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Viernes, 28 de diciembre de 2012

CULTURA › LAS BARRERAS DEL GéNERO SE EXTENDIERON MáS ALLá DE DISCOS Y CONCIERTOS

Con el rock como argumento de venta

Hoy, la imagen y el sonido del rock están en publicidades televisivas de fideos y jugos en polvo o en las vidrieras de cualquier shopping. Pero los supuestos valores del género –rebeldía, credibilidad, actitud– que hoy les sirven a las marcas, ¿serán los mismos mañana?

 Por Leonardo Ferri

Todo empieza con el desafío de intentar definir al rock de la manera más amplia posible, en unas pocas palabras, o en los compulsivos 140 caracteres de estos tiempos. Algunos se limitarán a decir que es un estilo musical nacido en la década del ’50, mientras que otros hablarán de un estilo de vida, sin saber precisar con exactitud qué significa eso. Los más nostálgicos recordarán que el rock es eso que hicieron a los 14 años para ganar minitas, para luego desengañarse y dedicarse a cualquier otra cosa. Una actitud, una moda, una forma de identificación, una manera de vestirse, la banda sonora para la rebeldía, un personaje de ficción como Pomelo... o todo eso junto. Pero los valientes que se arriesguen a dar sus definiciones no deberán omitir una, fundamental por su actualidad y presencia en cualquier ámbito: el rock es un excelente argumento de venta. Ya no hace falta ir a un recital (independiente o auspiciado, under o mainstream) ni a una disquería, ni vestir chupines negros con All Stars. La imagen y el sonido del rock están en publicidades televisivas de fideos y jugos en polvo, en avisos que proponen “rockeá tu Internet” o en las vidrieras de cualquier shopping, ya sea de marcas históricamente ligadas al género (como Converse, Rethink! o AY Not Dead) o en otras más impensadas, como 47 Street o Prototype. En la actualidad, un buen estribillo al palo o una imagen icónica garpan más que una cara conocida, que parece ya no alcanzar para vender un producto. El glamoroso rock todavía cotiza bien en el mercado.

No sólo los productores de shows se dieron cuenta de que las barreras del rock se extendieron hasta más allá de los conciertos, convertidos ya en eventos sociales a los que todos parecen querer ir. La moda –aunque parezca redundante– se extendió hacia otros ámbitos y, de repente, cualquiera puede cruzarse con chicas preadolescentes con remeras diseñadas con logos de bandas como Guns N’ Roses, Ramones, The Who y Rolling Stones que, al parecer, tienen más que ver con ellas que artistas más contemporáneos como Lady Gaga, Arctic Monkeys, Justin Bieber, One Direction o The Black Keys. ¿Identificación o estrategia? “Dentro de los géneros musicales, el rock es el que mejor identidad de marca tiene, el más sólido. La clave es la palabra actitud, y creo que de ahí deriva el neologismo de rockearla”, explica Luis Güerri, periodista y autor del blog Marcas Registradas. “Hay un condimento aspiracional muy grande. Muchas marcas buscan identificarse y generar identificación con esa actitud, y existe también cierto rescate, que las marcas llaman marketing de la nostalgia”, agrega. Tampoco habrá que perder de vista el éxito televisivo de Graduados, una ficción musicalizada por éxitos de los ’80, que no sólo avivó el fuego por la música de esa época, sino también por la resignificación de cierta estética que hoy resulta posmoderna. Visto esto, parece tener cierta lógica que las marcas se sirvan de esa iconografía –que es atractiva y sirvió como identificación para las propias bandas– y la utilicen sólo con fines de diseño.

“La moda y la música van muy de la mano”, responde Rafael Romano, gerente comercial de Prototype. “No somos una marca rockera, pero sí una marca vinculada con la música. Decidimos realizar una colección de remeras ‘music edition’ con The Beatles y Pink Floyd, ya que estamos relanzando el isotipo de la marca que está inspirado en el movimiento mod”, continúa. El hilo conductor parece estar en que “durante los años ’60 y ’70 muchos jóvenes que en el futuro serían artistas famosos fueron mods”, ejemplifica Romano, quien reconoce que el hecho de que cada vez más marcas vendan ropa y accesorios relacionados con bandas de rock radica en que es una tendencia a nivel mundial, que les ha dado muy buenos resultados a muchas marcas norteamericanas y europeas. Aquí el camino recorrido parece más simple y corto: del isotipo al mod, y del mod a Pink Floyd, sin escalas. “Utilizamos estética rockera porque creemos que dentro de toda chica hay varias personalidades o facetas: una de ellas es la rebelde o rocker”, argumenta Luciana Dimeola, del departamento de diseño de 47 Street. “El rock está presente siempre, es un mix entre lo rebelde y lo cool”, se sincera. Estos supuestos valores del rock (rebeldía, credibilidad, actitud) son los que hoy por hoy les sirven a las marcas pero, ¿serán los mismos mañana?

A diferencia de lo que sucede con 47 Street y Prototype –que parecen intentar incorporar nuevos elementos que antes no tenían–, existen varias marcas ya establecidas entre los consumidores rockeros, que luego se expandieron hacia otros públicos y abrieron los ojos de otras marcas. Rethink! empezó en 2002 como una combinación de música y diseño estampados en remeras, que buscó transmitir mensajes y reflejar momentos específicos en la vida de algunos músicos. “Vimos que no había marcas con valores y nosotros quisimos llenar ese espacio haciendo eje en la música”, explican sus responsables. “El objetivo es que alguien vea y reconozca lo que hay en la remera; y si no, que aprenda y comprenda.”

Otra marca precursora fue AY Not Dead, que no sólo se nutrió de la iconografía rockera para sus diseños sino que vistió también a artistas como Gustavo Cerati, Charly García, Babasónicos e Illya Kuryaki and The Valderramas. “El rock fue una inspiración, con su música, las tapas de los discos, los logos, los videos, las vestimentas y las tribus urbanas”, cuenta Noel Romero, diseñadora y creadora de esa marca. “El DIY (Do It Yourself o hacelo vos mismo), y la manera en que los jóvenes modificaron su ropa para verse de tal o cual manera, es algo que siempre nos interesó”, amplía, para luego reflexionar acerca de cómo cambió esa realidad hasta lo que hoy puede verse casi en cualquier lugar: “Ahora hacemos menos referencias al rock porque es un tema un poco trillado y demasiado usado. El rock es abusado por la tendencia”, afirma.

¿Necesitarán los nuevos consumidores una especie de manual para saber quién fue esa banda que está estampada en la remera? “El manual está en Internet”, reflexiona Güerri. Y es cierto: los llamados nativos digitales suelen saber poco de prestar atención a álbumes completos y bastante más de escuchar canciones, y en ese contexto tiene lógica que aquel que haya escuchado éxitos imperecederos como “My Generation”, “Poison Heart” o “Sweet Child O’ Mine” se considere fan y tenga cierta curiosidad por saber quiénes fueron los señores que generaron ese sonido. La volatilidad es en este caso aprovechada por los diseñadores y publicitarios, personas muy influidas por la cultura en general, y grandes generadores y recolectores de tendencias. Hoy es el rock; mañana quién sabe.

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