Viernes, 6 de abril de 2012 | Hoy
CHICOS › EDITORIALES INDEPENDIENTES SE JUNTAN PARA TRABAJAR MEJOR
Tanto para llegar con más fuerza a la Feria del Libro como para compartir la comercialización y la distribución, el camino de las alianzas es el más indicado para los sellos que apuestan a pocas pero muy cuidadas ediciones por año.
Por Karina Micheletto
Hacen libros bellos, originales, con calidad tanto de textos e imágenes como de diseño y edición. Libros que están pensados para chicos, pero que también atrapan a los grandes. Libros que, en muchos casos, son objetos preciosos en sí mismos. Libros para atesorar, según anuncia, casi a modo de declaración de intenciones, la reciente alianza que lleva este nombre, conformada por seis editoriales independientes. La literatura infantil y juvenil muestra una sorprendente cantidad de ediciones en la Argentina, y la tendencia sigue en crecimiento. En una industria concentrada como es la editorial en este país, sorprende más aún que las responsables de ese crecimiento sean una cantidad de pequeñas editoriales, que conciben en forma casi artesanal cada título, editando pocos al año y manteniendo pequeños catálogos. Y en este marco auspicioso para este tipo de emprendimientos, el paso siguiente, que no puede ser el del crecimiento en cantidad por la forma intrínseca de trabajo que desarrollan –y que las distingue–, es el de las alianzas.
La Cámara del Libro aún no ofrece datos de 2011, pero en sus estadísticas de 2010 consigna que “la edición de libros infantiles y juveniles muestra una tendencia en crecimiento importante en los últimos años, aumentando un 55 por ciento los títulos registrados en esta temática con respecto al registro de 2009”, con 3538 títulos registrados en la temática infantil y juvenil durante ese año. En ese crecimiento, las editoriales pequeñas que han ido surgiendo en los últimos años han sido clave. Se trata de empresas que tienen equipos de trabajo chicos, de no más de dos o tres personas, que lanzan pocos títulos por año, con tiradas pequeñas, y con un seguimiento de la obra desde la concepción de la idea hasta su circulación y venta. Y que buscan, además, posicionarse por algún rasgo distintivo propio: puede ser la temática elegida (arte o ciencia para chicos, por ejemplo), una marca más local en sus temáticas, la calidad de sus ediciones, la apuesta por los llamados libros-álbum (aquellos que “se leen y se ven”, con una unidad especial entre imágenes y texto). Mantienen en común la oferta de textos diferentes para chicos, y, en ese sentido, la apuesta por la construcción de un lector.
Con estas características, las principales dificultades de las editoriales chicas tienen que ver con la comercialización y, sobre todo, la distribución. Y algunas se han decidido por la unión como modo de hacer la fuerza. Es el caso de Libros para Atesorar, el reciente colectivo editorial que agrupó a Iamiqué, Kalandraka, Pequeño Editor, Arte a Babor, Del Eclipse y Libros del Zorro Rojo. La participación conjunta en la próxima Feria Internacional del Libro será la primera acción de este colectivo (la inauguración oficial del espacio se anuncia para el sábado 21, con ilustradores y autores de diversos títulos), pero los objetivos a largo plazo tienen que ver con una asociación estratégica de optimización de esfuerzos y recursos, pensando tanto en el mercado interno como en las exportaciones.
“Tenemos catálogos pequeños, pero que todos defendemos con pasión, porque creemos que son muy buenos. Si los juntamos, los potenciamos: les podemos ofrecer a un librero, un docente o un bibliotecario un panorama muy amplio de libros de calidad, destinados a permanecer, por eso decimos que son ‘para atesorar’”, destaca Silvia Sirkis, de Arte a Babor. “Todos tratamos de hacer libros muy especiales, que desafían al lector, que no son condescendientes, que no temen plantear conflictos, ni en el texto ni en el sentido estético, que no están dirigidos a una edad determinada, sino que admiten distintos niveles de lectura. Por eso sentimos que los seis estamos en la misma búsqueda”, completa la idea Istvan, director de las colecciones infantiles de Ediciones del Eclipse. “Las pequeñas editoriales con proyectos valiosos no debemos competir entre nosotros, sino desarrollar formas de cooperación para afrontar con mayores probabilidades de éxito los obstáculos que nos imponen quienes realmente dominan el mercado e inundan los canales de venta con su producción”, asegura por su parte Fernando García, de Zorro Rojo.
