Viernes, 4 de marzo de 2011 | Hoy
DANZA › MARIA FUX ESTRENA ¿AHORA QUE? EN EL 25 DE MAYO
La coreógrafa, directora, docente y creadora de la danzaterapia abandonó los escenarios el año pasado, pero sigue bailando en su sala. Y, a los 89 años, mostrará un espectáculo que deposita en el movimiento la responsabilidad de contestar interrogantes.
Por María Daniela Yaccar
María Fux se entretiene en el detalle y culmina en la filosofía: “En mi ventana hay un pájaro que ha hecho un nido. No es una paloma, es más chiquitito, divino. Veo cómo está, qué está haciendo. Soy una amante de la vida”. ¿Quién podría objetarla? Fux se retiró de los escenarios hace nada más que un año, pero, a sus 89, dedica todo su empeño y tiempo a la danza. La enseña en su casa-estudio porteño, la piensa, la dibuja y la pone en escena, como lo hará este viernes y sábado a las 20.30 en el Teatro 25 de Mayo (Triunvirato 4444), con el Grupo Hoy. Lo nuevo de la creadora de la danzaterapia es ¿Ahora qué?, espectáculo que deposita en el movimiento la responsabilidad de contestar interrogantes, aun cuando no tienen respuesta, como el que da el título a la pieza. “Uno siempre se pregunta qué va a hacer después de lo que está haciendo. Pero ése es el misterio”, reflexiona la coreógrafa, quien en la entrevista con Página/12 dará a entender que va para adelante, que no acostumbra a detenerse en ese tipo de preguntas.
Es que para Fux, que deja trasuntar en sus palabras la misma pasión que imprimió a sus comienzos –cuando convenció a Leónidas Barletta de que la dejara mostrar lo que sabía hacer–, “danzar es la vida”. No hay una temática llana, concreta, en este nuevo espectáculo. Su creadora, quien también lo dirige, ofrece una síntesis de escasas palabras: “Tratamos de hacer preguntas que el cuerpo a veces responde y a veces no”. En ese intento, el movimiento es la espina dorsal. Pero hay otros componentes (o “estímulos”) muy importantes, que no casualmente Fux ha realzado en puestas anteriores. La música –variada: Piazzolla, René Aubry, Scheila Chandra, y más–, los colores –con imágenes de Pérez Célis, quien también apareció en su despedida de los escenarios– y el silencio. Ella es, también, una amante del silencio, y lo conoció muy de cerca, en su intenso trabajo con sordos. En síntesis, el combo deriva en un mensaje ultrapositivo, muy propio de Fux. “Con ¿Ahora qué? queremos decir que sí, que se puede.”
“Tratamos de cruzar los miedos para poder averiguar qué es lo que nos pasa y cuáles son los estímulos que nos ayudan a poder danzar con cuerpo”, se explaya la coreógrafa. Aclara que, aunque indefectiblemente la obra esté relacionada con la danzaterapia, la metodología que inventó no es especialmente eso. “La danzaterapia está dirigida también a la gente que tiene problemas. En este caso, es un grupo que ya es profesional, que trabaja con el método que he creado. Y, fundamentalmente, todas tienen propiedades de artistas”, adelanta. Son doce bailarinas de distintas edades, una de ellas oriunda de Italia, donde Fux trabajó durante treinta años, con centros en Milán y en Florencia.
–¿A qué se refiere cuando habla de los miedos?
–Pienso que, en general, se tiene miedo a las arrugas, al tiempo físico, al miedo de quedarse sin posibilidad de moverse, a las enfermedades, al porvenir. Si uno no tiene una vocación, tiene que ver de qué trabaja. Yo siento miedo en la calle, por lo que veo: los cartoneros, la gente que duerme en el suelo y el dolor de saber que no hay suficiente instrucción para que todos los chicos puedan leer y escribir. Amo la escuela pública, así que soy una luchadora para que tenga un buen nivel y para que todos podamos aportar para seguir andando. Esos son los miedos. También a no saber.
