Viernes, 24 de julio de 2015 | Hoy
CHICOS › LABERINTO MASTICABLE PRESENTA SUPER ACIDOS, SU TERCER ESPECTACULO
Por Karina Micheletto
Un biombo por toda escenografía, un par de títeres de breves apariciones, una guitarra en algún cuadro, efectos de sonido y luces, es todo lo que el dúo que conforma Laberinto Masticable ha necesitado para crear una propuesta que ya tiene un público fana y que en su tercer espectáculo –Súper ácidos– sigue ampliándose con dos funciones diarias. Gabichu (Gabriel Wisznia) y su sobrino Seba (Gustavo Nilsson) han logrado una fórmula que tiene a la ironía y el humor en base a las vivencias cotidianas como ingrediente principal, que prioriza la participación del público y que va dirigido tanto a los chicos como a los grandes que –inevitablemente– los acompañan.
Gabichu tiene serias intenciones: quiere ofrecer un espectáculo didáctico, recreativo, quiere dar “un show”, para eso ha llegado hasta el teatro. Pero resulta que su sobrino Seba, que tiene 13 años “y la impunidad de todo chico de 13 años” hará todo lo posible por evitarlo, con mil y un planteos y situaciones que hacen que las cosas se salgan siempre de su cauce. En esa interacción que siempre implica fricciones, entre el mundo adulto y el de la infancia, chicos y grandes se sienten identificados y pueden reírse, en definitiva, de ellos mismos.
“Los pibes se identifican con Seba porque hace todo lo que ellos quisieran hacer, y los adultos se identifican conmigo porque han sufrido como yo: Seba se va a dormir a la casa de un amiguito, yo aprovecho para ir al cine, y en el medio de la película me llama para que lo vaya a buscar porque en el inodoro de Kevin hay un monstruo. O me saca el celular, que sabe manejar mejor que yo, me cambia la configuración, me saca fotos y las envía”, cuenta Gabichu. “Otra cosa que se nota que disfrutan mucho son los pasajes de juego e interacción. Cuando los espectadores se ven incluidos en la propuesta teatral, deja de ser un espectáculo para convertirse en una experiencia. Los chicos saltan, juegan, hacen, siguen, consiguen, hacen cosas con los de al lado, se hacen upa, se hacen cosquillas, despeinan a los grandes”, detalla.
“Hay algo que el otro día nos dijo nuestro director: él estaba mirando la obra desde atrás y vio que en muchos momentos de la obra los chicos estaban jugando con los padres. Y eso les pareció emocionante, en estos tiempos en que todo parece llevar a aislarnos”, agrega Nilsson, el terrible sobrino del dúo. “El logro fue hacer que cada escena y cada chiste contengan algo para los chicos y algo para los adultos. El adulto, de hecho, agradece mucho esa inclusión, lo celebra con efervescencia. No está bueno ir a ver una obra con tu hijo, para que él la pase un poco bien y que vos te emboles una hora. Eso conspira contra el teatro: es un sacrificio que hacés pocas veces. Hay mucha gente que viene a vernos más de una vez. Eso es un halago muy grande.”
Como muchas de las propuestas que están en cartel, Laberinto Masticable comenzó en forma de animaciones infantiles –que el dúo continúa haciendo, “fuera de estación”–. Wisznia es técnico en recreación y unos quince años atrás hacía juegos para chicos, como coordinador. “Alguna vez pasó que antes de un juego hicimos un paso de comedia. A mí me gusta mucho el humor, Les Luthiers, Leo Maslíah, Pescetti, me apasiona la construcción del humor. Cuando la gente se rió, algo pasó, y de pronto ese paso de comedia empezó a ser más importante que el juego, era lo que la gente esperaba. Teníamos unos títeres que usábamos para algo muy convencional y naïf, y los empezamos a usar con un sentido un poco más trash, más divertido para nosotros. Era gracioso ver que un títere tenía problemas más parecidos a la oscuridad de la vida real. Después apareció una directora que nos enseñó a pararnos en escena, y cuando llegó Gustavo apareció este contrapunto actoral con mi sobrino”, relata Gabichu los comienzos de la compañía.
Lo del despojo en escena es también una marca propia: sólo un biombo que va cambiando de color en cada espectáculo. “Nos parece interesante plantear un espectáculo infantil que no esté recargado de cosas, porque seguimos lo que hacen los chicos: cuando juegan con muñecos o con los Rastis, ellos arman una ciudad, un bosque o una pelea entre buenos y malos, sin nada”, advierten. “Cuando uno carga tanto de cosas el espacio, condiciona lo que el pibe tiene que pensar. Nos gustan las cosas más chiquitas. Les Luthiers son cinco tipos con traje, lo creativo está en cómo construyen el humor. Ese es el modelo que queremos seguir.”
Laberinto Masticable presenta Súper ácidos. |
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