CULTURA › PRIMER CONGRESO INTERNACIONAL DE PERIODISMO AUTOGESTIONADO
El encuentro en el Hotel Bauen arrancó con el entusiasmo por una ley de medios que abre camino a diferentes voces, pero no se quedó en eso. Y el análisis no eludió interrogantes sobre las posibilidades y recursos para gestionar medios independientes.
› Por Facundo García
Los grandes medios saben que para vencer deben colonizar la mente de los propios comunicadores. De ahí la idea, tan difundida en el ambiente, de que no hay vida por fuera de la tierra más o menos firme de los monopolios. De ahí también el miedo a “quedar afuera” por no tener la espalda lo suficientemente encorvada como para caber en la pantalla del prime time. Y de ahí, en última instancia, el cinismo que se revela tantas veces cuando el profesional de la comunicación, ya en tren de confesiones, hace el plañidero cálculo de la distancia que hay entre lo que piensa y lo que hace. Por suerte los más de dos mil asistentes al Primer Congreso Internacional de Periodismo Autogestionado –que se desarrolló este fin de semana en el recuperado Hotel Bauen– demostraron que hay un océano de posibilidades por fuera de ese círculo vicioso, más allá de la mera resistencia y en busca de lenguajes para nombrar al futuro.
Con conferencias de especialistas como Franco “Bifo” Berardi y Alejandro Piscitelli, el tramo inaugural de la grilla estuvo marcado por la ilusión que despertaba –en stands, cafés y pasillos– la vigencia de la nueva ley de medios. Gustavo Bulla, director nacional de Supervisión y Evaluación de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (Afsca), confirmó el pálpito con datos puntuales: “Dentro de poco se cumplirán dos años de la aprobación de la ley, y estamos llamando a concurso para canales de televisión de aire, algo que no se hacía desde 1968. En breve, la cantidad de señales en Argentina se multiplicará por siete”, aseguró. Dado que habrá que llenar esos espacios con series, programas y películas, no faltaron augurios acerca de una inminente época dorada para la industria audiovisual.
Había, además, gente de otros palos. Cooperativas, fundaciones, asociaciones y grupos de todo el país y de Brasil, Chile, Bolivia y España se agruparon en comisiones según su actividad (ver aparte). Fueron horas y horas de mate y discusión. Julio Delgado, del diario El Independiente de La Rioja, sintetizó en voz alta el clima fundacional: “Sospechamos que está afirmándose un tipo de periodista diferente, el periodista autogestionado. Uno de los rasgos que lo identifican es que se trata de un profesional íntimamente ligado a sus lectores, que se maneja en una redacción con las puertas abiertas”. Ingrid Beck, directora de la revista Barcelona, puso énfasis en aspectos más pedestres. “Acá tenemos que hablar de gestión y de recursos”, subrayó. “Sin eso, es complicado que un medio se sostenga. Y si reclamamos más democracia y una ‘redistribución de la palabra’, la pregunta que sigue inmediatamente es cómo vamos a conseguirlo. Entonces necesitamos que nos ayuden con esos dos elementos, es decir, con recursos y con nociones de gestión. Por lo pronto, esta red de colegas que vemos acá –genuinamente federal– es una base fuerte para seguir creciendo.”
El programador Richard Stallman abrió el segundo día describiendo los vasos comunicantes entre software libre y derechos humanos. A su turno, el juez Zaffaroni –ovacionado– se refirió a los límites entre “lo legal y lo legítimo”, y al lazo que existe entre las corporaciones y el control social. ¿Los dictadores aprendieron a hacerse invisibles? Quizá. “Hoy no tenemos un autoritarismo como el de entreguerras”, detalló el jurista. “No es el poder político el que controla a los medios, sino medios que controlan al poder político. Y el que no se sube al discurso de los medios es desacreditado. Lamentablemente, muchos se suman a esa lógica por miedo o por oportunismo. Ni el miedo ni el oportunismo son buenos para la construcción democrática.”
Inmejorable preámbulo para la mesa que vendría a continuación, donde se presentó el libro Periodismo con valores. Editado por la Federación Asociativa de Diarios y Comunicadores Cooperativos de la República Argentina (Adiccra) y por el Ministerio de Trabajo, la obra recupera la experiencia de nueve publicaciones autogestivas de diversos puntos del país. “Aquí tenemos el ejemplo de trabajadores que lucharon por su fuente laboral, creando empresas o recuperándolas; y comprendiendo que no es –como nos decían– la riqueza la que genera trabajo: es el trabajo lo que genera riqueza”, analizó el ministro de Trabajo, Carlos Tomada. El presidente de Adiccra, Juan Diego Turraca, enumeró con voz emocionada las batallas de sus compañeros. “En estas páginas –señaló– van a encontrar historias como la de El Independiente de La Rioja, un diario que tiene más de cuarenta años como cooperativa. O como la del Diario del Centro del País, de Villa María (Córdoba), que se volvió a levantar luego de que los trabajadores impidieran la quiebra y aun después de que un incendio destruyera su taller y sus rotativas. Eso es compromiso. Eso es vocación.”
Con el diario Clarín en pedazos. Así llegó la expositora más irreverente del encuentro. La boliviana María Galindo, del colectivo Mujeres Creando (www.mujerescreando.org), distribuía manojos de hojas al grito de: “¡Quiero ser chola! ¡Quiero ser mujer! ¡Tanto me cansé de hacerte la cama y la comida que ya no quiero hacerte el amor!”. El foro sobre autogestión feminista levantó vuelo y no tuvo ni una gota de concesiones. Ni siquiera con el progresismo. “El sitio asignado a la mujer es un territorio de domesticación. Incluso en la izquierda, sólo puedes hablar como víctima, porque te encajonan. Frente a esto lo que nosotras proponemos son alianzas insólitas e indigestas. ¡Basta de seguir el guión!”, propuso la militante. Desarmar los libretos sociales que redactaron los dominadores: ésa es la próxima meta.
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