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Entre las recientes novedades editoriales en materia de literatura infantil y juvenil, hay una que sobresale por la calidad de su texto e ilustraciones, la cantidad de información que brinda, y también lo bien resuelto que aparece un tema de abordaje tan difícil como necesario. Abuelas con identidad propone para los chicos, como dice su subtítulo, La historia de Abuelas de Plaza de Mayo y los nietos restituidos. Es un libro de Carla Baredes e Ileana Lotersztain, titulares de Iamiqué, una editorial especializada en innovadores libros de ciencias para chicos. Hasta ahora, Iamiqué enfocaba sus libros en las ciencias duras, pero se propone este desafío, completado por las bellas ilustraciones de Eleonora Arroyo, y un nutrido equipo de trabajo que incluyó la participación de Estela de Carlotto, autora también de unas cálidas líneas de agradecimiento.

“En Iamiqué estamos muy atentos a las cosas de las que hablan los chicos. Somos conscientes, por ejemplo, de que les atrae ver los noticieros, esa especie de ‘desafío’ de mirar y sopesar las cosas que ocurren en el mundo ‘real’, el mundo de los adultos. En este sentido, la aparición de un nuevo nieto es una noticia que siempre los conmueve, aun sin tener un conocimiento profundo sobre el tema”, cuentan las autoras sobre el origen del proyecto. Baredes completa: “Hace tres años participé de un congreso de literatura infantil en Colombia, donde surgió un debate muy interesante sobre por qué, en Alemania, se seguían publicando tantos libros para chicos sobre el Holocausto. Allí el director de la Biblioteca de Munich intentó dar respuesta y dijo: ‘Tal vez sea porque todavía no entendemos cómo nos pasó lo que nos pasó’. Y luego agregó: ‘Es importante que los adultos asumamos el compromiso de mantener viva la memoria para que las cosas no vuelvan a pasar’. Su respuesta me disparó muchas cosas en relación con nuestra propia historia. La realidad es que había (y hay) muy poco publicado para los chicos, con el cuidado y la dedicación que merecen. El desafío se instaló en mi cabeza en ese mismo momento... ¡Y no me abandonó más!”.

–¿Qué aspectos se presentaron como los más problemáticos, tratándose de un tema duro de plantear a los chicos?

Carla Baredes: –Las dificultades fueron muchísimas. En primer lugar, queríamos un libro que tuviera toda la objetividad que fuera posible, pese a que está clara nuestra opinión desde el mismo momento en que decidimos publicar un libro sobre la tarea de las Abuelas de Plaza de Mayo. Al mismo tiempo, queríamos contar todo lo que había pasado, cuidando mucho de no omitir nada –no evitamos “hablar de cosas feas o tristes”–, pero sin caer en la descripción morbosa o innecesaria. Ordenar la información no fue nada fácil, obviamente. Armar la estructura, decidir qué palabras eran necesarias definir, qué cosas había que aclarar históricamente, qué datos brindar... todo insumió mucho debate, mucha prueba y error.

Ileana Lotersztain: –Encontrar el tono tampoco fue fácil. Queríamos un texto limpio, ameno, sin “recarga”, pero sin caer en algo frío o despojado de sentimientos. Las ilustraciones, los colores, el trazo también fueron un gran de-safío. Eleonora le dio calidez a la obra, con profundidad pero sin dramatismo. Para lograrlo, armamos un equipo con el que casi podíamos jugar al fútbol: además de nosotras dos, el diseñador y la ilustradora, convocamos a una editora externa (Ana Lucía Salgado), a otra editora para buscar datos, evaluar fuentes, chequear la info (María Marta Rodríguez Denis), contamos con un asesor en lo legal y jurídico (Waldo Villalpando), una lectora externa (Susana Aime, con mucha experiencia en la edición de libros en ciencias sociales) y un integrante de Abuelas que hizo dos lecturas críticas.

–¿Qué lector imaginan para el libro?

C. B.: –No pensamos en un lector especial: la idea fue hacer un libro para que cualquier chico interesado en el tema pueda leerlo. La edad la determina la complejidad del tema en sí mismo, no la complejidad del texto, porque es un texto muy sencillo, dispuesto de una forma amena y llevadera.

I. L.: –Quisimos destacar el trabajo de Abuelas, su búsqueda de verdad y justicia. Dar valor a la lucha colectiva a favor de la democracia y en defensa de los derechos humanos. Las Abuelas nos dejan un mensaje contra la indiferencia y la impunidad, a favor de la paz y la no violencia, que es necesario mantener vivo. Eso es lo que les contamos a los chicos.