Martes, 10 de junio de 2014 | Hoy
PLASTICA › OPINIóN
Por Cristina Rossi *
Héctor Schenone fue un profesor e investigador de historia formado en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires y en la Escuela Nacional de Bellas Artes. Se especializó en el estudio del arte colonial, los retablos y púlpitos, la imaginería, el mobiliario y la platería rioplatense. Sus investigaciones sobre el patrimonio artístico del arte americano de los siglos XVI a XVIII –pacientemente recopiladas y estudiadas en sus libros– lograron aportes originales en cuanto a la temprana circulación de grabados e imágenes religiosas, diferenciaron rasgos de la iconografía americana y trazaron un amplio mapeo de las representaciones del culto mariano. Muchas fueron las instituciones, como la Academia Nacional de Bellas Artes o la Fundación Tarea, que contaron con su asesoramiento a la hora de emprender la restauración y conservación de valiosas piezas. El domingo 1º de junio falleció a los 95 años.
Tuve la fortuna de que fuera mi profesor en la carrera de Artes en Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires y, al despedirlo en estos días, volvieron a mi memoria sus enseñanzas: las mañanas en el Instituto Payró de aquel año –ya mítico– en el que Arte Barroco fue materia promocional, cuando esperábamos aterrorizados que en la lista llegara nuestro apellido para ver la imagen de la diapositiva que caía en el viejo proyector, que debíamos “atribuir” al período, estilo y autor que correspondía. Schenone sabía evaluar nuestras respuestas mientras nos orientaba no sólo en el reconocimiento de esa obra, sino también en la frecuentación de ciertos repertorios iconográficos que en el ejercicio de la profesión encontraríamos resignificados en diferentes contextos. También rememoré las clases de Americano I, su apoyo para el primer proyecto UBACyT en el que participé y el día que descubrí que tenía un testigo de lujo para mi investigación sobre las reformas en la educación artística, porque él mismo había sido estudiante de Bellas Artes en el período que yo estaba analizando y, entonces, se prestó generosamente para que lo entrevistara mientras desempeñaba sus tareas en la Academia Nacional de Bellas Artes.
Relatos de este tipo repetían muchos colegas en estos días, entre los que también escuché y leí que nuestros profesores de aquella época despedían con reconocimiento a su maestro, porque Schenone fue un “maestro de maestros” y, en algunos casos, desde la formación secundaria. Si bien en los últimos años su físico acusaba haber pasado los 90 –había nacido un 1º de enero de 1919–, sus alumnos ya lo considerábamos “inmortal” y de hecho, hoy que no está, sabemos que perdura en el entusiasmo que supo trasmitir a varias generaciones de investigadores en historia del arte.
* Doctora en Historia y Teoría del Arte (UBA), Investigadora y docente de la UBA y Untref.
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