Jueves, 24 de febrero de 2011 | Hoy
CULTURA › ENTREVISTA A GABRIELA ADAMO, FLAMANTE DIRECTORA DE LA FERIA DEL LIBRO
En la apertura de esta edición hablará Mario Vargas Llosa y vendrán Kazuo Ishiguro, Margo Glantz y Juan José Millás, entre otros.
Por Silvina Friera
En la oficina de la nueva directora de la Feria del Libro, las paredes blancas –sin cuadros, fotos familiares, trofeos ni condecoraciones varias– responden más a un “minimalismo” involuntario de la mudanza iniciada que a una estética cultivada con devoción. Hay un vaso de agua sobre un escritorio. Y nada más. Ni siquiera llegó la computadora. Gabriela Adamo, en su primer día en el cargo, imagina este espacio “pelado” habitado por objetos más íntimos. “Ya va a tomar color”, promete con un tono apacible. Y sonríe suavecito, con la dulzura levitando por sus mejillas, como para no perder la costumbre. Su llegada al corazón de uno de los eventos culturales más importantes del país proyecta una renovación esperada, una inyección de juventud y experiencia, combinación que no abunda. La muchacha tiene un par de pergaminos en su mochila. Durante más de quince años trabajó en el sector editorial, como editora de Sudamericana y Paidós; motorizó diversos programas para promocionar la traducción de autores argentinos a otras lenguas –como la Semana de Editores en Buenos Aires– y ha traducido a autores alemanes como Herman He-sse y Marcel Beyer. “A la traducción tengo que ponerla en la hornalla de atrás de la cocina, pero me gustaría seguir vinculada al texto. No quiero convertirme en una burócrata”, confiesa Adamo a Página/12.
La flamante directora rubrica una consigna para tantear el terreno: observar, diagnosticar y cambiar. Esa es la principal misión que emprenderá durante la 37ª edición de la Feria, que se realizará del 20 de abril al 9 de mayo bajo el lema “Una ciudad abierta al mundo de los libros”. Como el arranque coincide con el feriado de Semana Santa, la apertura en el predio de La Rural se desdoblará. El miércoles 20 hablarán las autoridades de la Fundación El Libro, la entidad organizadora; al día siguiente, confirma Adamo, el último Premio Nobel de Literatura, el peruano Mario Vargas Llosa, tendrá la palabra, en una edición que contará con la participación del escritor británico de origen japonés Kazuo Ishiguro, la mexicana Margo Glantz y los españoles Juan José Millás, Antonio Muñoz Molina y Rosa Montero, entre otros autores. La histórica directora de la Feria, Marta Díaz, decidió alejarse del cargo en septiembre del año pasado, después de 38 años al frente de la organización. “Hubo un proceso prolijo y muy largo de selección con una consultora de por medio”, revela Adamo. “Un editor amigo me avisó que estaban buscando una directora y me presenté. Si soy sincera, pensé que no iba a responder al perfil. Esta edición está en marcha –aclara–; yo voy a observar y a integrarme, pero no podré implementar grandes cambios.”
La flamante directora anticipa y explica los tres ejes de su gestión: profesionalización, internacionalización y visibilidad. “Hay que fortalecer la presencia de Buenos Aires en el mundo, internacionalizar su feria y posicionarla como el punto de reunión en lengua española. Pero ésta es una estrategia a largo plazo”, advierte. “La Feria de Guadalajara es el principal encuentro de nuestra lengua; hicieron un excelente trabajo para proyectarse en el mundo. Pero nosotros tenemos que aprovechar el efecto Frankfurt, que puso a la Argentina en el ojo de la tormenta.” Desde la Fundación El Libro, varias voces han señalado, acaso asumiendo de antemano la “derrota” con la feria mexicana, una desventaja geográfica peliaguda: en el Norte, todo queda más cerca. La Argentina está literalmente “en el culo del mundo” para muchos escritores. “La realidad es que estamos lejos para las estrellas que viajan en primera clase y piden pocas horas de vuelo –reconoce Adamo–. Pero es una desventaja que tenemos la obligación de compensar para intentar atenuar el problema de la distancia.”
Otra cuestión medular es la visibilidad de la principal vidriera editorial del país. “La misión será mejorar el lugar del libro, que haya efectos a lo largo del año que no se terminen con la Feria”, explica Adamo. “Muchas cosas se hicieron muy bien de manera intuitiva, aunque con una estrategia a largo plazo se hubieran aprovechado mejor. Si queremos profesionalizar la Feria, tenemos que dar un paso más allá de la intuición, sin dejarla de lado. No se trata de tirar todo abajo, sino de sumarse a un equipo de trabajo que está funcionando, pero que necesita cambios.” Adamo cuenta que otra de las preocupaciones que le transmitieron consiste en “cuidar” a los distintos lectores que convoca la Feria: el lector “masivo” y el lector “académico” o “refinado”, el más exigente y quizá desencantado con la programación. “Congeniar la masividad con la calidad es bien difícil; es uno de los grandes desafíos de cara al futuro”, admite la directora. “Primero voy a observar, después haré un diagnóstico y luego vendrán los cambios.”
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