Lunes, 4 de julio de 2011 | Hoy
CHICOS › INVASIóN, EL NUEVO ESPECTáCULO DE LOS CAZURROS
Pablo Herrero y Ernesto Sánchez llevan veinte años divirtiendo a padres e hijos. Y divirtiéndose ellos mismos. En su nueva obra deben salvar a la Tierra de una invasión extraterrestre. “La clave es acordarte de cuando eras chico”, coinciden.
Por Sebastián Ackerman
Pablo Herrero y Ernesto Sánchez se sorprenden al ver entrar al fotógrafo. “Si sabía que era con foto, me afeitaba”, bromean. “A veces hay cosas que se nos escapan”, señala Herrero, y confiesa que si se hubiera dado cuenta a tiempo, habría pedido photoshop para el afiche de Invasión, la nueva obra de Los Cazurros. “Tengo un pliegue en el cuello que parece una tela”, se lamenta junto a Página/12. Pero mucho no se preocupan: se divierten cada vez que hacen algo juntos, como en este nuevo espectáculo en el que deben salvar a la Tierra de un ataque extraterrestre. ¿Cómo lo logran? Jugando. “El que conoce a Los Cazurros se va a dar una panzada. El concepto de transformar el teatro en un espacio de juego está más visible, y están el gag, el chiste intelectual, el verbal, escenas físicas, hay comedia”, se entusiasman sobre lo que ofrece la obra, que puede verse los fines de semana a las 15 y 17 en el Teatro La Comedia (Rodríguez Peña 1062). En vacaciones de invierno Los Cazurros se presentarán todos los días.
En esta aventura deben viajar al planeta del Más Allá para detener una invasión extraterrestre que es anunciada en el noticiero Notimiento. Con una puesta en escena minimalista, que reconstruyen cada vez, deben viajar a través del espacio para enfrentar a esos alienígenas que planean dominar la Tierra, con ayuda de algunas participaciones especiales que les dan pistas y trucos para triunfar en la batalla. Para ello, recurren a objetos cotidianos como baldes, secadores de pelo, muñecas y guitarras de Guitar Hero, pero también a una gran pantalla con la que dialogan en vivo. “Nuestra propuesta es un espacio de juego, un espacio para la imaginación, y es un momento teatral también”, explica Sánchez. “Seguir jugando con la tecnología pero también con lo vivo que tiene el teatro. Es algo que este espectáculo tiene, y mucho”, asegura, y Herrero cree que esa puesta en escena es “un aliado del juego. El chico se va a ir con ganas de jugar a lo que vio”, dice.
–Siempre hicieron una apuesta fuerte por lo lúdico, por estimular la imaginación para el juego.
Pablo Herrero: –No es un espectáculo en contra de nada, sino que se trata de preguntarnos qué somos Los Cazurros, cuál es nuestro lugar en la propuesta teatral infantil. Por ahí nuestro lugar es éste, somos generadores de juego, incorporando al espectador que nos está viendo.
Ernesto Sánchez: –Nuestras aventuras siempre empiezan como un juego de estos dos amigos que están juntos. Jugamos a que siempre hay aventura, y siempre hay héroes, pero nuestro héroe es el que tiene ganas de divertirse. Y su “poder” es poder elegir, porque el poder de elección es lo que te da libertad. Y en este mundo de tecnología, de vorágine, el chico también está inmerso en lo que vivimos todos y no sé hasta qué punto ellos deciden a qué quieren jugar. Es una pregunta para la que no tengo respuesta. Siguen esa vorágine como uno. Entonces hay que parar la pelota, hacer una pausa y decir que también podés elegir a qué jugar. Podés usar la compu, podés ver tele, pero también podés inventar tu propio juego.
–Ustedes se divierten sobre el escenario. Cuando piensan los espectáculos, ¿cuánto hay de lo que les gustaba cuando eran chicos?
E. S.: –Creo que es la clave. Es el ADN de Los Cazurros. Cuando empezamos a escribir espectáculos tratábamos de acordarnos de cuando éramos chicos, qué nos divertía y cómo nos divertíamos. No olvidarte de esas cosas es lo que te mantiene vivo para tener un contacto con el público infantil. Y divertirte es la clave de cada espectáculo, cada vez que lo hacés. No te podés divertir todo el tiempo porque hay ciertas responsabilidades, pero acordarte de cuando eras chico es la clave. Con Pablo nos divertimos en cada función, en cada gag, en cada ensayo, en cada lugar que aparecen Los Cazurros.
P. H.: –El otro día hicimos una pasada general y se la contaba a mis hijas, y después pensaba: “Es lo mismo que hacen ellas cuando están jugando”. Lo lindo para mí es que ya soy un adulto, tengo desarrollados un montón de prejuicios en contra de lo que estoy contando, y sin embargo estoy jugando a ser un pibe otra vez, y me acordaba de cuando era chico. Me doy cuenta de que no soy un niño, por suerte (risas), pero ahora ya tengo todo procesado para hacer ese personaje. Y jugamos como chicos, pero no somos adultos haciendo de chicos; somos dos adultos jugando.
E. S.: –No estamos actuando como el cliché del teatro infantil, que actuás el niño con voz aniñada, sino que somos Pablo y Ernesto jugando.
En la platea, el público Cazurro se divierte por igual: los chicos piden subir al escenario cuando Herrero y Sánchez preguntan quién los quiere ayudar en su aventura, pero los padres también gritan “Azawó”, la palabra mágica del grupo, o se esconden para no ser descubiertos por los extraterrestres. “Siempre decimos que los papás son héroes del juego por traer a sus hijos a vernos, pero después terminan copándose ellos también”, señala Herrero. Esto tiene que ver, creen, con vivir la experiencia teatral como un todo: “Nunca tenés que olvidarte de jugar, porque eso estimula la imaginación”, afirma Sánchez, y dice que “acentuamos lo del teatro como un acto único, que es un momento único en la vida, irrepetible. La propuesta que tenemos hace de ese momento algo único”.
–¿Cambió algo en Los Cazurros desde que empezaron, hace 20 años?
E. S.: –Esencialmente no cambió. Ahora estamos hablando del último, pero me acuerdo cuando hicimos la primera obra, en el ’93. El sentarse a escribir y pensar un nuevo espectáculo tiene la misma base: qué nos divierte, qué lugar tiene la imaginación. Como en el primero. Después, hay una evolución, hay mayor madurez, tenemos otra edad. Pero esencialmente no siento que haya cambiado.
P. H.: –Yo me acuerdo tal cual, ahora en un teatro de primera, y es lo mismo, el mismo chiste, la misma interna entre nosotros ahora que cuando estábamos atrás del retablo en la arena en Valeria del Mar con 200 personas. Nos mirábamos y sabíamos todo. Eso no cambió. En este espectáculo el equipo de Los Cazurros sigue siendo el mismo de siempre. Para nosotros es muy positivo, que todos nos sigan acompañando. Claro que hay más madurez porque crecimos. En casa todavía tengo los primeros títeres que usábamos, y cada tanto nos preguntamos qué cambió. Y la esencia no varió. Por ahí somos mejores actores. Si antes un plumero se convertía en un personaje, hoy tenemos otros recursos, pero seguimos jugando como antes.
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