DANZA › XAVIER LE ROY Y MåRTEN SPåNGBERG BAILARáN EN EL CENTRO CULTURAL DE LA COOPERACIóN
Los dos coreógrafos estrenarán solos en el marco de las III Jornadas de Investigación en Danza del IUNA. El francés trabajó en biología molecular y celular, mientras que el sueco fue crítico y dramaturgo antes de convertirse en performer.
› Por Cecilia Hopkins
En el marco de las III Jornadas de Investigación en Danza que organiza el IUNA, se presentarán por primera vez en el país dos coreógrafos y performers que marcan tendencia a nivel internacional. Se trata del francés Xavier Le Roy y el sueco Mårten Spångberg, quienes estrenarán sendos solos en el Centro Cultural de la Cooperación (Av. Corrientes 1543): Producto de las circunstancias (Product of circumstances), de Le Roy, podrá verse hoy; y Encendido por la emoción (Powered by emotion), obra de Spångberg, mañana. Por otra parte, junto a integrantes del IUNA, el miércoles 11 se estrenará Project en Buenos Aires, versión de una obra de Le Roy creada en 2003. Tanto en su país como en el ámbito internacional de la danza, Le Roy es considerado un bailarín atípico y sin dudas lo es: antes de dedicarse de lleno a la danza trabajó como investigador de biología molecular y celular. No obstante su formación, no le interesa establecer categorías entre danza y teatro. Según su punto de vista, los aspectos políticos y sociales “contaminan” el cuerpo del intérprete. A una década de haber abandonado su actividad científica, hoy está considerado como uno de los intérpretes más destacados de la llamada danza conceptual (ver recuadro). Su obra Producto... toma como punto de arranque su propia biografía.
Por su parte, Spångberg no es un bailarín que cuenta con “una formación rigurosa en danza”, según él mismo aclara, sino que es un crítico, teórico y dramaturgo que devino en performer: fue luego de desempeñarse como curador de festivales internacionales de danza cuando Spångberg se convirtió en un artista multidisciplinario. Ambos coreógrafos –que brindarán el sábado 7 una charla abierta, a las 16, en Sánchez de Loria 443– hablaron con Página/12 sobre sus respectivas visiones de la danza.
–¿Cómo ingresan en el campo de lo performático los temas políticos y sociales?
Xavier Le Roy: –Los aspectos sociales y económicos, así como lo geográfico o biológico, están continuamente construyendo y contaminando mi cuerpo. Como cualquier otro cuerpo, el mío es un espacio de intercambio de valores producidos por estos factores, sean sociales, económicos, políticos o biológicos.
–¿Cuáles son los criterios que suele utilizar para interrelacionar teatro y danza?
X. L. R.: –Este tipo de precisiones son una completa pérdida de tiempo. En función de interrelacionar ambos primero necesitaría separarlos, y no me gusta establecer categorías. Me interesan las artes performáticas en general, principalmente los trabajos experimentales y aquellas obras motorizadas por la acción crítica.
–Sin embargo, hay diferencias notables entre el teatro y la danza...
X. L. R.: –El teatro es para mí un “dispositivo” y la danza está referida a diferentes tipos de vocabulario y gramática de movimiento. Mi interés se centra más en reflexionar y trabajar con el movimiento en sus términos generales y en sus diferentes modos de comprensión. Me gusta pensar y trabajar la coreografía de modo tal que estos conceptos estén incluidos. Lo que es importante es lo que la danza o el teatro construyen y qué tipo de experiencias permiten, cuáles son las preguntas que proponen.
Por su parte, Spångberg trabaja en Encendido... sobre música de Keith Jarrett y sobre las Variaciones Goldberg, de Bach. Lo singular de este trabajo es que el bailarín reproduce en escena la improvisación filmada en los ’80 por Steve Paxton (iniciador del Contact Improvisation) sobre las mismas Variaciones Goldberg. Así, lo que fue producto de un instante de creación de un intérprete es reconstruido por otro. Según la crítica especializada, esta modalidad de trabajo crea un efecto de extrañeza, comparable a escuchar a alguien que habla un idioma por fonética, sin saber lo que dice. Como segunda parte de su performance, Spångberg canta sobre la parte instrumental de cuatro canciones de la película Buena Vista Social Club. Ambas secciones del espectáculo están vinculadas con la idea que el artista tiene de reciclaje.
–¿Cuál es la vía que utiliza un intérprete para apropiarse de lo realizado por otro artista?
Mårten Spångberg: –Es una cuestión de ecología. Ya hay mucha mala coreografía en el mundo, entonces, ¿por qué agregar aún más? Estoy a favor del reciclaje. Otra perspectiva es ver cómo el significado es transformado por la repetición. Utilizar material existente me permite un cierto desentendimiento del tema de la autoría, el significado ya está establecido y mi situación se parece más a la de un DJ que a la de un autor. Hago un remix en lugar de crear. Soy una niñera más que una madre... Además, los niños de los otros son, muchas veces, tanto más atractivos (risas).
–¿Cómo se construye un lenguaje propio?
M. S.: –En lo personal, mantengo una relación ambigua con prácticas que aparecen como correctas, o aquellas consideradas estables, convencionales y normativas. Estoy interesado en el cuerpo, sus movimientos, transformaciones y secretos, justamente porque tiende a deslizarse por fuera de todo lo que llamamos correcto. Opera en tierras fronterizas: pareciera que constantemente está moviéndose entre polaridades, nunca está en sincronía con el lenguaje. Y esto no es sólo un deseo de ser incierto sino que resulta limitante encasillar la compleja y heterogénea naturaleza del universo discursivo del cuerpo debido a que las variables de sus formas reflejan la naturaleza compleja del hombre.
–¿Sobre qué materiales se construye la singularidad de un intérprete?
M. S.: –Es interesante el uso de la palabra “intérprete” y no “bailarín”. En realidad, la interpretación mina el concepto de singularidad, si el modo en que entendemos la singularidad se aproxima a la idea de autonomía.
–¿Qué es, entonces, la interpretación?
M. S.: –Muchas veces la interpretación se entiende como un desciframiento, como una traducción. En mi propia práctica estoy constantemente ocupado en minar ese sentido del concepto. No estoy interesado en la traducción, es más, tampoco quiero ser un buen traductor. Lo que me gusta es la equivocación de una cita, el invento.
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