CHICOS › POPIGAMI, POR LA COMPAÑIA DE TITERES EL BAVASTEL
› Por María Daniela Yaccar
Popi está por irse de campamento por primera vez. La ansiedad y el nerviosismo pueden con él. La mochila ya tiene los objetos necesarios. ¿Qué hacer, entonces, para matar el tiempo? Popi, que prefiere la imaginación a la aventura, decide estudiar en su libro los detalles de los lugares que visitará al día siguiente. Entonces, se queda dormido. Y su sueño se funde con las páginas que estaba leyendo. En Popigami, el último espectáculo de la compañía de títeres El Bavastel –escrita por Mario Marino y Carolina Elrich y dirigida por Sandra Antman–, Popi recorre imponentes paisajes y se hace amigo de los animalitos que los habitan. En el camino, vence sus miedos y logra resolver las dificultades que se le presentan.
“Popigami es una aventura sencilla, accesible para nenes muy chiquitos”, afirma a Página/12 Elrich, que además de participar de la dramaturgia es la titiritera de la obra. Según ella, este espectáculo puede interesar a niños de diferentes edades por las capas de las que está hecho. Apunta, sobre todo, al público que está entre los tres y seis años. “Para los más pequeños es la historia de un viaje. Para los más grandes, que ya saben qué es un sueño, plantea interrogantes más profundos, que tienen que ver con la fantasía de meterse dentro de uno”, explica. Como en otras puestas de El Bavastel, Elrich actúa a la vista. Popi, su hermano y su mamá son títeres de mesa.
El nombre de la obra se debe a las dos técnicas que originalmente se combinan en la escena: el pop-up, el plegado de papel que habilita el despliegue en tres dimensiones de las páginas de libros, y el origami japonés, que se utilizó para la confección de algunos animales que aparecen en los sueños del protagonista. Son recursos que no se utilizan habitualmente en el teatro de títeres. “Unimos dos técnicas de plegado de papel que al principio parecían muy diferentes”, se entusiasma Elrich. “El origami es súper oriental; en cambio el pop-up, que usamos para las escenografías, es muy occidental. En este cuento se casan bastante bien.”
Nacida en 1993, esta compañía realiza espectáculos de títeres tanto para niños como para adultos, en general con la técnica del títere de mesa o el teatro de objetos. A Elrich le gusta pensar a las obras infantiles como para toda la familia. “Los niños no van al teatro solitos. Me gusta hacer espectáculos sabiendo que siempre hay adultos acompañándolos. Hay códigos que se pueden usar para que papás, tíos y abuelos se identifiquen. Además, está bueno que no sea una cosa súper ñoña o ingenua. Los nenes son seres inteligentes y pensantes y se comunican con los adultos todo el tiempo”, desliza la autora, que durante estas vacaciones invita a los niños a un taller de armado de títeres que tiene lugar una hora antes de la función.
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