RADIO › CABEZA, A LA BúSQUEDA DE UNA EXPERIENCIA DIFERENTE
Después de varios años dedicado a la producción en distintas emisoras y con estrellas como Fernando Peña, Lucas Ribaudo se animó a la conducción con un ciclo que es pura libertad y que encaja a la perfección en el esquema de La Tribu: hoy festeja cien emisiones.
› Por Emanuel Respighi
En el lenguaje popular, existen “cabezas” de todo tipo, y cada una tiene su propia connotación. Las hay “duras”, “locas”, “rapadas”, “de chorlito”, “de novio”, “de termo” y hasta “de tortuga”. Y desde comienzos de año se sumó una “radiofónica”, que interviene el aire de FM La Tribu (FM 88.7), de lunes a viernes a las 12, bajo el nombre nada original de... Cabeza. Suerte de espacio abierto en el que la música y el humor se cruzan con pensamientos, ideas u ocurrencias variadas, delirantes y conceptuales, Cabeza es un programa de radio que parece haber abierto una grieta creativa dentro de un medio que no por descontracturado alcanza a brindar tonalidades, formatos y estilos nuevos en el dial. Rara avis que se vale de los recursos tradicionales del medio para innovar con criterio y conocimiento de radio, el ciclo es la más clara demostración de que con herramientas radiofónicas es posible correrse del formato de “charla entre amigos” que signa a la FM. “Cabeza es un programa abierto, que está en constante movimiento. De ahí el nombre: Cabeza nos permite infinidad de juegos a la hora de experimentar con la palabra y el sonido”, explica a Página/12 Lucas Ribaudo, conductor, productor y realizador general y musicalizador del ciclo que hoy cumple y festeja cien emisiones al aire.
Si por la cabeza humana pasan muchas cosas, nunca mejor puesto el nombre al ciclo, entonces. Es que Cabeza es un programa que, lejos de atarse a las estructuras del medio, se vale de ellas para quebrarlas y “romperles” la cabeza a los oyentes, que aquí dejan de ser meros receptores de mensajes para pasar a formar parte de una comunidad. El programa, por ejemplo, tiene un “patio subtropical” donde cada viernes se hace un fuego popular al que los oyentes llevan su pedazo de carne para tirar a la parrilla y disfrutar de música en vivo. Tiene una museóloga, una columnista de literatura y hasta extranjeros que de paso por Argentina cuentan lo que ven, con esa mirada fuera de foco, pero reveladora a los ojos y oídos de los nativos. En ese juego radiofónico, a las informativistas que despliegan las cinco noticias más importantes del día le suman columnistas que ofrecen miradas diferentes sobre temas que en ocasiones siguen la agenda del día, pero en otras buscan disparar ángulos y temáticas propias del ciclo.
“Me parece que el programa es una experiencia diferente a lo que hoy se escucha en radio”, cuenta Ribaudo, que debuta con Cabeza como conductor, luego de haber pasado en los últimos 16 años por variados roles en radios como Rock & Pop, TKM y Metro, donde durante varias temporadas supo encauzar desde la producción a ese huracán llamado Fernando Peña.
–¿Qué tan complicado es planificar y plasmar un programa diferente? ¿Tiene que ver con los recursos o con la creatividad?
–Si uno piensa que la radio mantiene cierta homogeneidad tiene que ver con el estado actual del medio. Se repiten y se establecen fórmulas, tiempos y/o estructuras. A veces bajados por las propias emisoras y, otras veces, intuyo que tiene que ver con la lógica de “los equipos ganadores” que no hacen cambios. Cabeza es una vuelta de rosca a los diferentes contenidos que marcan la agenda de los medios comerciales. Es un espacio de libertad y expresión. Los recursos son los mismos (o menores) que en las otras radios. Ya sea por los dispositivos técnicos o los recursos reales que tiene al momento de la puesta en el aire. Por otro lado, cuando te dan libertad y tenés ganas de explorar el soporte radio, la creatividad, las ganas de descubrir y de compartir se multiplican. Cabeza nunca es lo mismo. Siempre está mutando, incluso en el momento del aire.
–¿Cuánto influye en intentar un camino diferente el hecho de estar en FM La Tribu, una radio de cultura alternativa?
–En 2012 es muy difícil seguir hablando de “radios grandes”. Hay radios con mucha estructura (en tanto recursos técnicos, edilicios y humanos) que no transmiten las 24 horas una programación en vivo. Hay radios muy masivas a las que no las podría catalogar como “radios grandes” porque a la hora de evaluar sus propuestas –a base de consignas–, sus contenidos –copypaste de los diarios– y su identidad artística –uniforme en toda su programación– se convierten en radios más bien pequeñas. El programa técnicamente se podría realizar en cualquier lugar. Los que hacemos este programa estamos orgullosos de hacer una tira en una radio comunitaria con 23 años de historia como La Tribu. Y lo hacemos por amor a la comunicación. Quizá sea interesante pensar cómo hacemos para fortalecer las radios comunitarias. El desafío está en pensar estrategias para que una radio como La Tribu encuentre más popularidad, masividad y rentabilidad sin perder su espíritu.
–Cabeza está cruzado por el humor, un recurso que la radio suele explotar al máximo. Sin embargo, el ciclo no tiene humoristas ni abuso del recurso. ¿Con qué intencionalidad interviene el humor en el programa?
–Woody Allen dice que el humor es igual a tragedia más tiempo (o yo me ensaño en recordar el concepto así). Un buen programa de radio es el que logra manejar los tiempos. Los humores del programa cambian, estoy todos los días al aire y mi humor cambia. En Cabeza no hay un segmento destinado al humor ni tampoco hay humorista, sin embargo yo me suelo reír bastante.
–El programa tiene una estructura casi dramática en su puesta al aire integral, transitando por diferentes momentos. ¿Qué lugar ocupa la música –tanto las cortinas como los tenas– como pulso del ritmo radiofónico?
–La música tiene un lugar fundamental en el programa. Cabeza no usa efectos de sonidos que subrayen o subtitulen cómo se tiene que entender el programa o lo que se dice. La música es contenido; las cortinas y canciones son intencionales. Todos los días hay una elección especial de la banda sonora. Se nota por ejemplo en las piezas artísticas que interpreta el gran locutor Pedro Aníbal “Manito” Mansilla o los radiopoemas que interpreta la poeta y periodista Jimena Arnolfi, que además musicaliza los lunes. Los miércoles musicaliza el realizador audiovisual Hernán Petriz. Eduardo Fabregat tiene una columna los viernes “desde el bunker”, y cierra con una canción intencionada. Todo el día tenemos música en la cabeza y eso se nota.
–¿Cómo surge y por qué los viernes de fuego popular? ¿Hay una búsqueda que trasciende lo radiofónico o es adaptarse a la nueva lógica de consumo cultural?
–Los viernes nos festejamos y compartimos un show musical en vivo. A los músicos no les pagamos, pero les convidamos un sanguchito o una verdura a cambio de sus canciones. También es la excusa para compartir el cierre de la semana, para que si sos oyente no almuerces solo frente a un tupper. Esto es radioservicio: nosotros prendemos un fuego, vos asás tu comida. Es una invitación a la radio abierta. En FM La Tribu no hay un tipo de seguridad que pida documento para poder visitar la radio. Y eso nos gusta.
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