En el barrio de Caballito, una sala se destaca por las propuestas teatrales y musicales que mantienen un alto estándar de calidad, gratuitas o casi (con entradas a 20 pesos). Hay opciones para grandes y chicos, pero, en el caso de estos últimos, el ya tradicional ciclo de los domingos “se agranda” en vacaciones, y va todos los días. Se trata del teatro Gastón Barral, de la Fundación Uocra Cultura, que en su bello auditorio de Rawson 42 invita en vacaciones a dos obras, todos los días: Algarabía, marcada por el circo y el humor, que va hasta el próximo domingo, y desde el lunes 25 y hasta el último domingo de vacaciones, Cachibukis, el comienzo de la historia, con títeres y canciones originales. Y, como yapa, pochoclos y globos de regalo a la salida (ver aparte).

Dirigido por Laura Avelluto, Algarabía es un espectáculo de humor y circo para toda la familia que fusiona el malabarismo, las acrobacias y el clown en una comedia tierna y divertida. Rolando (Maximiliano Chiprut) está por cumplir 31 y prepara la fiesta que nunca tuvo junto a su mejor amigo, Congo, una pantera que lo acompaña. Todo indica que llegarán invitados sorpresas. Habrá regalos, bonetes, tortas, animales exóticos, y una invitación muy especial a la Algarabía. De diversas maneras, aquí el público tiene una participación activa. Siempre en el horario de las 15, esta obra puede verse hasta el próximo domingo.

Para la segunda semana de vacaciones, y en el mismo horario, llegan a esta sala Los Cachibukis. Aquí Marce y Den son dos amigos que deciden emprender juntos un viaje imaginario en la búsqueda de nuevas aventuras. En el camino, se encontrarán con personajes un poco disparatados, que los llevarán a un mundo mágico en el que aparece un nuevo verbo: cachibukiar. En un espectáculo que suma teatro, títeres y música original, es probable que los espectadores también descubran el significado de esta palabra. Marcelo Ronco y Denise Font son los que guían este viaje especial: los mismísimos Cachibukis en El comienzo de la historia.

Con esta propuesta del ciclo para chicos (y toda otra programación para adultos) sostenida ya durante diez temporadas, este teatro es un lugar de referencia en el barrio, y un poco más allá. En este año, sin embargo, la demanda de entradas explotó, con localidades agotadas en muchas de las funciones de su auditorio con capacidad para 260 personas. “Eso nos deja muchas sensaciones encontradas: por un lado es una alegría, es el reconocimiento a un trabajo y a una programación sostenidos. Pero, por el otro, es la señal clara de que algo malo está ocurriendo en general, en el ámbito de la cultura”, analiza Lisandro Bera, director de Uocra Cultura. “Siempre tuvimos una muy buena afluencia de público, pero desde este año, es claramente mayor. La sensación es que la gente hoy tiene menos posibilidad de elegir, y la misma avidez cultural de siempre. A mí me duele ver que les resulta cada vez más difícil a los trabajadores de la cultura, a mis colegas, amigos, actores, productores, seguir adelante. Es que para las familias este año está muy complicado llevar a dos o tres chicos al teatro. Y a la vez bajó la oferta de opciones gratuitas. Esa realidad, que hoy cambió, hizo que nuestro público aumentara. Nosotros los seguimos recibiendo con la calidad de siempre. Y, como dije, con sensaciones encontradas”, describe.

Dramaturgo, director teatral y guionista de cine, formado en la Escuela Metropolitana de Arte Dramático, Bera se define como “un apasionado del teatro independiente” que “se ve todo” lo que hay, y dice que busca plantear una programación con una sola limitación: “solo autores nacionales, o latinoamericanos. Hay muchos y muy buenos, y son el alma del teatro off. Para autores extranjeros, ya está la calle Corrientes”, marca. “En la Argentina y en Buenos Aires en particular, hay un público que sigue este teatro, y que ha creado sus propios éxitos, más allá de que los actores sean o no conocidos. Mi tarea es entrenar el ojo y traer a este espacio las mejores de esas manifestaciones culturales que la sociedad produce”, define.

Todas las funciones de vacaciones de invierno (y del ciclo de chicos, que sigue todo el año los domingos) tienen una entrada de veinte pesos, y lo recaudado se destina a pagar derechos de autor. Además, se invita al público a llevar un alimento no perecedero, a beneficio del Hogar Peldaños de la Fundación Construir Futuro, que recibe a chicos de la calle. Otros programas sociales de esta fundación son los del centro de formación profesional, con talleres de capacitación en oficios ligados a la construcción, a muy baja matrícula, y la articulación con el Plan Fines, para terminar la primaria y secundaria. “En vacaciones trabajamos con seccionales del gremio de distintos lugares del país, y en muchos casos me encuentro con niños que nunca fueron al teatro, nunca vieron un clown, o un títere. También para ellos están pensados los espectáculos. El sentido de estos ciclos es cultural, pero inevitablemente, social”, concluye Bera.