Sábado, 20 de diciembre de 2014 | Hoy
DANZA › LO MáS DESTACADO DE LA DANZA EN LA TEMPORADA 2014
Dos importantes festivales, la vigencia de los elencos estables, la masividad del baile de tango y el paso decidido de los artistas más jóvenes marcaron el pulso de la actividad. El ambiente se movilizó por el Proyecto de la Ley Nacional de Danza.
Por Carolina Prieto
El 2014 será recordado como el año en que el proyecto de la Ley Nacional de Danza ingresó al Senado de la Nación con un alto grado de movilización que acompañó la iniciativa. El 29 de abril pasado, en el marco de los festejos por el Día Internacional de la Danza, legisladores de distintos partidos políticos y referentes de la actividad coincidieron en que existe una deuda con esta disciplina. Se realizó una conferencia de prensa, hubo festejos en varias ciudades del país y en la plaza del Congreso se desarrolló durante la tarde el festival “29A - La danza se mueve por su ley” con coreografías, clases y performances. El proyecto, redactado por las bailarinas y coreógrafas Eugenia Schvartzman y Mariela Ruggeri, junto a Noel Sbodio, con el apoyo de un amplio sector de los trabajadores de la danza, contempla la creación del Instituto Federal de Danza, un organismo que llevaría adelante una política de fomento integral para todas las danzas que existen. Además, busca el reconocimiento de bailarines y coreógrafos, ya que en la actualidad no tienen estatuto ni base jurídica. En términos generales, implica el apoyo a la creación, la interpretación, la docencia, la investigación y la difusión de la danza en su multiplicidad de géneros. Más allá de este hecho puntual, durante este año los artistas siguieron dando muestras de su potencia creadora.
La danza contemporánea contó con dos importantes festivales: uno a cargo del Ministerio de Cultura de la Ciudad y otro organizado por la asociación independiente Cocoa-Datei. Ambos reflejaron la diversidad estética: desde obras para espacios tradicionales pasando por performances, instalaciones, obras conceptuales, danza-teatro, piezas kinéticas y de composición instantánea. El primero, con entrada libre y gratuita, contó con una respuesta masiva que desbordó la capacidad de las salas y con un único elenco extranjero (la vibrante compañía Modern Table, de Corea), mientras que el segundo trajo cinco propuestas internacionales provenientes de Chile, España, Colombia y Brasil. Por fuera de estos dos eventos, la danza contemporánea siguió desarrollándose en ámbitos ya tradicionales para la disciplina, como el Centro Cultural Ricardo Rojas, el Haroldo Conti, el Centro Cultural de la Cooperación, el Borges y el Portón de Sánchez; además de hacerlo en espacios más íntimos pero muy pujantes como Café Muller y Espacio Cultural Dinamo. Los elencos estables como el Ballet Contemporáneo del San Martín, la Compañía Nacional de Danza Contemporánea, el Grupo de Danza de la Unsam y la Compañía del IUNA siguieron activos, profundizando cada uno en su línea. Los artistas más jóvenes pisaron fuerte. Los cuerpos, de Ramiro Cortez y Federico Fontán; y Moralamoralinmoral, de Milva Leonardi, Marta Salinas, Brenda Carlini y Agustina Fitzsimons, dos espectáculos surgidos de la Bienal de Arte Joven de la Ciudad, aportaron riesgo y creatividad sorprendiendo al público y a los críticos. También lo hicieron Rakhal Herrero, Lucía Disalvo, Celia Argüello Rena, Josefina Gorostiza y Jimena Pérez Salerno, entre otros representantes de la nueva generación.
El ballet se concentró en el Teatro Colón con la puesta de El Cascanueces, El Lago de los Cisnes, El Corsario, Rodin y Giselle (este último espectáculo contó con Paloma Herrera en varias de sus funciones), y una producción especial pensada para acercar a niños y jóvenes a la danza clásica, Baile de graduados. También hubo una Gala Internacional de la que participaron primeras figuras de compañías extranjeras. En la misma línea de invitar a bailarines que brillan en el mundo, el Teatro Coliseo contó con su propia Gala que reunió a diversos intérpretes, entre ellos el argentino Herman Cornejo, actual primer bailarín del ABT de Nueva York. En esta sala, el otro gran escenario para la danza clásica, se presentó el ballet completo Don Quijote, con el ruso Daniil Simkin (primera figura del ABT) y su compatriota María Kochetkova (San Francisco Ballet) en los roles protagónicos, junto al Ballet del Teatro Argentino de La Plata. Allí también hizo su debut el Ballet Nacional Danza por la Inclusión, creado por el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, dirigido por Iñaki Urlezaga, con la intención de integrar a bailarines de todo el país sin mayores oportunidades y públicos que usualmente no tienen acceso a los espectáculos de danza, mediante funciones gratuitas en Capital y en el interior de país, además de realizar clínicas y talleres de formación. El género que sigue convocando multitudes es el tango. El Mundial de Baile –realizado en el marco de Tango Buenos Aires. Festival y Mundial– reunió casi 600 parejas de distintas partes del mundo y las finales en el Luna Park de las categorías Escenario y Salón fueron nuevamente citas imperdibles para los tangueros. Por otro lado, la muerte de Iris Scaccheri en julio pasado fue muy sentida en el ámbito de la danza contemporánea. La creadora platense fue un emblema de la vanguardia de los años ’60 y ’70; generó pasiones y rechazos al romper con convenciones y mantenerse siempre fiel a sí misma y a su enorme libertad.
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