados por figuras como Bush y el Che, entre otros. Pero Ollé aclara que la historia está descontextualizada. No hay referencias a ningún grupo terrorista ni se ubica en un país determinado. En este caso, se exige al gobierno del lugar donde se representa la función que retiren las tropas desplazadas al país de los terroristas. Un gabinete de crisis, a través de proyecciones de video, analiza las peticiones de los asaltantes, mientras una mediadora trata de resolver el conflicto de la manera menos traumática posible. La platea se incorpora a la escenografía en busca de la máxima proximidad entre actores y espectadores.
“El público no interviene de una forma directa”, precisa Ollé. Sin embargo, aunque sea de un modo “más reflexivo que activo”, los espectadores sentirán el vértigo de saberse a merced de un grupo de personas armadas de Kalashnikov (de fogueo, pero réplicas de armas auténticas). Con ayuda del video, el público los verá colocar explosivos en el teatro y sufrirá su hostigamiento y sus discusiones. La obra refleja las discrepancias de puntos de vista entre los secuestradores, que responden a distintos arquetipos de terrorista: el violento, el dialogador, el que daría todo por defender sus ideas y el que ve cómo sus principios se resquebrajan. Tras su estreno, en castellano, en Molina de Segura, la pieza realizará una breve gira por Cataluña antes de su presentación en catalán en el Teatre Nacional, donde podrá verse hasta el 11 de mayo. Luego recalará en Cádiz, Italia, Alemania, Holanda, Gijón y Logroño, y abrirá la nueva temporada del Teatro María Guerrero de Madrid, donde se representará del 18 al 30 de septiembre.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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