Viernes, 24 de septiembre de 2010 | Hoy
CULTURA › LA OBRA DE ROBERTO JACOBY FUE CENSURADA EN LA 29ª BIENAL DE SAN PABLO
Las palabras las pronunció el artista tras enterarse de la decisión: después de años de hacer arte en oposición a los gobiernos, tenía la oportunidad de ser “oficialista” en Brasil con una Brigada Internacional Argentina de Apoyo a Dilma Rousseff.
Por Syd Krochmalny
Desde San Pablo
El 21 de septiembre no sólo fue Día de la Primavera, también inauguró la 29ª Bienal de San Pablo. Entre las obras se contaba la de Roberto Jacoby, el único artista argentino invitado simultáneamente a la sección histórica y a la contemporánea. Tal como contó el domingo pasado en el suplemento Radar de este diario, su obra consistía en un colectivo de artistas e intelectuales reunidos con el nombre Brigada Internacional Argentina de Apoyo a Dilma Rousseff. Así, planeaba llevar la campaña electoral brasileña al corazón de la Bienal paulista, un territorio poco afín al PT. “Esta elección es absolutamente decisiva para nuestras vidas: si Brasil cae en manos de la derecha (o sea, Serra), chau América latina, chau Argentina. El futuro quedará para más adelante”, explicaba el domingo. El martes estaba todo listo para inaugurar el trabajo de esa unidad básica de apoyo al PT, con afiches, material de campaña, un escenario y equipamiento para realizar conferencias y talleres. Pero a las 23, los curadores generales, Moacir Dos Anjos y Agnaldo Farias, así como el director administrativo de la Bienal, llamaron a Jacoby y a la arquitecta Lidia Aufgang, presidenta de la Fundación Start, para una conversación privada en el salón del directorio.
Uno de los funcionarios les informó que tras la denuncia hecha por la propia Fundación Bienal ante la Procuraduría General Electoral, recibieron instrucciones para impedir la exhibición de imágenes y textos con connotación partidista en la obra. En la argumentación de su denuncia, la Fundación Bienal afirmó haber sido sorprendida por el contenido de la pieza, aunque este hecho se contradice con la publicación de las imágenes “censurables” –y finalmente censuradas– en el catálogo de la Bienal. Más curioso aún es que la convocatoria curatorial versaba precisamente sobre el meneado tema de “Arte y Política”, un eje recurrente en acontecimientos artísticos internacionales de los últimos quince años.
La obra de Jacoby, denominada El alma nunca piensa sin imagen, comenzó con el viaje de 25 artistas e intelectuales a San Pablo para instalar un espacio de discusión y difusión con motivo de las elecciones presidenciales del próximo 3 de octubre. Uno de los muros lucía una gigantografía con las imágenes de los principales candidatos, José Serra y Dilma Rousseff, que también ilustra el catálogo. En la otra pared se fijó la leyenda “Para que el amor y la política funcionen es preciso ser valientes”. El espacio estaba cubierto con afiches, banderas, carteles, volantes, camisetas y pins. Se instalaron computadoras con WiFi, impresoras, mesas de serigrafía, máquinas para fabricar pins. También se proyectaba un video con entrevistas realizadas en Buenos Aires a artistas e intelectuales que opinaban sobre las próximas elecciones en Brasil.
A diferencia de otros comités políticos, éste tenía una característica singular. Si bien casi todo el grupo argentino sostiene una posición a favor del Partido de los Trabajadores, se generaron condiciones para que el debate y el intercambio de ideas fueran posibles. En el medio del espacio se instaló un escenario con micrófono libre y la Radio Electrónica Artesanal. Además, el público pudo escribir cartas de cualquier tipo en un precioso escritorio de mimbre y luego pegarlas en las paredes.
La inauguración del martes fue exclusiva para el mundo del arte. El miércoles fue la apertura que deleitó a las tres mil personas más ricas de San Pablo. Ellas no tuvieron el privilegio de contemplar El alma nunca piensa sin imagen en su versión original, ya que las imágenes conflictivas fueron cubiertas esa misma mañana con nueve tiras de papel de embalar y todo el material serigrafiado donde figurara la palabra “Dilma” o “PT” fueron cuidadosamente retirados, en una provisoria confiscación. Jacoby se manifestó azorado: “Hace 45 años que produzco en oposición a todos los gobiernos y justamente ahora que puedo ser oficialista me censuran. Tengo una mala suerte increíble”.
Para sorpresa de los argentinos, esperanzados por las encuestas favorables a Dilma, las reacciones del público fueron más bien hostiles. Sucede que en el ambiente artístico paulista Dilma no recoge elogios. Incluso apareció Marina, una candidata destinada a quitarle votos por el lado “eco”, que tranquiliza la conciencia de quienes no desean alinearse en una decisión electoral inevitablemente polarizada. Más allá de la censura, la Brigada Dilmista se propuso continuar con sus actividades hasta el domingo 25, aunque ahora sin emblemática electoral. El martes ya habían realizado un recital en homenaje a las Madres de Plaza de Mayo, a Familiares y Abuelas, que también visitaban la Bienal para presentar una videoinstalación sobre su proyecto Parque de la Memoria.
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