Domingo, 12 de julio de 2009 | Hoy
CULTURA › HABLA JORGE COSCIA, NUEVO SECRETARIO DE CULTURA DE LA NACION
El funcionario señala que su gestión tendrá “un sesgo político-ideológico relacionado con la construcción de un modelo”. Y dice que en su agenda están la Ley Federal de Cultura, el Bicentenario y algunos temas pendientes, como la creación del Instituto Nacional del libro.
Por Silvina Friera
En el Centro Cultural Borges, el flamante secretario de Cultura de la Nación, Jorge Coscia, recorre por segunda vez su primera exposición de pintura, La era de la Venus, con un paso ágil, entre atlético y despreocupado. Los cuadros “bastante frontales”, según los define, enlazan el icono de la Venus de Boticelli con los conflictos políticos recientes, como en el acrílico Maldita soja, donde se observa en un segundo plano al dirigente rural Alfredo De Angeli rodeado de micrófonos. Su compromiso con el proyecto kirchnerista –“la mejor expresión política de la vida democrática reciente”–, a través de los cargos que ocupó como presidente del Incaa (Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales) y hasta la semana pasada como diputado nacional, le ha quitado tiempo y energías al cineasta, que atraviesa con una naturalidad apabullante esta etapa de impasse fílmica. La pintura, ese lenguaje más íntimo y solitario, se convirtió en su refugio y en una nueva trinchera para promover el diálogo entre lenguajes. “Tengo mucha envidia por los pintores, por esa autonomía creativa que tienen”, confiesa Coscia a Página/12, ahora sentado en el bar, dispuesto a anticipar alguna de las medidas que marcarán el pulso de su gestión cultural. “No vengo de un repollo, he gestionado cultura, un tema que es familiar y cotidiano para mí”, aclara Coscia, que empezó a militar en la izquierda nacional, como muchos de su generación, a partir del impacto que generó el Cordobazo en la juventud de fines de la década del ’60.
Este hombre vestido de negro, desde los zapatos al saco, mañana pisará por primera vez las oficinas de la calle Alvear, donde se encuentra la Secretaría de Cultura, para reunirse con José “Pepe” Nun, su antecesor. “Estas primeras semanas serán un período de diagnóstico y evaluación que me permitirán trazar las modificaciones que haya que hacer”, subraya Coscia, kirchnerista de la primera hora que acompaña este proyecto político desde 1998, cuando participó junto a otros intelectuales, dirigentes y militantes peronistas de la creación del Grupo Calafate. “Acá no hubo un cambio de gobierno; yo no vengo a reemplazar al secretario de Cultura de otro gobierno. Nun es una persona por la que tengo un profundo respeto. Soy director de cine y no hay nada menos parecido que un director de cine y un crítico. No me pidan que sea crítico de nadie porque no sé hacer crítica. Sé realizar, soy un realizador.”
–Más allá de que tenga la necesidad de hacer un diagnóstico más acabado, ¿puede confirmar quiénes continuarán de la anterior gestión?
–Lo único que puedo confirmar, aun sin haber puesto el pie en la secretaría, es que Horacio González continuará al frente de la Biblioteca Nacional. María del Carmen Bianchi también seguirá al frente de la Conabip (Comisión Nacional de Bibliotecas Populares). De ninguna manera estoy diciendo que los otros funcionarios se van a ir; lo que ocurre con González y Bianchi, además de que creo que están haciendo muy buenas gestiones, es que comparto una visión política. Y sin lugar a dudas mi gestión va a tener un sesgo político-ideológico relacionado con una concepción de la cultura, del lugar privilegiado que ocupa la cultura en la construcción política, en la construcción de un modelo de país.
–El problema que enfrentan todos los que asumen una responsabilidad en la gestión cultural es la escasez de recursos. Los buenos proyectos chocan contra el corset del presupuesto. ¿Cómo va a encarar usted este asunto?
–Sin duda el presupuesto es un problema de la gestión cultural. Creo que tiene que haber un mayor presupuesto, con un criterio realista, aunque siempre va a ser insuficiente. El presupuesto tiene que mejorar. Lo ideal sería acercarnos al promedio histórico de los países que tienen políticas culturales muy sólidas, y ese porcentaje tendría que estar cerca del uno por ciento. Lo que hay que entender es que cuando hablamos de un aumento presupuestario son cifras formidables, aunque sean de medio punto. Pero un aumento presupuestario en Cultura no implica una sangría para el presupuesto nacional. La cultura es una actividad en la que con fondos moderados se logran grandes resultados. Yo siempre pongo de ejemplo el Incaa, que no se nutre por vía presupuestaria sino por una ley, por fondos que vienen del cine. Con un presupuesto de 35 o 40 millones de dólares, que es lo que cuesta una película barata de Coppola, nosotros tenemos una industria cinematográfica. Y te diría que audiovisual, porque el cine es el corazón de la industria audiovisual.
–¿Va a pedir aumento de presupuesto, un refuerzo o partida extra para el segundo semestre de este año?
