Domingo, 10 de junio de 2012 | Hoy
CULTURA › 35ª REUNION DE MINISTROS DE CULTURA DEL MERCOSUR
El reciente encuentro en Buenos Aires se trabajó bajo el planteo conceptual con el que se abordará la próxima y estratégica Cumbre de la Tierra Río+20, planteando la importancia política central de la cultura para pensar cualquier posibilidad de desarrollo sustentable.
Por Karina Micheletto
“Hablar de cultura”, se sabe, es tantas veces hablar en abstracto, echar mano al correcto decálogo de buenas intenciones. Al hablar de políticas culturales, en cambio, la mirada se sitúa en un eje de acción concreto. La reciente Reunión de Ministros de Cultura del Mercosur –la número 35, que tuvo lugar en Buenos Aires– buscó avanzar en un trabajo que, dicen sus protagonistas, suele parecer arduo y de ejecución demasiado lenta, pero que comienza a mostrar sus frutos en un contexto geopolítico regional favorable. Y que también empieza a exhibir cierto giro teórico que apunta a la “politización de la cultura”: un planteo conceptual con el que se abordará, por ejemplo, la próxima y estratégica Cumbre de la Tierra Río+20, planteando la importancia política de la cultura para pensar cualquier posibilidad de desarrollo sustentable.
Con la presencia de ministros, secretarios y funcionarios de Cultura de la Argentina, Uruguay, Paraguay, Brasil, Chile, Perú y Venezuela, el encuentro marcó el traspaso de la presidencia pro tempore del Mercosur Cultural, con que contaba la Argentina, a Brasil. Abrió así una agenda de trabajo que incluyó informes centrados en diversidad e industrias culturales, patrimonio, sistema de información cultural, plan estratégico; y avance en la reglamentación del inminente fondo para proyectos culturales del Mercosur.
Reunidos en diálogo con Página/12, el secretario de Cultura argentino, Jorge Coscia; el ministro de Cultura del Paraguay, Ticio Escobar, y el secretario ejecutivo del Ministerio de Cultura del Brasil, Vitor Ortiz, trazaron un balance del encuentro: “Sentimos que ha habido un avance enorme, en directa relación con el alto nivel de toma de conciencia del tiempo que vivimos”, advirtió en primer término Coscia. “Estos foros suelen ser ámbitos de discusión de cuestiones técnicas. En cambio, las discusiones teóricas son cada vez más fuertes, y eso no es casual. Estamos hablando por primera vez de historia. Esto que hoy parece tan obvio –que hablar de cultura sin hablar de la historia de nuestros países es como ir a terapia sin hablar de la niñez y adolescencia– antes no formaba parte de la agenda. Si nos miramos en el espejo deformado de la Unión Europea, que está estallando, podemos advertir dónde radica nuestra gran fortaleza: lo que proponía ese bloque era una desintegración cultural unificada, mientras que nosotros hemos sido mucho tiempo una unidad cultural desintegrada. Nuestra diversidad cultural no es una debilidad, es nuestra riqueza”.
Las experiencias de puntos de cultura y usinas culturales, como modelos que han sido implementados a nivel regional, son algunos de los avances que marca a su turno el brasilero Ortiz. “En Brasil hemos creado oficialmente la Secretaría de Industrias Creativas, en el ámbito del Ministerio de Cultura. Es una experiencia que queremos extender a nivel regional. El trabajo con el patrimonio cultural, tanto material como inmaterial, es otro de los ejes que trabajamos. Y hemos planteado además la necesidad de buscar la politización de este grupo. Politizar significa dar también una consistencia política para la gestión de la cultura. Ahora estamos en vísperas de la Cumbre Río+20, allí las Naciones Unidas debaten sobre De- sarrollo Sustentable. Pues bien, pretendemos decir que la gestión de la cultura es uno de los pilares de la sustentabilidad, y que eso también debe ser tomado como un compromiso de los Estados.”
“Esto es posible porque se produce en este momento una coincidencia política muy importante que nos permite comprender y ubicar la cultura con esta consistencia política”, completa Escobar, prestigioso crítico y teórico paraguayo. “El histórico déficit del ámbito de la cultura era la falta de políticas culturales, y se ha avanzado muy concretamente en un concepto de políticas regionales. Hay otra diferencia: antes, éstas eran reuniones de técnicos; primero se reunían ellos a trabajar, y los ministros y funcionarios llegábamos después, para firmar y tomar la foto de familia. Ahora los ministros trabajamos fuertemente en la discusión teórica y, en todo caso, las consultas técnicas vienen después. Desde este avance teórico, podemos ir a Río+20 a decir que sin cohesión social, sin arraigo en territorio, sin procesos de sustentabilidad social, no podemos dar sustentabilidad.”
–En el diagnóstico, ¿cuáles son los puntos que aún no están cubiertos en materia de políticas culturales regionales?
Jorge Coscia: –Nos sigue jugando en contra la hegemonía cultural del mundo anglosajón. Estamos mucho más conectados, por vía de los monopolios de medios, con ese mundo que entre nosotros; nos cuesta establecer vías de comunicación cultural. Hemos avanzado, pero falta muchísimo. Colectivamente producimos mucho, pero no nos vemos, nos falta conocer lo que hacemos. El mercado del cine es todavía muy complejo, los intentos son débiles, también allí falta mucho.
Vitor Ortiz: –En la Argentina o Paraguay se sabe muy poco sobre grupos de teatro brasileños; en Brasil se sabe muy poco de música paraguaya. No lo conocemos, y eso sigue marcando la necesidad de profundizar la integración. Hacia allí apunta la línea política común en la región.
Ticio Escobar: –El problema fundamental, paradójicamente, sigue siendo aquél para el cual se propuso el Mercosur: la circulación de bienes y servicios, la construcción de un mercado común real. Se avanzó muy poco en eso, porque depende de otras complejas instancias de políticas migratorias, aduaneras, de seguridad. En esa habilitación de circuitos estamos atrasados. La cultura ha adquirido una dirección de políticas que antes no existía, y ese reacomodamiento reclama reacomodar también la estructura reticular entre los otros organismos.
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