Jueves, 28 de julio de 2016 | Hoy
CHICOS › EL MONSTRUO DE LA LAGUNA, DEL GRUPO CANTICUENTICOS
Por Karina Micheletto
“Vamos a ver al Monstruo de la laguna”. La invitación, y el pedido, se repite multiplicada en voces finitas, que así suenan las de los más chicos. No hace falta dar más explicaciones, todos conocen y aman a este monstruo lacustre. Y resulta que El Monstruo de la laguna no viene de la mano de Disney, ni salió de la tele, ni de ninguna factoría premoldeada. Lo crearon Canticuénticos, un grupo santafecino que hace canciones en base a ritmos folklóricos argentinos y latinoamericanos. Lo adoptaron primero las maestras jardineras, se viralizó luego en internet, donde ya suma ¡más de siete millones y medio de visitas! y trece sumando el resto de las canciones. Lo adoptaron los chicos y los grandes, en la casa, en el auto, en el jardín. Y en estas últimas semanas sigue sumando y agotando entradas en el porteño ND/Teatro, y en gira por el Gran Buenos Aires (ver aparte). El verdadero “éxito” de estas vacaciones de invierno es el de esta “fórmula” tan innovadora: buenas canciones, con la mirada puesta en los chicos, y con los ritmos más propios y cercanos.
Canticuénticos está integrado por Daniela Ranallo, Laura Ibáñez, Ruth Hillar, Daniel Bianchi, Gonzalo Carmelé y Nahuel Ramayo, y junto a ellos (aunque fuera de escena) Sebastián Cúneo, encargado de todos los detalles de producción. Todos ellos son además docentes o trabajan con la infancia, y eso se nota en la propuesta, en el modo de presentar las canciones en escena, en detalles que hacen la diferencia. Podría decirse, para sorpresa de esta cronista (que a esta altura manifiesta síntomas de estrés postraumático tras su raid de coberturas diarias de vacaciones): se nota hasta en el modo en que salen los pibes del teatro. Tanto más calmos, menos excitados, cargados de un entusiasmo de otro tipo.
El grupo tiene editados tres discos: Canticuénticos embrujados, de 2009; Nada en su lugar, que en 2013 presentó al famoso monstruo, y el reciente Algo que decirte, que trae una continuación del monstruo cumbiero: “Viene para acá”. También el arte de los discos en encantador y muestra otros tiempos, con los muñequitos de plastilina que hace Hillar y los dibujos de Ramayo. Hay muchas otras canciones ya “famosas” en estos discos, que navegan entre ritmos de huaynos, chamarritas, chacareras, chamamés, mientras van pintando personajes y situaciones cercanas para los chicos. Y para los grandes, como “Ya va, ya voy”, con la madre (aquí podría sumarse al padre) llamando “¡¡A comeeer!!” y los hijos enganchadísimos con los rasti, la peli o el libro.
En el concierto los Canticuénticos presentan palabras en guaraní, como en la canción “El mamboretá”. Tocan flautas, acordeón, sikus, batería, percusión. Juegan “a dormir de mentiritas” con “Noni noni”. Nadie grita, todos cantan. Y también bailan, porque cuando llega “El monstruo de la laguna” el teatro entero se pone en movimiento. El hit bailable no suena en el final: los Canticuénticos prefieren dejar el momento del bis para contar por qué hacen esa música, por qué eligen esos ritmos: “Queremos mostrarles a los chicos cuánta riqueza hay en la música folklórica, que es la música nuestra”, explican. “Porque habla como nosotros hablamos, nos divierte y nos emociona al modo nuestro. Y es un tesoro que queremos poner al alcance de los más chicos, para que lo conozcan y lo lleven toda la vida con ellos”. Cargada con ese tesoro, sale una pequeña multitud de cada teatro.
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