DANZA › WALTER SOARES PREPARA EL NUEVO ESPECTáCULO DEL GRUPO CAVIAR
Al frente de la agrupación creada por el recordado Jean-François Casanovas, el bailarín y coreógrafo estrenará a principios de 2016 Club Capo Cabana, una obra que “con rapidísimos cambios de vestuario hará un uso teatral del transformismo”.
› Por Cecilia Hopkins
Bailarín y coreógrafo, Walter Soares debutó en el grupo Caviar a los 19 años, bajo la supervisión de su director, Jean-François Casanovas. “A él le debo las mejores cosas de mi vida, arriba y abajo del escenario”, asegura hoy, a siete meses del fallecimiento del creador que en los 80 inauguró un estilo de espectáculo que originó con el tiempo una legión de imitadores. Hoy al frente del grupo, en gran parte remozado, Soares habla con Página/12 sobre sus inicios y adelanta las características de Club Capo Cabana, el show que estrenará el 7 de enero en el Maipo Cabaret (Esmeralda 443): “un viaje delirante, lujoso e irreverente, con rapidísimos cambios de vestuario y uso teatral del transformismo”. El elenco está integrado por Marcelo Iglesias (otro histórico del grupo) Gabriela Figueroa, Juan Salas, Tamara Solange, Mauricio Guzmán, Johanna Ferrau, Facundo Vivota y el propio Soares.
El bailarín y coreógrafo comenzó su carrera siendo asistente de vestuario para luego pasar a interpretar roles menores y afianzar su protagonismo en las prolongadas giras del grupo. Su experiencia fue en aumento hasta que en el 98, un serio problema de salud lo obligó a realizar un corte en su actividad. Y si bien una vez repuesto continuó trabajando, recién en 2011 reingresó a Caviar, aunque ya como socio de Casanovas y cabeza de compañía: “Hace rato que Jean venía ‘entregándome’ a Caviar”, afirma Soares y agrega como para justificar el deseo del director: “Es que teníamos el mismo idioma”.
Desde hace tiempo en el rol de entrenador de los actores y bailarines que renuevan el equipo artístico del grupo, Soares opina que los maestros y directores de hoy corren el peligro de perder peso con la telefonía inteligente. “Son muchos los que piensan que en Internet está todo lo que hay que saber”, afirma. Asimismo, señala que el celular conspira contra la atención en el trabajo. “Jean-François estaba harto de pedir que apagaran los celulares en los ensayos”, recuerda, y concluye: “La verdad es que antes uno estaba pendiente de lo que estaba haciendo y no de lo que pasaba afuera”.
–¿Qué le pide a un nuevo integrante de Caviar?
–Que sepa escuchar y mirar. Que tenga ganas de trabajar y que no lo haga por lo que va a recibir a cambio. Nunca me gustó la gente que se queda cruzada de brazos. Acá se trabaja mucho. Si sos haragán, fuiste.
–¿Comparten tareas?
–Los verdaderos “caviares” hacemos de todo: actuar, bailar, maquillarnos, hacer luces, todo. Somos laburantes del arte y sabemos que nuestro arte no se negocia. Se muestra lo mejor que se puede mostrar y sabemos que podemos seguir aprendiendo.
–¿Cómo será Club Capo Cabana?
–Capo Cabana, que en italiano significa jefe de casa (en referencia a su personaje) tiene 31 escenas distintas, muchas de ellas, grupales. Del viejo Caviar volveremos a hacer la Marlene “de los brazos largos”, la Josephine Baker y también el bloque de tango que hacíamos con Jean. Habrá mucha sensualidad y desnudos de hombres y de mujeres. Y como siempre, un gran vestuario.
–La apuesta de Caviar es, en ese sentido, muy fuerte. Demandará una gran inversión...
–Sí. Llegué a vender una propiedad pero no para comprar otra (y eso que vivo hace 20 años en una casa que alquilo), sino para invertir en vestuario. Nunca nos fue mal, pero muchas veces no recuperamos la inversión.
–¿Qué piensa de las nuevas condiciones políticas?
–En mi mundo la política no existe. En mi mundo hay música, historias de cine, de teatro, pintura y mucho baile. Pero no solamente pienso en el trabajo: también aprendí a darle tiempo a cosas que no tienen que ver con el teatro.
–¿Cómo podría resumirse el espíritu de Caviar?
–Siempre fue difícil definirlo. Jean-François tenía mucha personalidad y eso es lo que hay que tener para mostrar lo que muestra Caviar. El transformismo no significa que un hombre se transforma en mujer o al revés, sino que uno se transforma en otra cosa. En lo que uno es realmente. Por eso, Caviar le está diciendo al espectador “si podés ser vos, sé vos”. Y hay gente que, ante esto, se siente muy incómoda.
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