Sáb 15.11.2014
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CHICOS › FESTIVAL DE LOS CHICOS EN EL ECUNHI MARIA ELENA WALSH

Encuentro y homenaje “a la más grande para los chicos”

El Choque Urbano, Rock & Walsh, Caracachumba, Lalá y El Toque Toque y Koufequín participarán de la cuarta edición del festival, que conducirán Los Cazurros. Además habrá clowns, malabaristas, mimos, titiriteros, la Kermés de Zamba y un espacio de libros.

› Por María Daniela Yaccar

Sebastián Ablín, de El Choque Urbano, cuenta que tiene un hijo de 2 años y que, casi sin pensarlo, ya le hizo escuchar canciones de María Elena Walsh. “Es como si uno tuviera un chip que le dice ‘andá y ponele en YouTube eso a tu hijo’”, sostiene el músico. Por su parte, Juan Carreras, de Rock & Walsh, una banda nueva que rockea –y muy bien– temas de la cantautora, dice que tiene miedo de que hoy se le haga un nudo en la garganta. No es para menos: tuvo familiares detenidos donde funcionaba la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), allí donde las Madres de Plaza de Mayo reconvirtieron la energía negativa en positiva y fundaron el Espacio Cultural Nuestros Hijos (ECuNHi). En ese lugar cargado de historia, esta tarde, un puñado de bandas para chicos –y otras que no lo son específicamente, pero que en este caso se dirigirán a ellos y los papás, como El Choque– participarán de la cuarta edición del Festival de los Chicos en el ECuNHi María Elena Walsh, ya un clásico del espacio cultural.

“Es muy fuerte tocar ahí, por lo que representa”, expresa a Página/12 Florencia Steinhardt, de Caracachumba, debutante en el centro cultural de las Madres. “Están trabajando hace mucho tiempo, cada vez tienen más empuje, actividades y público: se está transformando en un polo cultural que está bueno apoyar. Siento que será difícil un evento para los chicos en ese lugar, pero hay que apoyar la causa.” El de Carreras (Rock & Walsh) es un caso especial porque, como tuvo familiares detenidos en la ESMA, no se animó a entrar al ECuNHi hasta hace muy poco. Y hoy volverá a atravesar las puertas del predio ubicado en Avenida del Libertador 8465, dispuesto a cantarle a Walsh y a un público compuesto mayormente por bajitos. Encima, en la lista de temas está “La cigarra”. Ya lo sabe: va a llorar. “Estoy cruzando los dedos para que no se me haga un nudo a la hora de cantar”, dice.

De los tres entrevistados, que comparten una charla en el departamento de Steinhardt, Ablín es el único que tuvo una experiencia como músico en el lugar, con talleres y presentaciones. “Cuando recorrés el predio, encontrás sectores habitados por una intención, por lo nuevo, por ponerle un color distinto a lo que se vivió ahí. Por darlo vuelta. Pasás por otros sectores y sentís todo. Es cuestión de metros”, describe. El Choque Urbano se presentó allí el día del aniversario de la muerte de Néstor Kirchner y en otras oportunidades: “Tocás, salís del escenario, bajás y de repente estás en un galpón con todas las caras... Es una ciclotimia de sensaciones. Hay sensaciones muy fuertes cuando la gente se va. Esto de llevar a los chicos ahí es ponerle todo lo que se puede para hacerlo florecer”.

Esta tarde, el ECuNHi florecerá como viene sucediendo hace cuatro años, cuando El Choque, Rock & Walsh, Caracachumba y otras bandas homenajeen a la “más grande para los niños” –en palabras de Steinhardt– que dio este país. Participarán, también, Lalá y el Toque Toque y Koufequín, y conducirán Los Cazurros, presentes desde la primera edición. Cada grupo tendrá su momento (media hora) y habrá un cierre que compartirán todos los músicos. Además, las familias podrán disfrutar de actividades con clowns, malabaristas, mimos, titiriteros, la Kermés de Zamba (el personaje de Pakapaka) y un espacio de libros para los chicos, todo con entrada libre y gratuita, desde las 14.

Caracachumba (Steinhardt, Silvio Cattáneo, Javier Estrin, Pablo Moral, Rosina Fraschina, Marina Sauber) combina música, humor, trabalenguas, juegos con palabras y canciones rioplatenses. El Choque (Manuel Ablín, Santiago Ablín, Sebastián Ablín, María Paz Cogorno, Mariano Domínguez, Sebastián Iglesias, Carla Kseiri, Fabricio Ortolán, Lucas Rivarola y Jeremías Segall De Rosa) es un grupo de percusión teatral que genera ritmos con lo que venga: botellas, palos, tubos y tachos. La música se entrelaza con coreografías, tap, clown, gags e improvisaciones. Banda de música pop para chicos y grandes, Koufequín está integrada por tres maestros jardineros (Mauro Conde, Ernesto Algranati y Leandro Gajate), un artista audiovisual (Federico Castro) y tres músicos (Hernán Bruno, batería; Alvaro Ruiz, bajo, y Bruno Moquilevsky, teclados). Lalá y el Toque Toque (Karina Antonelli, Osvaldo Belmonte, Roberto Seitz, Diego Alejandro, Néstor Tomassini, María Florencia Prieto y Jorge Caruso) une música, personajes y juegos con el público. Y, finalmente, Rock & Walsh es una banda tributo a la autora de Fantasmas en el parque, integrada por clowns/músicos. Vienen haciendo teatro desde 2001, pero hace un año se conformaron como banda. Como se ve, la oferta es variada; y el secreto para conectarse con los niños está en la esencia teatral del acontecimiento musical.

