CHICOS › ROY BEROCAY PRESENTA RUPERTO ROCANROL Y OTRAS BOBADAS
› Por Karina Micheletto
¿Acaso el judicialmente litigado Pepe es el único sapo que hace roncha entre los chicos? La respuesta es rotunda y negativa, porque hay otro batracio, directamente llegado del uruguayo Arroyo Solís Chico, que tiene bien ganados adeptos entre los chicos. Y los ha ganado a fuerza de aptitudes bastante más interesantes que saltar y saltar sin parar, porque este sapo es curioso, pillo, sagaz, algo incorrecto y burlón, tiene chispa, sueña ser astronauta o estrella de rock, y es además un detective que resuelve enigmas dificilísimos, como “el increíble caso del Cangrejo Pirulo”, que está contado en Ruperto Rocanrol y otras bobadas, el libro-disco que acaba de editar Alfaguara.
Porque otra de las virtudes de Ruperto Rocanrol es que es un personaje literario, bien narrado y sostenido, tanto que se cumplen veintidós años desde la aparición de su primer título. Y es también parte de un espectáculo musical que hoy y mañana se presenta en Buenos Aires, para luego ir a Rosario (ver aparte). El escritor, periodista y músico uruguayo Roy Berocay es el autor de las historias del Sapo Ruperto y está también al frente de la banda de rock que completan sus hijos Bruno y Pablo y que presenta el espectáculo Ruperto rocanrol y otras bobadas, dentro del Ruperto Rocanrol Tour 2012.
“Han cambiado las generaciones de niños, pero el personaje, para mi alegría y mi sorpresa, sigue generando cosas”, destaca Berocay en diálogo con Página/12. “También fue creciendo de a poquito: cuando arrancó era un personaje más infantil, un sapo nene, con el tiempo fue creciendo, ‘maduró’... ahora es como más cínico, tiene novia, está en otra.” ¿Y qué tiene el sapo Ruperto que engancha tanto a los chicos, qué es lo que le ha permitido seguir vivo por más de veinte años? “La verdad, no lo sé exactamente –admite su creador–. Supongo que tiene que ver con esa cosa de antihéroe que tiene: no es un personaje dulce, tierno, más bien es políticamente incorrecto, y además tiene mucho humor. Lo cierto es que, por alguna extraña razón, genera cosas que van más allá de lo que podría haberme imaginado.”
Unos cinco años atrás, cuenta Berocay, Alfaguara le hizo una propuesta que al principio pensó inviable: ya que él era músico, y había tocado en bandas de rock y blues, por qué no llevar su estilo también a canciones para chicos. “Me parecía algo demasiado diferente, pero después empecé a componer y armé una idea de espectáculo un poco inspirado en un disco que me encantaba de Luis Pescetti, con canciones y textos, que devino en una suerte de mezcla entre stand up y recital de rock and roll. Para eso tenía que convocar músicos, y no quise ir a buscarlos lejos teniendo a dos excelentes músicos como son mis hijos. Para mi sorpresa, los niños empezaron a engancharse cada vez más: ahora venimos de hacer una temporada de 32 funciones en el Teatro Solís de Montevideo, a sala llena. Y la música me ocupa cada vez más tiempo, tanto que ahora tengo que buscar momentos para la escritura.”
Los conciertos llevan el nombre de Ruperto, pero no se centran exclusivamente en él: “Hablamos de los miedos, de los monstruos de abajo de la cama, de hacerse pis por la noche, de las cosas que les pasan a los niños. También hacemos un curso de cómo comportarse en un recital de rock: los hacemos saltar, hacer cuernos, agitar”, enumera Berocay. Entre muchos reconocimientos recibidos, el uruguayo guarda para sí un premio reciente: “Después de los shows siempre se acercan niños y grandes con libros para firmar o vienen a ver la batería. Hace poco una abuela me dijo: ‘Gracias, porque me divertí yo. La llevo a la nena a todos lados y me agarro cada embole...’ Fue un gran premio, porque si bien hacemos letras con humor, a la música la tocamos muy en serio”.
Las letras de algunas de estas canciones están en el libro-disco Ruperto Rocanrol y otras bobadas, que además de su caso más reciente trae una edición especial del diario La voz del charco, con las intimidades de los festejos del cumpleaños del batracio detective, reportajes a sus amigos y enemigos, una cronología de los casos que resolvió, fotos y una entrevista exclusiva que le hizo la caracola Elvira Preguntona. Sobre los once temas del disco, Ruperto aclara que las letras no son propias: las tomó prestadas de un autor “desconocido” y “medio trucho”.
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