CHICOS › EL FESTIVAL TUTU MARAMBA, UN OASIS DE NARRACIONES EN EL PAISAJE MISIONERO
En su 9ª edición, el festival internacional de artes escénicas dedicadas a la infancia no solo echó a volar la imaginación de decenas de niños con narraciones orales, también hubo obras de teatro y talleres, en un ejercicio que transformó cada localidad que visitó.
› Por María Daniela Yaccar
Desde Posadas
Ligero de equipaje, un grupo de narradores se adentra por cuatro días en el interior de la provincia, trasladándose en combi, para llevar historias a plazas, salones de usos múltiples, espacios culturales y escuelas. En cada pueblo los esperan; en ocasiones los reciben con regalos artesanales. El periplo incluye a las comunidades suiza y guaraní. Encaja a la perfección con la exuberancia de la vegetación, los lapachos y chivatos, la música de pájaros y chicharras, el murmullo del río y el calor, en una tierra de por sí rica en mitos. “La Ruta del Cuento” es la esencia del Tutú Marambá, festival internacional de artes escénicas dedicadas a la infancia, que, en su novena edición, ofreció también obras de teatro y talleres en Posadas.
Los narradores, exponentes de diferentes países de América latina, tomaron la ruta el lunes por la mañana. La primera parada fue Santa Ana, ciudad que suele ser visitada por las ruinas jesuíticas, donde se prepara el mejor chipá de la provincia y cuya carta de presentación es una cruz de 82 metros, monumento desde el cual se aprecia la inmensidad del monte. Cerca de las 10, una fila de chicos de distintas edades –desde jardín hasta secundaria– transitaba por el asfalto colorado para acomodarse en un salón de usos múltiples municipal, ubicado frente a una placita y un hospital. Las “maes” –como llaman a las maestras aquí– trataban de organizar el desorden. En un espacio amplio e iluminado, que funciona como dojo de taekwondo, las historias empezaron a brotar. Los perros del pueblo también estaban adentro.
Puede ser la historia de un pajarito que habita dentro de la panza de una niña, la moraleja sobre la felicidad que deja la oveja Selma, un cuento sobre lagartijas africanas acompañado con guitarra, o uno sobre animales que destruyen la huerta de una anciana mientras otros intentan ayudarla. La narración es un arte fácil de trasladar, ideal para este tipo de travesías. Sólo un grupo de hombres y mujeres viajando con sus cuentos a cuestas y, a lo sumo, una guitarra. Cada cual con su estilo, a dúo o solos, con la musicalidad del acento de su lugar de origen. Algunos de los artistas habían pasado antes por Chaco y Buenos Aires e iban a continuar por Córdoba. Una joven pareja de Chile, Nicole Castillo y Andrés Montero, viajaba desde abril y pensaba retornar a Santiago recién el año que viene. El equipo lo completaban Molgud Osorio (Colombia), Osvaldo Pérez Peñalver, Daniel Hernández Costa (Cuba), Natalia Salvador (Comodoro Rivadavia, Chubut) y Nora Schwartz (Resistencia, Chaco). Por su parte, Claudio Ledesma, de Buenos Aires, director del festival “Palabra mía”, brindó un taller en Posadas.
La camioneta continuó hasta Alem, una ciudad con la serenidad de un pueblo, al sur de la provincia y a media hora de la pujante Oberá. Aquí, la función tuvo lugar en la plaza 20 de junio, frente a la Municipalidad y a la vuelta de la Casa del Bicentenario, donde a la noche hubo narraciones para adultos. Debajo de los espectaculares árboles para refugiarse del sol del mediodía, se juntaron chicos de dos escuelas, estudiantes de preceptoría de un terciario local y un grupito de nenes de un hogar. Y brotaron más historias, otras. Salvador, la narradora chubutense, no ocultaba su felicidad: en Comodoro, un escenario como éste es impensado. “La Ruta del Cuento” –que en anteriores ediciones incluyó entre su público a ancianos y presos– continuó su camino por Puerto Esperanza, Puerto Rico, Ruiz de Montoya, Aldea Tacuapí y Aristóbulo del Valle.
La artífice de esta propuesta es Gricelda Rinaldi, la narradora más importante de la región, premiada con el Pregonero, actriz y desde hace unos años gestora. En sus tiempos de maestra jardinera conoció la obra de Héctor Presa y viajó a Buenos Aires a estudiar con él. Después de una beca en Europa, se instaló en Posadas y fundó una escuela de arte para niños. Siempre se abocó al arte y la infancia, incluso en televisión y un suplemento cultural. Ahora dirige el grupo Ton y Son y encabeza la Dirección de Infancia del Parque del Conocimiento, organismo provincial que organiza el festival.
Es chaqueña, pero vive en la capital de Misiones hace casi 30 años, en una casa que es un sueño, con un patio que es una selva, desde el cual se ve la vecina Encarnación. Allí ofrece cenas que ya son un sello del Tutú y que todos ansían y festejan. Cocina Pablo, su esposo oftalmólogo: una feijoada que es una delicia, seguida de una mousse de maracuyá. Gricelda, 57 años, bella y amable, no tiene ritmo de pueblo: recibe, traslada, está en cada detalle y en este caso hasta subió al escenario con su hija, Florencia Piccilli, con Cosas de payasas.
En el Parque del Conocimiento, presidido por Maggie Solari Quintana, ocurre otra parte importante del Tutú: es un espacio del que los misioneros parecen orgullosos, pegado al aeropuerto y frente al arroyo Mártires, que desemboca en el Paraná. Se trata de un predio de 22 mil metros cuadrados con un observatorio astronómico, un centro de convenciones, galpones para talleres y un edificio frente a una plaza seca donde conviven la biblioteca pública, salas de ballet, un centro de arte, aulas para artes del fuego y, entre otras cosas, dos teatros hermosos: el lírico y el de prosa. El Parque es relativamente nuevo, de 2008, y se fue construyendo de a partes. El domingo el festival compartió esta sede con la Feria Forestal. Y el mismo día tuvo que competir con Panam, quien llevó su espectáculo Panam y circo al Auditórium Montoya.
Claro que la tónica del Tutú es diferente a la propuesta por Laura Franco. Una de las figuras de esta edición fue Presa, que presentó dos de sus trabajos: Robin 4 x 4 Hood y ROM y JUL, una historia inconclusa. Los Cantayasos, discípulos de Hugo Midón y Carlos Gianni, deslumbraron con En viaje. Se presentaron, también, Clac! Una obra de película y Bom Bim Bam, del grupo Amichis; Cuentos al derecho, del Teatro Estable de Títeres y Actores de la Comedia Cordobesa; y La orquesta de las maravillas, de Armando Lío (Rosario). Desde México llegó el grupo Teatro al Vacío, que ofreció Pulsar, espectáculo para bebés, y Cerca. Por otro lado, a 15 kilómetros del Parque, en el centro de Posadas, Claudio Ledesma ofreció un taller. Ocurrió en el Vicente Cidade, ex depósito yerbatero devenido en centro cultural a principios de los noventa, así llamado en homenaje al músico y poeta nacido en Villa Urquiza, hermano de Ramón Ayala.
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