INTERNET › YOUTUBE BLOQUEó LOS VIDEOCLIPS EN GRAN BRETAñA
› Por Andrew Keen *
Esta semana, la música murió para los usuarios ingleses de YouTube: el martes pasado, Google –la empresa madre de YouTube– empezó a bloquear a los usuarios para ver lo que llaman “videos musicales premium” en la plataforma de Internet más popular. La razón, por supuesto, fue el dinero: Google no pudo cerrar una nueva licencia o un acuerdo de regalías por el contenido de YouTube con la Performing Rights Society (PRS), el ente que recolecta en Gran Bretaña las regalías de los músicos. Naturalmente, ambas partes entraron en una sobrecarga de operaciones de prensa: PRS encontró la decisión de Google “particularmente decepcionante”, mientras que un vocero de Google protestó porque las demandas financieras de PRS eran “tan prohibitivas” que habrían forzado a YouTube a “perder sumas significativas con cada pasada”.
Los fans ingleses de la música no deberían sentirse especialmente perseguidos. Lo mismo sucedió en Estados Unidos en diciembre pasado, cuando Google, alegando una “imposibilidad de alcanzar términos comerciales aceptables”, bajó del sitio todos los videos musicales de Warner Music Group. Que todos los videos de Warner, de The B-52’s a Jane’s Addiction, desaparecieran abruptamente, fue un cruel regalo de Navidad para los usuarios regulares de YouTube.
Entonces, ¿qué está pasando, por qué esta súbita guerra entre YouTube y el negocio de la música? La verdad es que Google –que se encuentra bajo una severa presión económica, a causa de la declinación de la publicidad online y la potente competencia de nuevos medios sociales como Facebook y Twitter– está empezando a jugar fuerte con YouTube. No sorprende: YouTube, que es hoy el cuarto website más visitado y el segundo buscador más grande en Internet, controla alrededor del 60 por ciento del mercado de video online de Estados Unidos, con la música representando un 30% de sus visionados y un 47 por ciento de sus creativos más populares perteneciente a la música. Pero este tráfico masivo (estimado en cinco billones de visionados musicales por mes en Estados Unidos) no se está trasladando a la recaudación publicitaria, con el sitio aún vendiendo apenas un 3% de su capacidad.
Lord Carter, ministro de Comunicaciones, Tecnología y Transmisiones de Inglaterra, informó la semana pasada a un Comité de la Cámara de los Comunes sobre la situación entre PRS y YouTube: “Es un ejemplo de cómo valorar y financiar el contenido en el mundo digital... Hemos tenido décadas de contenido financiado de una única manera –vía pago de derechos y publicidad–, y ese modelo está cambiando a rápida velocidad”. Lord Carter incluso podría estar subestimando la naturaleza sísmica de los cambios en el negocio musical. Ciertamente todo está cambiando, con los sellos tradicionales, licenciatarios, publicitarios y vendedores siendo reemplazados por un radicalmente nuevo ecosistema de artistas, productores, distribuidores y consumidores. Y, para la sorpresa de casi todos, es YouTube –un proyecto con cuatro años de vida, iniciado por tres geeks de Silicon Valley que sólo querían un servicio simple para transmitir online videos de sus amigos y mascotas– el que se está convirtiendo rápidamente en el jugador decisivo.
La música no está muerta en YouTube. Google y PRS llegarán a un acuerdo y Google eventualmente firmará también acuerdos estratégicos con las cuatro grandes compañías discográficas. La música en Internet tiene hoy un tono diferente: Google está conduciendo las cosas con su nueva batuta de YouTube. Y no a todos les gustará lo que están escuchando.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
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