Mar 29.07.2014
espectaculos

CHICOS › RECORRIDA CULTURAL Y TECNOLóGICA POR TECNóPOLIS

Invitación a la fiesta permanente

Del impacto de las pantallas táctiles a la magia del papel en la Feria del Libro, pasando por la posibilidad de acceder a un simulador nuclear o de seguir el ritmo de El Choque Urbano, todo Tecnópolis funciona como un escenario de múltiples espacios conectados.

› Por Daniela Rovina

Pasaron cuatro años, millones de visitas y, sin embargo, Tecnópolis tiene más para mostrar, descubrir y compartir. Basta con acercarse cualquier tarde, entre las 12 y las 20, al Parque del Bicentenario (Gral. Paz, entre Balbín y Constituyentes, Villa Martelli) para ver el asombro y la sorpresa de adultos, niños y adolescentes que recorren los stands, algunos por primera vez, otros como asiduos participantes. Esa es la magia de la ciencia, del conocimiento: cada aproximación puede hacer a las personas un poco mejores. Este año y desde su reciente apertura, la gran kermesse de ciencia, tecnología, industria y arte es sede de un sinfín de actividades, espectáculos, talleres, charlas y presentaciones varias, como siempre con entrada libre y gratuita. Durante las vacaciones de invierno, una oportunidad ideal para demostrarles a todos los chicos que la ciencia más dura puede ser tan divertida como Transformers e igual de espectacular.

El avión de Aerolíneas Argentinas es la primera atracción que se deja ver desde la autopista y, sin dudas, una de las preferidas del público infantil. A partir del mediodía y hasta el cierre de la muestra, no habrá ni un bache en la larga fila que aguarda su oportunidad para volar en una nave real. En esencia, se trata de un circuito armado que recrea un aeropuerto, en el que los chicos harán el check-in, para luego subir a un avión real acondicionado con un simulador de vuelo. Durante la experiencia podrán pasear por distintos puntos del país, con despegue y aterrizaje incluidos, y además conocer la cabina del piloto y charlar con la tripulación.

A metros de la nave, el stand de YPF invita a los chicos a conocer las normas de tránsito con Ases al Volante: una actividad ideal para los que quieran probarse como pilotos de autos y, a la vez, mejorar la seguridad vial. Los interesados pueden manejar en una pista de karting y sacarse fotos con Maxi, el robot playero, autor del jingle “Me pongo el cinturón, ponete el cinturón”. Además, hay cine 4D, con consejos sobre el uso del casco.

Para los que a esta altura ya superaron las pruebas de manejo y vuelo, Sensorium: un Viaje a Través de Tus Sentidos se convierte en un destino obligado. Este espacio, coordinado por el Ministerio de Turismo, es de los más ovacionados del recorrido y también de los más concurridos: casi dos horas y media de cola en la puerta de un imponente edificio azul confirman que lo bueno se hace esperar. Dividida en cuatro fases, la propuesta consiste en una vuelta 4D de 37 minutos por los diez paisajes nacionales declarados Patrimonio Mundial por la Unesco. En el ingreso, los viajeros son invitados a registrar la huella dactilar de su dedo pulgar que les servirá de “valija virtual” para el resto del recorrido. Con eso podrán participar de las distintas actividades interactivas y juegos sensoriales (estilo Nintendo Wii) que se ofrecen en el stand. El plato fuerte tiene lugar en un salón circular donde se proyectan imágenes de 360 de la decena de patrimonios, acompañados de efectos de viento, rocío y nieve que le aportan realismo a la experiencia. Son diez minutos de cine de última generación, que transportan sin escalas a las Cataratas del Iguazú, el glaciar Perito Moreno, la Quebrada de Humahuaca y la Península de Valdés, entre otros destinos.

Otra actividad de alto impacto es el simulador nuclear de la Comisión Nacional de Energía Atómica, que invita a conocer la producción de este tipo de energía desde sus entrañas. Además de maquetas interactivas, juegos táctiles, cine 3D, espectáculos y un show de mapping, el pabellón ofrece un viaje relámpago hasta la Central Nuclear Atucha II a bordo de una cápsula gris metal que emula a la usina. En grupos de siete, los curiosos serán atados con cinturón de seguridad, sacudidos, zamarreados, mojados y devueltos a Tecnópolis en menos de cuatro minutos. Una aventura no apta para cardíacos ni impacientes.

