Desde hoy hasta el domingo se podrá ver esta versión de El Mesías.

Desde hoy y hasta el domingo, el Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín cambia de escenario y suma, a sus eximios bailarines, una orquesta en vivo, voces solistas y coro. Por tres únicas funciones, El Mesías, espectáculo coreográfico de Mauricio Wainrot con música del compositor alemán Georg Fiedrich Händel, que hasta el pasado 6 de abril se presentó en la sala Martín Coronado, se muda al Teatro Coliseo a raíz de un convenio de colaboración entre el Complejo Teatral de Buenos Aires y la Fundación Coliseum. Un acuerdo que permite enriquecer la obra basada en el famoso oratorio del siglo XVIII, con la actuación de la orquesta y las voces de Buenos Aires Lírica, dirigidas por el maestro Carlos David James. Inspirado en textos de las Sagradas Escrituras sobre la vida de Jesús, El Mesías tiene un largo recorrido. Wainrot creó la primera versión en 1997 para el Ballet Real de Bélgica antes de girar por Europa, China y Canadá. Dos años más tarde realizó una segunda versión para el Ballet Nacional de Chile, un poco más extensa que la anterior. Esta es la que dio a conocer ese mismo año con el Ballet Contemporáneo del San Martín que actualmente dirige. La volvió a montar en varias oportunidades: en el 2000, 2001, 2003 y 2007 en Buenos Aires, y en los últimos años en la Opera de Riga (Letonia) y en la Opera de Estocolmo. En esta segunda versión, el coreógrafo trabaja con treinta temas del oratorio y con el conocido “Aleluya” final. Y dice al respecto: “El Mesías representa para mí una mirada a nuevas y viejas utopías, hacia nuestro interior. Una necesidad de volver a escuchar nuestros más íntimos silencios y acercarnos a los otros, especialmente a los seres que amamos, que comparten nuestra historia y nuestro destino. Ha sido una experiencia personal que me conmueve y que intento compartir con todos”.

Estrenada por diez compañías de ballet de distintos países, es una de las creaciones del artista argentino más difundidas a nivel mundial. Y lejos está de ser una reposición más, ya que por su extensión y concepción no es una pieza fácil de abordar. Considerada como la obra maestra del género oratorio, es un monumento sonoro de inspiración religiosa no destinada a la representación escénica con personajes en su sentido tradicional. En ella, los cuerpos y la música son los protagonistas. Intérpretes vestidos de blanco absoluto, un espacio escénico depurado (apenas unos bancos también blancos que se integran a la acción) y un cielo azul de fondo forman el marco para la exaltación de la danza como celebración espiritual, sin referencias cristianas ni ilustraciones religiosas. Los bailarines manejan con igual solvencia tanto la levedad como el contacto con la tierra. Es una obra integral que involucra a todos los intérpretes de la compañía (casi treinta), lo cual implica un fuerte despliegue y una comunión entre ellos. Todo en un estilo neoclásico con algunos elementos contemporáneos.

Al Ballet Contemporáneo del San Martín se suma la música en vivo de Buenos Aires Lírica, una agrupación independiente surgida en el 2002 que busca ampliar el panorama local a través de un repertorio no muy transitado. En este sentido, ya interpretaron obras de Monteverdi, Offenbach, Donizetti y Janácek, entre otros. Esta vez, Carlos David James dirigirá la orquesta: un músico nacido en 1985, que debutó como director con sólo 21 años junto a la Orquesta Académica del Colón y que combina juventud y experiencia. Dirigió la Orquesta Académica de Buenos Aires, la Orquesta Sinfónica de Avellaneda, la Orquesta Sinfónica de Tucumán y la Banda Sinfónica de La Pampa, entre otras formaciones. Se perfeccionó en la Ecole Normale de Musique de Paris Alfred Cortoty; actualmente lo hace con el maestro Carlos Calleja. Además de dirigir la orquesta, James conducirá un cuarteto de voces solistas: Oriana Favaro (soprano), María Luisa Merino (mezzosoprano), Iván Maier (tenor) y Norberto Marcos (barítono), secundados por el coro. Las funciones serán hoy y mañana, a las 20.30, y el domingo a las 19 en la sala ubicada en Marcelo T. de Alvear 1125, en un montaje con escenografía y vestuario de Carlos Gallardo e iluminación de Eli Sirlin.