Mar 29.07.2014
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DANZA › CLAUSTROFOBIA, DEL ESPAñOL YOSHUA CIENFUEGOS, EN EL SAN MARTíN

Acción continua como motor para el cambio

› Por Carolina Prieto

El segundo programa del año del Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín tiene como plato fuerte el estreno local de Claustrofobia, una pieza del coreógrafo español Yoshua Cienfuegos –director de una de las pocas compañías de danza independientes de ese país–, junto a las reposiciones de dos piezas de prestigiosas creadoras locales: En cero, de Roxana Grinstein, y Bolero, de Ana María Stekelman. Invitado por Mauricio Wainrot, director artístico del elenco porteño, Cienfuegos eligió montar una de las piezas que conforman su gran obra Odeim, vocablo cuyas letras invertidas forman la palabra miedo. El español ocupa un lugar importante en la escena ibérica: egresó como bailarín del Institut del Teatre de Barcelona y fundó hace quince años la compañía CienfuegosDanza, con sede en Valencia y con la que obtuvo premios como el del Certamen Coreográfico de Madrid y el Premio Nacional de Danza de Costa Rica.

La versión local de su obra tiene unas cuantas variaciones en relación con la original: de cinco intérpretes pasa a quince y el escenario de la sala Martín Coronado se luce en toda su amplitud. El telón negro del fondo desaparece y el público puede ver el fondo y los laterales de paredes de ladrillo. Todo está al descubierto; los bailarines tampoco llevan mucha ropa: pies descalzos, apenas shorts y remeras... que en un momento se sacan para bailar en calzoncillos y bombacha. La amplitud escénica y la desnudez parecen contraponerse al título de la obra, que alude al temor al encierro, a las sensaciones de ahogo y falta de aire. Sin embargo, durante media hora los bailarines no detienen nunca una danza dinámica y enérgica, como una lucha continua para acceder a un estado más luminoso y esperanzador. Como si el movimiento continuo y la acción fueran el motor para el cambio.

“No me interesan las reposiciones sino que los intérpretes hagan suya la obra y aporten a la creación. En esta versión trabajé con el triple de bailarines que en España. Tienen un nivel técnico impresionante y se comprometieron emocionalmente con la propuesta. El resultado es casi una obra nueva”, comenta el creador en diálogo con Página/12. Y agrega: “Claustrofobia y las demás piezas que integran Odeim hablan del miedo desde distintos puntos de vista. Esta plantea los miedos más internos del individuo, los temores mentales. Para enfrentarlos nada mejor que ‘paciencia, esperanza y sobre todo acción’”. Por ello el ritmo no se detiene y el espectáculo no transmite ni angustia ni desasosiego sino una búsqueda permanente para pasar a otro estado. Sólo una luz roja de alerta tipo sirena y un maniquí con un saco militar aportan cierto clima opresivo. “Nunca nos planteamos como victimas sino como seres que no se resignan y que sostienen una lucha constante”, advierte. En una época de despliegue de las tecnologías de la comunicación y del auge de las redes sociales, el trabajo de este coreógrafo hace foco en un estado opuesto: el encierro y la falta de una verdadera conexión entre los hombres. “Vivimos en una época de comunicación fast-food, con tanta información circulando que no se llega a procesar. Hay un simulacro de encuentro. La comunicación profunda no se da”, opina. Como los personajes de su obra, Cienfuegos es un ejemplo de empuje para seguir adelante y no quedar inmovilizado frente a una realidad adversa. “En España mermó el apoyo a las compañías. La gran mayoría desapareció y cuando pienso cómo hacemos para mantener la nuestra, no lo puedo creer. Es magia y trabajo. Nos mueve la ilusión de hacer lo que nos apasiona”, explica.

Claustrofobia se puede ver junto a En cero y Bolero hoy a las 20.30, el viernes a las 14.30, sábado y domingo a las 16.30 (en Corrientes 1530). La primera tiene música de Tchaikovsky en estado puro y también procesada por Martín Ferrés, el músico con quien suele trabajar Roxana Grinstein. Es una coreografía con aires románticos y luces doradas, con pasajes más tranquilos y juguetones y otros más dramáticos de encuentro entre hombres y mujeres. La música, la ropa clara, las luces y sombras del diseño lumínico y el uso del espacio escénico en altura dibujan distintas posibilidades de encuentros y relaciones.

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