CULTURA › AMSTERDAM SERá LA CIUDAD INVITADA A LA PRóXIMA FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO
En la feria se presentará Narrar Amsterdam. Una ciudad a través de sus libros, con textos de Maarten Asscher, Gerbrand Bakker, Arnon Grunberg, Herman Koch y Cees Nooteboom, que llegarán a Buenos Aires. También habrá una antología de poesía y varias actividades.
› Por Silvina Friera
Desde Amsterdam
El río Amstel es como una serpiente líquida que franquea la ciudad de la libertad, de los canales, de las bicicletas, de los libros, de las traducciones. “Cada holandés corre un riesgo de ocho en diez de caerse al agua algún día, con bicicleta y todo”, se lee en un fragmento de El regreso de Lupe García, de Carolina Trujillo, escritora uruguaya-holandesa que integra la delegación de escritores holandeses que desembarcará en Buenos Aires para la Feria Internacional del Libro, entre los que estarán Cees Nooteboom, Herman Koch, Arnon Grunberg, Maarten Asscher, Gerbrand Bakker, Jan van Mersbergen, Anne Vegter y Wouter van Reek. En esta 39 edición en ciernes, la ciudad invitada de honor será Amsterdam. La observación de Trujillo –se intuye– es rigurosamente verosímil; basta con una caminata de poco más de media hora para percibir que la caída no es la excepción a la regla. El turista de a pie, distraído y poco acostumbrado a la invasión de ciclistas, corre otro riesgo: el de ser atropellado, si anda con la mirada colgada en el travesaño de una colorida arquitectura que reclama detenerse en cada pequeño detalle, como esas casitas junto al agua donde tal vez persistan las huellas remotas de un hospitalario pueblo de pescadores. Amsterdam, esa camaleónica masa acuática de diseño cuasi medieval, con fachadas bellísimas del siglo XVIII que dejan al forastero boquiabierto, parece estar nadando siempre a orillas del pasado, inclinada sobre el presente, de cara al futuro.
En el horizonte inmediato de Amsterdam está Buenos Aires, otra lengua, idiosincrasia y cultura, depositarias de un ramillete de expectativas. Pieter Steinz, el director de la Fundación Letterenfonds, institución que promueve la literatura holandesa en el mundo, está haciendo un excepcional trabajo de hormiga junto a un equipo conformado por Victor Schiferli (a cargo de la ficción), Thomas Möhlmann (poesía), Agnes Vogt (literatura infantil) y Tiziano Pérez y Bas Pauw (programación de ferias y festivales literarios). Desde mediados de la década del ’90, un país con un idioma “marginal” dentro del concierto de las lenguas dominantes en la órbita del libro impreso ha devenido punto de referencia insoslayable para la industria editorial. La consigna es traducir, inyectar textos de todos los géneros y autores disponibles, ya sean clásicos o contemporáneos. La ciudad de los canales es una puerta de entrada mundial, una sólida y prestigiosa vidriera que consigue cultivar el “efecto contagio” a dos bandas: si a un autor equis lo traducen en holandés, muy pronto los alemanes, franceses, suecos, ingleses y belgas intentarán saber de qué se trata. Y obrarán en consecuencia, traduciendo a sus respectivos idiomas y multiplicando exponencialmente los itinerarios de un libro. Desde 2007 hasta el presente, hay más de 220 títulos de autores holandeses traducidos al español. En ese listado, por ejemplo, se encuentra un clásico indispensable: Discusión sobre el libre albedrío (respuesta a Martín Lutero) de Erasmo, publicado en una edición bilingüe por la argentina Cuenco de Plata en 2012. Y títulos infantiles del autor e ilustrador Wouter van Reek, un genio descomunal que revolucionó Twitter cuando se anunció su próxima visita a La Rural: El mirador de Pinzón, Pinzón y los inventos y Pinzón y la tormenta, editados por el sello argentino Adriana Hidalgo en la colección Pípala.
“¿Cómo un millón de personas?”, exclamó al unísono la laboriosa muchachada de Letterenfonds con esa multitud atravesada en la garganta, en una mirada acaso incapaz de calibrar en un primer golpe de vista la magnitud de la cifra. En Amsterdam viven unas 800 mil personas; una feria en el sur de América latina moviliza más habitantes que los que hay en esa ciudad. Al principio, cuando el experimentado equipo holandés empezó a bosquejar la programación para la 39 Feria de Buenos Aires –Filba, como la llaman ellos–, cuando la incluyó en su panorama vital junto con las ferias de Londres, Frankfurt, Beijing y Bologna, tuvo que digerir la cantidad de visitantes que circulan por el predio de La Rural durante veintiún días. “¿Qué les ofrecen?”, le preguntaron a continuación, sin salir aún del asombro, a Gabriela Adamo, directora de la Fundación El Libro. Lejos de desanimarse, el desafío de pensar un puñado de actividades para un público tan masivo fue un aliciente más en el camino. Y buscaron aliados editoriales como Bajo La Luna, Ediciones Del Zorzal, Eloísa Cartonera y Eduvim, la editorial cordobesa de Villa María, para editar y presentar Narrar Amsterdam. Una ciudad a través de sus libros, compilada por Micaela van Muylem y Victor Schiferli, con textos de varios holandeses que estarán en Buenos Aires: Maarten Asscher, Gerbrand Bakker, Arnon Grunberg, Herman Koch, Cees Nooteboom, Carolina Trujillo y Jan van Mersbergen, entre otros. La traducción de los poemas de Anne Vegter (1958), la única poeta que desembarcará en Buenos Aires, está incluida en la antología 50 Poetas de Amsterdam, que Eloísa Cartonera presentará en la feria. El clásico Delicias turcas, de Jan Wolkers, es otro de los títulos editados en cooperación con Del Zorzal, y Todo está tranquilo arriba, de Bakker, será publicado por Bajo La Luna.
Del 23 de abril al 13 de mayo, los holandeses desplegarán un arsenal de actividades en el Café Amsterdam, en el pabellón amarillo de La Rural. La programación está concebida para alimentar cruces entre escritores holandeses y autores argentinos como Hernán Ronsino, Diego Tatián, Ivonne Bordelois y Jorge Fondebrider, entre otros. El diseño de ese café moderno y minimalista esquiva los estereotipos de los puentes, los canales, los farolitos y toda esa tradicional iconografía asociada a Amsterdam. En ese espacio se exhibirá An Elephant Came by, una muestra que incluirá el trabajo de veinticuatro ilustradores holandeses, entre los que se destacan Annemarie van Haeringen, Marit Törnqvist y Dieter & Ingrid Schubert. La letra prolija de las cartas facsímiles de Vincent Van Gogh promete convertirse en pasión de fetichistas. Otro número puesto es la exposición con los mejores libros diseñados y publicados en Holanda.
“La ciudad es un libro para leer, el paseante es el lector –plantea Nooteboom en uno de los textos de Narrar Amsterdam–. Puede empezar en cualquier página, ir y volver en el tiempo y el espacio. Puede que el libro tenga un comienzo, pero aún falta mucho para su final.” Buenos Aires quiere leer a Amsterdam. Y viceversa. El paseo, enhorabuena, recién comienza.
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