No es el único caso de alianzas estratégicas de este tipo: las editoriales Calibroscopio, La Brujita de Papel, Quipu, Lúdico y Del Naranjo también se han unido para encarar la Feria del Libro con más fuerza: “La feria tiene un sistema de asignación de lotes que no beneficia nada a las editoriales más chicas, se otorgan puntos según la antigüedad y el porcentaje de metros a tomar. Para nosotros, conseguir lugar no sólo es caro, también complicado –cuenta Judith Wilhelm, de Calibroscopio–. Juntándonos, sumamos antigüedades y podemos aspirar a un mejor lugar, y además abaratamos costos materiales y humanos. Este va a ser el tercer año que lo hacemos, y el año pasado sacamos el premio al Mejor Stand, así que vamos bien”. Hay otras acciones conjuntas implícitas: “En la feria, pero también antes y después, compartimos información sobre comercialización, clientes, envíos al exterior y al interior. Las editoriales chicas tenemos pocos títulos, y si un librero de Puerto Madryn, por ejemplo, quiere hacer un pedido, tiene mucho costo de envío. De este modo, el flete se abarata”. Otras posibilidades de trabajo conjunto que suelen encarar editoriales como éstas son las de promoción de libros en escuelas, organizando talleres y ferias, entre otras actividades especiales.
“No tenemos gerentes ni telefonistas, no contamos con departamentos de marketing ni cotizamos en Bolsa. Sin embargo, tenemos algo que debería valer mucho más que todo eso: unas ganas locas de hacer los libros más lindos, más divertidos y más creativos del mundo.” La presentación que realiza Iamiqué bien podría hacerse extensiva al resto de las editoriales mencionadas, y a otras de su tipo que marcan el panorama LIJ en la Argentina. Este sello se dedica a “libros científicamente divertidos”: libros de ciencias para chicos. “Ediciones Iamiqué es una pequeña empresa argentina manejada por una física y una bióloga empecinadas en demostrar que la ciencia no muerde y que puede ser disfrutada por todo el mundo. Fue fundada en el 2000 en un desván de la ciudad de Buenos Aires, junto a la caja de herramientas y al ropero de la abuela”, completan la presentación.
Arte a Babor es otra editorial que apunta a un nicho muy específico, pequeño, pero con grandes posibilidades de expansión: el de los libros de arte para chicos. “Durante años me sorprendió cómo una ciudad culturalmente tan activa como Buenos Aires casi no tenía propuestas que vinculasen a los chicos con el arte. La Argentina tiene un patrimonio artístico y arquitectónico riquísimo, y si los chicos no lo conocen, no pueden disfrutarlo ni amarlo, y menos valorarlo y cuidarlo”, observa Silvia Sirkis, quien se lanzó al mundo editorial desde el de la arquitectura y el diseño. Esta editorial nació de esa observación, “queriendo ayudar a los chicos a descubrir lo que los rodea”. “Cuando preparamos cada libro, pensamos en cómo despertar la genuina curiosidad de los chicos, una curiosidad que pueda saciarse frente a la obra real. Nuestra mayor satisfacción es saber que son los mismos chicos los que piden ir a los museos a ver las obras que vieron en los cuentos”, asegura la editora. Desde su surgimiento a fines de 2008, Arte a Babor lleva publicados siete títulos, y este año prevé sacar cuatro más. Sirkis repasa los logros obtenidos como incentivos a futuro: ya vendieron derechos de autor de dos títulos a Brasil, hay otro que se vende en el Museo de Orsay, en París. Rápidamente, uno de esos libros fue recomendado en la bibliografía para nivel inicial y, según pudieron comprobar en la última Feria del Libro, también en muchos profesorados de inicial.