–Descuento que voy a tener que pedir recursos porque el presupuesto para este año ha sido prácticamente ejecutado y yo quiero hacer gestión. Estoy convencido de que voy a tener el respaldo de mis colegas de gabinete. Mi sueño es que haya, dentro de los esfuerzos presupuestarios, un Fondo Federal de Cultura. Orson Welles decía que si cuando hablamos de cine a los cinco minutos estamos hablando de dinero, no estamos hablando de cine. Y esto vale, si querés, para la cultura.
–¿Qué opina respecto de la institucionalidad del área cultural? ¿Cree que es conveniente que alcance el rango de ministerio?
–Hace años que vengo sosteniendo que la cultura debe tener un lugar esencial en el proyecto de construcción de un modelo de país diferente del que hemos vivido los argentinos hasta el 2003. La cultura cumple un rol fundamental; los países son tan grandes como su proyecto cultural. No hay en la Argentina una sola concepción de la cultura, hay por lo menos dos grandes concepciones y es muy saludable que se expresen. Me acabo de enterar de que además de Carta Abierta, un verdadero polo de pensamiento cultural, hay un grupo que se llama Aurora (que estaría integrado por Marcos Aguinis, Horacio Sanguinetti y Jorge Vanossi, entre otros), que es bueno que salga a la superficie y no se enmascare. Lo malo es cuando el pensamiento conservador se disfraza de progresista. La cultura debe tener el mejor rango posible, ya sea a través de un instituto, como en algunas provincias, o a través de un ministerio. Tiene que haber una Ley Federal de Cultura, y quiero reivindicar el trabajo que se ha hecho en los dos congresos de Cultura y en la formación de un Concejo Federal de Cultura, que para mí es clave. Me parece de mal gusto ahora que me nombraron secretario decir que quiero ser ministro (risas). Yo tengo una visión altamente politizada de la política cultural y una visión altamente culturalizada de la política. La cultura es importante desde una concepción política. Yo no voy a ser un secretario de Cultura aséptico. En el Incaa todo el tiempo debatí y argumenté una concepción latinoamericanista del cine.
–¿Qué programas continuarán de la gestión saliente y qué proyectos propios tiene en mente?
–Tengo que revisar los programas, en qué punto están, si nos concentramos más en trabajar el tema del Bicentenario, en convocar una masa de pensamiento que reflexione sobre los doscientos años de la Argentina. Si la pregunta es, por ejemplo, si Café Cultura va a seguir funcionando, la respuesta es que lo tengo que evaluar. Sinceramente aún no estoy en condiciones de afirmar qué programas continuarán o no. Pero sí puedo plantear que en mi agenda está el Congreso de Cultura, la Ley Federal de Cultura, el Bicentenario y algunos proyectos de ley pendientes, como la creación del Instituto Nacional del libro.
–Este proyecto de Elvio Vitali al principio fue muy combatido por la Cámara Argentina de Publicaciones (CAP), que nuclea a los grandes grupos de la industria editorial. ¿Se llegó a un consenso?
–Sí, finalmente se pudo generar un consenso en torno del proyecto. Yo creo en los consensos y ésta es una buena ley. La CAP sin duda no es lo mismo que la CAL (Cámara Argentina del Libro). El proyecto de ley facilitará que se hagan libros en todo el país y favorecerá al eslabón más débil de la producción. Es una ley pro industrial, pro activa, que beneficia al conjunto de la actividad.
–El próximo año Argentina será el país invitado de honor en la Feria Internacional de Frankfurt. ¿Incluirá en su agenda esta cuestión?
–Me voy a reunir con Magdalena (Faillace, presidenta del Comité Organizador) para ver la manera en que podemos contribuir y facilitar la participación del país. Así como es fundamental una política federal activa, no hay duda de que es importante una política exterior activa. La Argentina tiene un yacimiento creativo increíble en artes plásticas, en literatura, en la industria editorial, en la música, en el cine, en el teatro, y todas estas expresiones hay que articularlas y expandirlas a través del sistema de integración de América latina. Las embajadas tienen como misión promover la cultura argentina. La Feria del Libro de Frankfurt es un lugar central para la difusión de nuestra industria editorial y nuestra creatividad literaria.
–¿Qué tipo de perfil le quiere imprimir a su gestión?
–Yo soy un tipo que escucho, que propicio el diálogo, que creo en la conversación. Los que me conocen saben que no soy intolerante y que la prepotencia es ajena a mi manera de trabajar, como director de cine, como funcionario, como político. Pero también es cierto que tengo convicciones fuertes y sólidas y cuando creo en un proyecto lo llevo adelante. Me voy a sentar a hablar con todos los que tenga que hablar.
Coscia se pone un sombrero tanguero del tipo que usaba Carlos Gardel para paliar el frío. Confeso admirador del autor de Los profetas del odio, revela que a veces su mujer, harta de escucharlo reproducir frases de Jauretche desde que se levanta hasta que se acuesta, le pide que cambie un poco el repertorio. Pero antes de despedirse se ve tentado de sintonizar la frecuencia jauretcheana y dice que “la vida es local y las formas universales”. Con el soplo de aire fresco que trajo la renovación en el gabinete de Cristina Fernández, Coscia se prepara para hacer gestión cultural post derrota electoral 28-J. Tal vez por la mente del cineasta se crucen los versos de Los Piojos: “Yo le pido a San Jauretche, que venga la buena leche...”.
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