Anatomistas

Mate en mano y termo bajo el brazo, varios se agolpan en las puertas del stand Evolución y Cuerpo Humano. Ubicada en un edificio con llamativo diseño, la exposición se desdobla en dos, divididas en cuatro espacios interconectados. Arranca con “Evolución: haciéndonos humanos”, donde se reflexiona sobre las diferentes etapas de la historia evolutiva de la especie humana y sus características esenciales. Maquetas, recreaciones y esculturas en tamaño real reconstruyen el camino del hombre hasta el presente. La segunda etapa corresponde a “Cuerpo humano”, una impactante exposición que revela al detalle la anatomía de hombres y mujeres, con exhibiciones de cuerpos enteros y órganos conservados mediante un proceso llamado preservación por polímero. Según explica una guía de la sala, las piezas disecadas y ubicadas en podios y vitrinas vidriados fueron obtenidas a través donaciones post mortem de ciudadanos orientales.

Hacia el final el predio, otra muestra aporta más datos a los que quieran seguir aprendiendo sobre el funcionamiento de su organismo. Bajo el nombre de “Un recorrido por nuestro cuerpo desde el origen”, el stand del Ministerio de Salud alberga a uno de los colosos más visitados de Tecnópolis: la mujer embarazada más grande del país, una escultura gigante que expone el desarrollo fetal y los sistemas respiratorio, nervioso, cardiovascular y muscular. De notable desarrollo tecnológico, la muestra comienza en un oscuro túnel con imágenes sobre el torrente sanguíneo y la acción de las vacunas en los virus y bacterias. Además, proyecta una serie de videos con consejos sobre salud y bienestar.

Gigantes roboticos

Si de esculturas descomunales se trata, la gran kermesse de ciencia y tecnología ofrece un surtido pocas veces visto. Desde la entrada se divisa el Coloso de energía, una intervención del grupo artístico Doma, que convirtió una antena de alta tensión en un robot gigantesco y multicolor. Su función es tan romántica como decorativa: se dice que es el mítico protector del predio y, a la vez, un punto de encuentro para sus visitantes.

A los jóvenes (y no tanto) que fantasean con vivir una aventura a lo Jurassic Park, los espera la exposición Tierra de Dinos, con cuarenta réplicas robotizadas de dinosaurios a escala real. Emplazada en el sector más arbolado de la feria, la muestra se recorre a través de varias pasarelas de madera que dejan las esculturas casi al alcance de la mano. El viaje en el tiempo transcurre en medio de una odisea de cámaras, chicos y adultos que se emocionan con cada movimiento de cabeza de los gigantes extintos. Ahí nomás, el sector de paleontología propone otro paseo entre los dinosaurios de la Era Mesozoica descubiertos en territorio argentino. La propuesta incluye una visita al laboratorio de paleontología para ver réplicas de fósiles en vivo, una excavación didáctica para los bajitos y un microcine 3D con películas sobre vida, reproducción y extinción de esta especie.

Al aire libre

Muchas de las actividades programadas durante la feria se desarrollan a la intemperie. El repertorio al paso ofrece obras y espectáculos variados que acompañan la espera o el almuerzo y la merienda de los visitantes. Algunas plazas incluso cuentan con itinerarios propios para cada jornada. Por ejemplo, en la Placita del Camión, del Ministerio de Educación, una simpática aula de cuatro ruedas y doble tracción lleva de viaje a chicos de entre dos y ocho años. Acompañados por profesores y artistas invitados, atraviesan una representación escenográfica del mapa de la Argentina, mientras cantan y experimentan con instrumentos musicales. Lo mismo ocurre en El Asombroso Parque de Pakapaka, donde los más pequeños reviven las aventuras de sus personajes y escenarios favoritos del canal, como Minimalitos, Vuelta por el universo y La asombrosa excursión de Zamba.

Las propuestas más ruidosas provienen de la Plaza Sonora y la Fábrica de Sonidos. En la primera, los pibes encuentran juegos de plaza tradicionales intervenidos por dispositivos tecnológicos. Por medio de sensores, la música se activa con el movimiento de los visitantes. La segunda es un gran parque de instrumentos hechos con objetos reciclados, donde el grupo El Choque Urbano realiza sus presentaciones.

