Miércoles, 27 de julio de 2011 | Hoy
CHICOS › EL LIBRO DE LOS SERES IMAGINARIOS, EN EL TEATRO ALVEAR
Por Karina Micheletto
Chang Tzu soñó
que era una mariposa.
Al despertar ignoraba si
era Tzu que había soñado que
era una mariposa o si era una
mariposa y estaba
soñando que era Tzu.
Chuang Tzu (3000 A.C.)
Cualquier intento de acercamiento al universo de Borges implica acercarse también a algunas ideas complejas. La condición circular del mundo, de la vida, del destino de los hombres. Lo eterno, lo sin fin, sin principio ni final. El libro, esa puerta al universo. La biblioteca, ese laberinto. La apuesta de Borges para niños va en esa dirección, al proponer abrir el Libro de los seres imaginarios, a través de un espectáculo que combina títeres, teatro negro y proyecciones multimedia.
La puesta sorprende por su despliegue, por el colorido y diseño de los títeres y muñecotes, que incluyen seres mixtos (el Centauro, los Faunos, el Tritón), mitológicos (las Efigies, el Minotauro), monstruos marinos (el Fastitocalón), dragones, duendes, hadas, gnomos, trolls, elfos... una galería de personajes más o menos conocidos que responden a diversos relatos míticos. En el papel principal (Iris, la bibliotecaria que comete el error de abrir el diabólico Libro de la Arena), sorprende también Marisol Otero en canto y actuación.
La obra está plagada de referencias a Borges, desde la condición mágica y laberíntica de la misma biblioteca, que un ciego Borges dirige, hasta el Libro de la Arena, que da inicio a la aventura, o la interminable sucesión de seres mitológicos que irá conociendo en su viaje la protagonista. Para los chicos más chicos, el enganche es con la música, los colores y los muñecos, sin que pesen los 70 minutos de duración. Los más grandes pueden salir preguntando cómo es eso de que exista un libro sin principio ni final, qué es eso de soñar y ser soñado, como la mariposa (la referencia a la aporía china tan borgeana es una de las bases del espectáculo, aun cuando, sobre el final, hay una vuelta de tuerca que simplifica el concepto: más acorde con un final bien arriba, se hablará del poder de los sueños).
La dirección es de Lía Jelín, el libro de Marisé Monteiro, y Patricia Sosa y Oscar Mediavilla imprimen su estética al musical. Las entradas para el espectáculo –presentado por Fundación Borges y María Kodama, con el apoyo del Ministerio de Cultura porteño– son más caras que lo usual en un teatro público: entre 30 y 50 pesos.
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