–¿Entiende al cuerpo como un cuerpo que no puede no ser social, es decir, no entrar en relación con su contexto y otros cuerpos?
–El cuerpo es de uno. Uno tiene el cuerpo que va haciendo a través de la vida. El cuerpo cambia, como cambiamos nosotros. Es unidad, no es ni cabeza ni pies. Es la totalidad de la persona.
–¿Por qué la danza sirve para trabajar con los miedos y los dolores?
–Ayuda a equilibrar tu mundo emocional y físico. Porque no se enseña a través de pasitos ni de ejercicios. Te ayuda a comprenderte, a tratar de saber quién sos, a comprender cuál es el espacio donde vivís y a crear con el cuerpo estimulado a través de la música, el color. Es transformadora, depende de quién lo reciba, cómo lo reciba, qué es lo que va sintiendo.
María Fux tiene calle. Llevó su arte a psiquiátricos, cárceles y hogares de ancianos y generó cambios en cada lugar, ganando adeptos a su metodología. En simultáneo, pisaba el Colón, sin escalas, y recibía distinciones por todas partes. El año pasado se despidió de los escenarios con su unipersonal Diálogo con imágenes. Como directora, coreógrafa y docente –y bailarina en su sala– todavía tiene ganas de indagar en el interior de la disciplina. “Mi método de danzaterapia todavía no está terminado. Está comenzando. Van cambiando muchísimas cosas, aunque se mantienen las positivas. Cambian porque la que está cambiando soy yo. Esto no es una fórmula que se repite. No es uno y uno, dos; puede ser tres.” Y está contenta de que otros tomen su método y se sigue sorprendiendo. “Hoy me llamó una persona que me llenó de emoción. Me dijo que era no vidente y que amaba la danza, aunque no la haya visto nunca. ‘¿Hay posibilidades de que me integre a un grupo?’, me preguntó. Le dije que sí, porque siempre hay integración. Me sorprende de maravilla esa búsqueda de los otros, me hace conocer mis propios límites.”
–¿No extraña el escenario?
–Estuve arriba más de sesenta años en forma individual. Creo que he cumplido un buen ciclo... Ahora lo piso desde otro punto de vista, con una experiencia más completa: en vez de verme en lo que estoy haciendo, veo las posibilidades de los otros desde mis experiencias. Le doy al grupo y a la gente que va a venir todo lo que nadie me dijo a mí y que yo sí puedo darles a los otros. Claro que siempre se extraña, pero al escenario no lo dejo. Bailo en mis clases. Yo sigo avanzando, avanzar es la vida.
Otro ámbito en el que Fux se paseaba con su arte eran las plazas. Se define como una “mujer de barrio”, porque creció en Caballito y solía bailar en Parque Centenario. Por eso está más que entusiasmada con el hecho de que el teatro en el que montará su espectáculo esté ubicado en Villa Urquiza. Y más con el precio de la entrada: solamente 5 pesos. Confía en que podrá acercarse el público que más le interesa: el que no ve danza.
–¿Por qué no hay un público tan amplio para la danza?
–La gente ve la televisión. ¡Las cosas horrendas que pasan! Ese es el lenguaje que se usa permanentemente, lo que se escucha y se ve a la noche.
–Y en la televisión sí que hay danza. ¿Por qué será que la disciplina adquiere un estatuto popular cuando apela a...
–...una cosa que no tiene nada que ver con tu mundo de adentro, sino con lo que estás mostrando del busto para abajo, como en el programa de Tinelli. Todo ese mundo no lo veo, porque tengo cosas para leer, escuchar o estar tranquila y en silencio, pensando qué es lo que voy a hacer mañana.
–Entonces, ¿ahora qué?
–Qué suerte que pude armar un grupo. Que puedo estar arriba del escenario desde otro punto de vista. Que puedo crecer para seguir dando. Que el grupo siente lo que estoy haciendo, y se siente parte no de mí sino de sí mismo. Qué suerte que tengo de seguir haciendo.
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