Lunes, 31 de julio de 2006 | Hoy
CHICOS › PROYECTO UPA PRESENTA DOS ESPECTACULOS PARA LOS MAS PEQUEÑOS
El grupo es el producto de la labor conjunta de actores, docentes y psicopedagogos, que hace diez años trabajan para llevar a la escena “lo que les pasa a los más chiquitos”.
Por Alina Mazzaferro
En esta vorágine de actividades en que se han convertido las vacaciones de invierno, no son pocos los padres que, con tal de salir del encierro hogareño, encuentran en el teatro una solución recreativa hasta para los más pequeños –bebés que apenas alcanzan el año de vida–, aunque éstos aún no entiendan quién es Caperucita o por qué se la comió el lobo, no conozcan las famosas historias de Perrault, y menos aún comprendan los complejos enredos de las versiones infantiles de las obras de Shakespeare y otros clásicos que abundan en la cartelera porteña. Para ellos, que se divierten con las canciones y los colores de escenografías y vestuarios, Proyecto Upa ha diseñado dos espectáculos a su medida: Canciones a upa (de martes a sábados a las 15) y Soluciones para ir a dormir (de martes a viernes y los domingos a las 17, en el Auditorio Cendas, Bulnes 1350), dos propuestas que son el producto de la labor conjunta de actores, docentes y psicopedagogos, que hace diez años trabajan para llevar a la escena “lo que les pasa a los más chiquitos”.
Antes de que se abra el telón, la directora anuncia todo lo que puede suceder en ese primer encuentro entre el niño y la obra teatral. “Lo que pase en escena puede hacer reír o llorar, y todo eso está permitido”, dice Gabriela Hillar. Así, comienza Canciones..., un “recital diferente”, destinado a espectadores entre los ocho meses y los cuatro años, en el que dos actrices en rol de niñas bailan con sonajeros, descubren su rostro y sus manos frente al espejo, se preguntan por qué la voz cambia cuando se tapan la nariz y deciden dejar de a poco el chupete, la mamadera y los pañales, porque “ya son grandes”. También se acuerdan de que van a tener un hermanito y ahí aparece el llanto al son de “¡no quiero un hermanito!”, pero enseguida aprenden a compartir y jugar de a dos, “que es más divertido”. Allí está también la pelela, la gran protagonista de la tarde, que al principio nadie sabe bien para qué sirve y es usada como sombrero, manubrio, raqueta de tenis, teléfono y muchas cosas más –sin duda éste es el momento cumbre de la obra– hasta que finalmente una canción recuerda el verdadero uso de esta gran amiga del que acaba de dejar el pañal. Por su parte, Soluciones... –recomendada a partir de los dos años– es un show de títeres en el que el duende Totó regala rimas, cuentos y canciones para que quienes están acostumbrados al berrinche nocturno puedan, con alegría, darle la bienvenida a la noche. “Son propuestas diferentes, con un lenguaje concreto, claro, adulto, y una variedad de ritmos que en general no se supone que son para niños pequeños, aunque nosotros mostramos que los niños pueden escuchar todo tipo de música”, explica Hillar, docente, psicopedagoga e ideóloga de Proyecto Upa.
–¿Cómo surgió esta propuesta teatral para los más pequeños?
–Fue hace diez años, como algo novedoso. Los más chiquitos no tenían espectáculos destinados a ellos. En general, el teatro es para chicos de dos años en adelante y, si bien las propuestas pueden ser interesantes, no están temáticamente orientadas hacia lo que les pasa a ellos a determinada edad. El arte brinda la posibilidad de metaforizar lo que les sucede a los bebés y niños. Y si bien desde nuestro perfil profesional las psicólogas o psicopedagogas teníamos esto muy claro, desde lo artístico estaba olvidado. Así nació Proyecto Upa, con el lema “el niño pequeño existe y, aunque sea un bebé, puede venir al teatro”, porque puede escuchar música y se le puede hablar y cantar. Y a los papás, luego de ver el espectáculo, les surgen preguntas acerca de cómo abordar determinadas temáticas.
–¿Cómo trabaja el equipo de Proyecto Upa?
–Hay dos equipos: por un lado, la compañía teatral. Por el otro, tenemos a Alejandra Libenson, que es la psicopedagoga; María Mangone, psicoanalista; y Analía Tayaldi, fonoaudióloga.
–¿El fin del proyecto es construir espectadores “a upa”, antes de que los chicos tengan edad para estar sentados en una platea?
–Sí. Creemos que un niño desde muy pequeño se va construyendo como espectador, receptor crítico que puede discernir entre una cosa y otra.
–¿Y cómo es la experiencia de un bebé de ocho meses?
–La idea es que el niño de ocho meses viva una experiencia más “a upa” de su mamá, papá o tío. Nos pusimos este nombre porque creemos que un niño que tiene un buen “upa” será, en el futuro, un hombre o una mujer bien insertado en la sociedad. Los “upas” pueden ser también asfixiantes o espacios enrejados. Pero el “upa” es el lugar desde donde uno “dispara” para poder insertarse. Todas las experiencias que se viven “a upa” forman parte de la información que el niño va incorporando.
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