Miércoles, 6 de agosto de 2008 | Hoy
CHICOS › LAS PROPUESTAS INFANTILES ADAPTADAS DE LA TV
The Backyardigans, Hi-Five, Barney y sus amigos y Lazy Town son casos de productos televisivos pensados oportunamente para su traspaso a los escenarios de la avenida Corrientes, generando records de facturación en vacaciones de invierno.
Por Emanuel Respighi
Desde que la TV por cable alcanzó una penetración del 70 por ciento de los hogares argentinos, los canales infantiles se convirtieron en una suerte de baby sitter electrónica. Uno de los canales que mejor asimiló la atención de los más pequeños de la familia es Discovery Kids, pionero en enfocar su programación a los niños en edad preescolar. Y no es casualidad que en plenas vacaciones de invierno convivan en la cartelera teatral porteña cuatro series que emite diariamente el canal infantil. The Backyardigans, Hi-Five, Barney y sus amigos y Lazy Town no dejan de ser diferentes casos de exitosos productos televisivos que son oportunamente adaptados al teatro, con las virtudes y los vicios que ese traslado implica. Cuatro propuestas que ponen de manifiesto la relación que en el siglo XXI poseen los niños con el mundo catódico, que los atrapa, entretiene y educa las veinticuatro horas. Ahora, incluso, durante las vacaciones de invierno.
Lo primero que hay que destacar de estas obras surgidas de la TV es que el rubro infantil corrobora la idea de que una obra de teatro es, en definitiva, la conjunción entre lo que pasa arriba del escenario y lo que ocurre entre la platea. En este tipo de espectáculos, los niños son parte del show, bailando, cantando y/o aplaudiendo, en una fluida interacción entre el arriba y el abajo del escenario. La identificación es inmediata. Las propuestas, sin embargo, no son tan homogéneas al analizar el aspecto artístico. De hecho, en este tipo de obras, donde el oportunismo comercial parecería ser el motor del salto de la TV al teatro, el interrogante sobre cómo se representan los dibujos animados en el escenario se resuelve de diferentes maneras. Backyardigans live es, sin dudas, el espectáculo que más sobresale. Con una producción de calidad y gran despliegue, Los caballeros son fuertes y valientes posee una puesta en escena impecable, con interesantes escenografías –pantalla gigante incluida– y efectos especiales que ayudan a sortear la limitación técnica del escenario respecto de la TV. La transformación del patio de atrás en los diferentes escenarios en los que Austin, Uniqua, Tyrone, Pablo y Tasha imaginan sus aventuras no tiene nada que envidiarle a la edición televisiva.
Otra de las obras que demuestra que no todas las adaptaciones llevadas al teatro son puro negocio es Lazy Town ¡Cumpleaños sorpresa!. Sin tanto nivel de producción, la obra que protagonizan Sportacus & Co. basa su atracción en buenas dosis de acción dramática y física, en una puesta que consigue acercarse a la villa en la que suceden las historias en la serie de TV creada en Islandia por Magnus Scheving. Aunque sin contar con los actores originales, Lazy Town logra atrapar a la platea a fuerza de ese extraño mix de comida saludable y una acción que nunca comete el error de convertirse en violencia, en una obra que retoma dos episodios de la serie y los adapta de forma tal que haya intrigas por resolver.
En el polo opuesto a estas dos obras entretenidas y bien plasmadas está Barney, aventuras en el espacio. No se sabe bien si porque se trata del sexto show consecutivo que tiene como protagonista al extraño dinosaurio que hipnotiza a niños de acá y del mundo o porque los productores subestiman a un público que no supera los cuatro años de edad, lo cierto es que su básica puesta no resiste ningún tipo de análisis, dada la precariedad de la escenografía y una historia con ninguna sustancia. Si es imperdonable que a Barney, Baby Bop, BJ y Riff –los dinosaurios protagonistas– lo acompañen adultos y no niños como en el programa de TV, menos aún son algunas desprolijidades que echan por la borda la estimulación de la imaginación que Barney propone desde hace dos décadas, como cuando sobre el final se ve cómo una persona es la que bate una bolsa de media sombra para que globos de colores caigan sobre el escenario.
Si bien todas las obras incluyen canciones, si lo que se quiere es llevar a los niños a bailar y cantar sin parar durante una hora y cuarto la elección debe recaer en Hi-5 Cinco sentidos. Interpretado por el elenco latinoamericano, la obra basada en la creación de la reconocida autora y productora australiana Helena Harris se convierte en un auténtico y colorido concierto musical, en el que se repasan las diferentes canciones que la serie hizo popular en todo el mundo.
Pero se hace imposible hablar de teatro infantil sin hacer algún comentario sobre el acelerado y prematuro consumo infantil que todos estos espectáculos –y los centenares que existen en la cartelera porteña– incentivan a más no poder, con un arsenal de merchandising oficial en el interior de los teatros y, trucho, en sus puertas. Los intervalos de 15 minutos de descanso, en realidad, no son otra cosa que el cuarto de hora de mayor facturación de la calle Corrientes. No es verdad, entonces, que The Backyardigans, Hi–Five, Barney y sus amigos y Lazy Town, como uno supone, entretienen gratuitamente a los chicos durante todo el año. Durante las vacaciones, las series que le dan horas de descanso a sus padres en su vida cotidiana pasan su (abultada) factura.
Backyardigans live se presenta diariamente en el teatro Opera (Corrientes 860); Lazy Town, todos los días en el teatro Coliseo (Marcelo T. de Alvear 1125); Hi-5, diariamente en el teatro El Nacional (Corrientes 960); Barney, de miércoles a domingo en el Metropolitan (Corrientes 1343).
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