Memorias de una invasión

Los seguidores del caso Roswell y las teorías conspirativas sobre el Area 51 podrán ensayar nuevas hipótesis sobre la vida en otros planetas a través de Huellas de la invasión: una exhibición sobre el ataque extraterrestre a Buenos Aires nunca revelado. Emplazada en el Pabellón del Bicentenario, la instalación es, en realidad, un guiño a la novela gráfica El Eternauta, de Héctor Germán Oesterheld y Francisco Solano López, que invita a zambullirse en su historia con objetos, fotografías y videos. Un santuario para los fanáticos de la historieta y un primer acercamiento para los novatos.

La presunta invasión alienígena de 1963 gana verosimilitud desde el minuto cero. En el ingreso, un cartel revela que el reciente hallazgo de una cinta en el Archivo General de la Nación fue el detonante de la investigación que desembocó en el museo; también destaca el rol premonitorio de la obra de Oesterheld y Solano López, publicada en 1957. Adentro, los visitantes hacen fila para ver el famoso video, mientras caminan entre las imágenes de una Buenos Aires destruida, recreaciones de los invasores (los Manos y los Cascarudos) y maquetas que reconstruyen la “batalla de River Plate”, por ejemplo. Los favoritos de los flashes: un tanque militar atestado de alienígenas y los maniquíes disfrazados de monjas y curas con escafandra.

Se mira y se toca

Apostado sobre uno de los márgenes de la exposición, el Predio Ferial de Tecnópolis merece un capítulo aparte por la cantidad y variedad de propuestas que alberga. Dentro de ese gigante de hierro blanco y puertas vidriadas, se suceden muestras participativas sobre el origen del universo, robótica, matemática, neurociencia, nanotecnología, química, biología, física y hasta la vigesimocuarta Feria del Libro Infantil y Juvenil. Hay de todo: livings de juegos para los que gustan de las ciencias exactas; espacios que develan secretos sobre el universo y posibles teorías sobre su extinción; desafíos que ponen a prueba la destreza y la lógica; y un sector con mesas interactivas en la que se puede aprender a dirigir robots para solucionar dificultades concretas, como mover una caja.

Sin carteles de “prohibido tocar”, cada isla temática conquista la curiosidad del piberío con atractivas actividades y llamativas ambientaciones, que encandilan sin importar la edad. En medio del alboroto, grandes y chicos se entusiasman leyendo los carteles y afiches que acompañan a los stands, mientras otros descubren más sobre la neurociencia y el funcionamiento del cerebro con ejercicios que engañan el ojo distraído y desafían la percepción.

En el mismo predio, algunas zonas son más convocantes que otras. La de videojuegos, por caso, se ganan la atención de los adolescentes con ejemplos de las más recientes consolas, tablets y celulares. También están los simuladores de carrera (cerca de una docena de fabricación íntegramente local) y los espacios Conectados (donde aprenden sobre los procesos que hacen posible el mundo digital) e Inteligencia Argentina (que estimula el interés de los jóvenes por el software). Entre dispositivos de alta tecnología, el gran salón devuelve una instantánea del ferviente interés por lo digital: sonidos sintéticos, luces flúo, pantallas táctiles y un mar de chicos deambulando por los pasillos, expectantes por vivir la hazaña virtual en carne propia. Los más ansiosos, incluso, acortarán la espera navegando sentados en el piso con sus compus sobre las rodillas.

A pocos metros de esa postal, la vigesimocuarta Feria del Libro Infantil y Juvenil ofrece otra cara, sin la estridencia de la tecnología, pero con toda la magia del papel. Como una de las dos sedes del evento (la otra es el predio ferial El Dorrego, en Zapiola 50, Colegiales), Tecnópolis recibe a los pequeños lectores con stands desbordantes de historias, talleres, espectáculos de circo, teatro, shows musicales y narraciones orales. Todo hasta el tres de agosto. La programación para cada jornada en www.el-libro.org.ar.

* En vacaciones de invierno, abierta todos los días, de 12 a 20 hs. Después de las vacaciones, de miércoles a domingos en el mismo horario. Programación en: www.tecnopolis.ar

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