El ilustrador, diseñador y escritor Istvansch es el responsable de las colecciones infantiles de Del Eclipse, el sello fundado en 1989 por Rosario Charquero, en un principio dedicado a textos escolares, que en 2003 introdujo la edición de los hoy difundidos libros-álbum en el país. Actualmente la colección Libros-álbum del Eclipse tiene 43 títulos, a los que se suma otra dedicada a los bien chiquitos, y otra de teatro infantil. “En este tipo de editoriales no apuntamos a publicar un montón, sino a seleccionar lo que queremos publicar. Me parece mucho más sano buscar sumar calidad que imponerte sacar tantos libros en el mes o en el año”, plantea este editor. “Esta forma de trabajo, que nos permite sacar libros cuidados, exquisitos, muy seleccionados, también hace que tengamos menor cantidad de novedades por año. Y muchas veces lo que alimenta la rueda del mercado es la constante edición de novedades, eso que hace que siempre haya algo nuevo para mostrar en las librerías. Nosotros no apostamos a eso, sino al seguimiento de la obra. Esto tiene sus desventajas, sobre todo en la distribución; nos cuesta conseguir vidriera, nos cuesta evitar que los libros queden perdidos de lomo en las estanterías de las librerías. Pero tiene su punto a favor, que es el que hace posible un mercado para el editor más chico: cuando un lector o un grupo de lectores descubre algo que le gusta, va a buscarlo, no espera verlo en vidriera ni en carteles que le dicen que lo tiene que comprar. Eso es algo que comprobamos en la Feria del Libro: hay gente que viene a ver cuáles son nuestras novedades, porque sabe que hay algo que le va a interesar. Lograr ese lector es todo un halago.”
Libros del Zorro Rojo se reconoce como “una editorial argentina muy atípica”: fue creada en 2004 por dos argentinos radicados en Barcelona, con la intención de desarrollar allí un catálogo especializado en obras ilustradas para niños, jóvenes y adultos. Llevan editadas unas 130 obras, muchas de ellas a partir de textos e ilustraciones de autores argentinos. “El año pasado decidimos crear Libros del Zorro Rojo en Buenos Aires para potenciar nuestro proyecto editorial, no sólo en la Argentina sino en todo el Cono Sur, importando nuestras ediciones desde España, pero también desarrollando nuevas ediciones desde la Argentina. Como empresa de reciente creación, no podemos importar libros en forma directa pero sí a través de nuestro distribuidor, de ese modo tenemos garantizada la circulación de todo nuestro fondo”, cuenta Fernando García, y describe la situación en medio de la crisis que atraviesa España: “Las posibilidades de financiación que existieron hasta hace un par de años y que permitieron el desarrollo de un proyecto de riesgo como el nuestro, hoy prácticamente han desaparecido. Por suerte, esta situación nos encuentra en un momento de incipiente maduración, ya atravesamos los años más críticos en los que hay que poner en pie algo nuevo desde la nada. Nuestro trabajo siempre fue valorado por colegas, libreros y la crítica en general, el año pasado nos dieron el Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial. Esperamos que estos reconocimientos, la calidad de edición a la que no renunciaremos y la visibilidad comercial que ya ha logrado nuestro fondo nos ayude a sortear la crisis sin sucumbir en el intento”.
El caso de Calibroscopio tiene otro rasgo que lo diferencia, y es que sus dueños también manejan la librería El Libro de Arena, en Villa Crespo. Imprimen en la Argentina y también traen pequeñas partidas de editoriales extranjeras, como la prestigiosa Ekaré, de Venezuela. Desde su creación en 2006, atesoran un catálogo de casi 30 títulos. Judith Wilhelm y su marido, Walter Binder, comenzaron cada uno por su lado (así se conocieron), haciendo ferias itinerantes en colegios, con libros comprados o en consignación. “Con el tiempo empezamos a caracterizarnos porque teníamos material diferente, traíamos libros de editoriales del interior, algunos de afuera, cosas que no se conseguían fácilmente”, cuenta Wilhelm. La editorial surgió con la sencilla idea de tener determinados libros que querían ofrecer a los clientes y no conseguían. Por ejemplo, libros de cartón para los muy chiquititos, que en ese momento puntual, después de la crisis, se habían discontinuado. Y así empezamos a sacar libros que consideramos de calidad estética, a nivel texto y plástica. En definitiva, los libros que nos gustan a nosotros: los que queremos tener en nuestras manos”, define la editora su tarea.
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