Algo sucedía hacia fines de los años ’70. Los juegos de rol, los verdaderos, de mesa, habían sido inventados a mediados de la década y empezaban a popularizarse en los campus universitarios de Estados Unidos. Lo mismo pasaba con las aventuras de texto en las primigenias computadoras “hogareñas”. Eran experimentos entre lo lúdico y lo narrativo que encontrarían su correlato en los libros con la saga Choose your own adventure o, como se la conoció desde 1984 en adelante en la Argentina, Elige tu propia aventura. “Hay una cosa muy de la época, de la posmodernidad, de pensar que no hay un único relato, pensar los procesos, cómo se empieza, cómo puede funcionar un relato con muchos finales”, reflexiona Natalia Ginzburg, editora de la colección.

Este clásico irrebatible de la lectura para niños fue creado por Raymond Almiran Montgomery, autor de la mayoría de los libros que integran la serie y cerebro “ingeniero” detrás de su éxito mundial: según consignan las principales publicaciones del medio editorial, la colección vendió más de 250 millones de ejemplares en los más de 40 idiomas a los que fue traducida. En la Argentina, por ejemplo, la editorial Atlántida jamás dejó de publicarla y perdió la cuenta de cuántos libros vendieron: más de un millón, aseguran. Por eso, a punto de renovar el contrato, cayeron en la cuenta del aniversario y decidieron festejarlo con un concurso por ejemplares gratuitos en las redes sociales (hay que seguir al sello en Facebook y enviar un mensaje privado con los datos). Al comienzo había tiempo para participar hasta el 30 de mayo, pero la convocatoria tuvo tanto éxito –aseguran– que la extendieron hasta el 15 de junio.

Ginzburg supo ser una de esas primeras lectoras que tuvo la colección. Todavía estaba en la primaria cuando se publicó el primer libro en la Argentina. Hoy es responsable de la colección por su rol dentro de la editorial. Ginzburg destaca “el enorme vínculo emocional con su público” de la colección y observa una multitud de factores en la vigencia de la serie, desde su lugar en el desarrollo lector de miles de –hoy– adultos hasta el papel de la maquetación en hacer de esas tapas blancas, ilustradas y con la banda roja arriba una imagen imborrable en la mente de cualquier lector precoz.

“Hace treinta años que se publica de forma ininterrumpida, pero parecía que no lo estábamos comunicando como la colección se merecía, y ahora con el concurso resultó ser como un rescate emotivo, de esas cosas que a veces se olvidan y luego se vuelven a encontrar”, cuenta. Sucede, sencillamente, que esos niños lectores crecieron y dejaron de mirar el estante de libros infantiles hasta que tuvieron hijos propios –o sobrinos o pequeños demonios– que entretener y redescubrieron la serie, décadas después. “Lo vimos en la Feria del Libro y ahora en PuroDiseño: las personas los miran, preguntan, se despiden, y luego entre ellos hay como una mirada de complicidad, algo de que ellas también lo tuvieron o lo leyeron.”

Claro, un longseller se construye con nuevas generaciones de lectores y eso también sucede con los Elige..., con padres que les acercan los libros a sus hijos, aunque ahora sean en tapa blanda y en un formato algo más pequeño. “Hoy el libro cuesta 59 pesos, si tuviera el formato original estaría muy por sobre los 100, y como las colecciones suponen comprar de a muchos títulos, para los lectores sería muy caro”, explica la editora. Además, en los últimos años desde el sello ampliaron el catálogo, incorporando otras series de la colección original, como por ejemplo la destinada a los niños más pequeños. “Son a color, con historias más sencillas, más infantiles, para que los chicos desde los 5 o 6 años experimenten la misma lectura pero con un texto más adecuado a su edad”, detalla la responsable.

Pero, ¿cómo se sostiene una colección como Elige... si existen los videojuegos de desarrollo abierto, si la interactividad está tan extendida en la era digital? Para Ginzburg hay que buscar la explicación tanto en el traspaso generacional como en “la experiencia de lectura diferente” que supone “un dispositivo con algunas características peculiares, como lo lúdico, una literatura de entretenimiento donde el lector puede organizar el relato”. “Otra cosa que nos sorprende es que nos escriben mucho desde las escuelas, a veces para tener la colección completa en sus bibliotecas, porque trabajan con los chicos el tema de la decisión”, explica.

“Otra clave es la segunda persona, que es algo rarísimo y que no se ve casi nunca”, señala Ginzburg acerca del método ideado por Montgomery para capturar la atención de sus lectores. “También está el uso de los géneros literarios, toda la colección abreva en ellos y los retoma, hay apelaciones ya desde los títulos al policial, la ciencia ficción, la intriga. Esto me parece fantástico también para que el lector se vaya familiarizando con ellos y sus pactos de lectura”, opina la editora.

Por otro lado, en tren de reflexión sobre la era digital, Ginzburg anticipa a Página/12 que están evaluando traer la aplicación para los e-books de la colección. “No sé si va a ser el mismo desafío o la misma innovación que supuso este mecanismo en el formato original, seguramente consiga sus fans, pero la base seguirá siendo el papel.”