Rock & Walsh ofrecerá un tema propio, una “versión medio Sandro” de “La vaca estudiosa”, una murga que irá enganchada con “La cigarra”, entre otros temas de Walsh “rockeados”. Por su parte, Steinhardt adelanta que su grupo –que lleva dos décadas trabajando para el público infantil y que homenajeó a MEW en vida en el Teatro Argentino de La Plata– brindará una selección de Caracachumba a la carta, un espectáculo que es una selección de lo mejor de Caracachumba en los últimos años. “Vamos a hacer temas instrumentales y otros más teatrales”, anticipa. “Haremos escenas con distintos objetos –cuenta Ablín–, vamos a recurrir a escenas de distintos espectáculos. Es atrapante, divertido y es mejor que tocar cinco o seis temas del mismo set. Pasamos de bolsas de nylon a pelotas, tubos de PVC, palos, mimbres, latas... Será un mix de varias cosas sin una dinámica lineal, estamos dispuestos al bardo e incorporaremos lo electrónico.” El cierre colectivo será con la canción “Marcha de Osías”.

–¿Cómo los influyó, como personas y profesionalmente, la figura de Walsh?

Florencia Steinhardt: –Crecí escuchándola. Es un referente tremendo en lo profesional. Tiene una poesía y unas melodías maravillosas. No hay alguien que la haya igualado. La escuché a los 10 años, la compartí con mis hijos y, ahora, con mis nietos. Todos los chicos la conocen porque todos los padres hacen que la escuchen. En cada época hubo referentes de la música para niños: Pipo Pescador en su momento, Walsh, las canciones de Carlos Gianni, con todos los espectáculos de Midón, estaba también María Teresa Corral... La vigencia de María Elena es tanta como la de cualquier nuevo compositor que esté en auge en el momento. Alucina al adulto aun cuando les canta a los niños, porque vemos cómo recupera lo tradicional, la cultura de cada lugar, las referencias en cada género. Mis hijos ya son grandes. Anita, que tiene 25, el otro día me dijo: “¡Qué bárbaras las letras de esta mujer!”.

Juan Carreras: –Rompió con una forma de pensar la literatura para chicos y la educación, las pensó como un lugar para divertirse. La habían prohibido y la leían en los recreos. Tiene letras poderosísimas. “Canción del jardinero” la escucho mil veces y me quiebra instantáneamente.

Sebastián Ablín: –Me llegó estando afuera. Del ’77 al ’82 estuvimos afuera. Tuve un bebé hace dos años. Sin pensarlo, uno pone YouTube y le hace escuchar a su hijo María Elena Walsh. Hay una letra que siempre me costó: la de la Reina Batata (risas). Siempre me dio un poco de miedo. No entiendo la relación del cocinero, que la quiere pinchar, ella se escapa... ¡La Reina Batata se re asusta! Y el chabón la empieza a perseguir por todos lados... Puede tener un montón de interpretaciones.

–Ella dijo que no quería ponerse en el papel de madre, que no le interesaba dar moralejas con sus canciones. ¿Tomaron esta idea en su modo de hacer, hoy?

F. S.: –No creo que haya algo consciente en eso. Su creación era ir por ese lugar fantástico, mágico; por esas metáforas de ensoñación, pero no porque se lo haya propuesto. Era su cabeza. No había objetivo pedagógico, didáctico: era solo lúdico. Jugar con las palabras y con sus significados. La asocio bastante al realismo mágico en literatura. No hablaba de comida, animalitos y hábitos como se hacía antes... Es el disparate por el disparate.

S. A.: –Pero tiene algo detrás. Las letras no son disparatadas porque sí, hay una cosa conectada con la realidad que le tocó vivir. Por eso nos llega a cierto tipo de generaciones o a parte de la sociedad. Por eso mis viejos afuera me hicieron escucharla.

–¿Cómo ven hoy la relación entre el público infantil y los grupos teatrales y musicales dirigidos a ellos?

F. S.: –Hay muchísimos grupos que hacen música para chicos, veo un movimiento muy grande. Hay teatro, música... Hace dos, tres años, agarré el diario y había 85 propuestas en vacaciones de invierno. Hay de todo: cosas muy comerciales que no son lindas, otras comerciales buenísimas, producciones independientes maravillosas, otras que no... Es impresionante.

S. A.: –Está todo y no hay nada. Hay tanto que es difícil decidir por algo, un poco me asusta. No digo que sea bueno o malo, pero hay una saturación de información que va a generar una nueva clase de chicos. Hay algo que todavía no se sabe: qué es lo que les pasa a los chicos con la computadora, con Internet.

J. C.: –Siempre van a existir megaproducciones, Violetta y qué sé yo, un intermedio y el ámbito independiente. Hay un espectro de padres que quiere otra cosa, que busca alternativas. Y hay bandas súper interesantes, hermosas.

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