Jueves, 9 de mayo de 2013 | Hoy
CULTURA › JULIO MáRBIZ (1935-2013) FUE UN EMBLEMA DEL FOLKLORE
Locutor, animador, empresario y productor artístico, el creador de Argentinísima condujo durante 40 años el Festival de Cosquín y fue también polifuncionario del menemismo, como director de Radio Nacional y del Instituto de Cine.
Por Santiago Giordano
Ayer murió Julio Márbiz, locutor, animador, empresario y productor artístico, histórico presentador del Festival Nacional del Folklore de Cosquín y, al final de cuentas, figura controvertida de la cultura ligada al espectáculo de los noventa. Tenía 77 años y desde hacía tiempo luchaba contra un cáncer de colon, enfermedad que lo mantuvo al margen de la actividad en los últimos tiempos. Fue también director de Radio Nacional, entre 1989 y 1996, y más tarde director del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa), por cuatro años.
Hijo de un comerciante libanés cantor de tangos, Julio Ernesto Maharbiz había nacido en Noetinger, en la provincia de Córdoba, el 6 de julio de 1935. En 1951, se trasladó a Buenos Aires y comenzó su carrera como presentador y recitador criollo en cines y teatros de barrio, hasta que en 1956 comenzó su actividad como locutor en Radio Porteña. Dos años más tarde debutó en Radio Belgrano, entre las más importantes de la época, como conductor del programa Aquí está el folklore. Desde entonces su trayectoria en el ámbito del espectáculo fue causa y efecto de los años florecientes del género en la Argentina. Era los tiempos de lo que hoy se recuerda como el boom del folklore, épocas de gran proliferación de artistas y de canciones, expresiones ligadas a un sentimiento nacional que de distintas maneras y con distintos acentos lograban verdadero arraigo popular. Todos, o casi, cantaban y escuchaban folklore por entonces en la Argentina. Fue cuando nacieron los encuentros de la canción nativa más importantes del país –los festivales de Cosquín, Jesús María, Baradero, Villa María– y hasta hubo que importar guitarras de Brasil, porque la industria local no satisfacía la gran demanda.
En ese vértigo, en 1968, en Radio El Mundo, nació Argentinísima, una de las creaciones más duraderas de Márbiz. El ciclo se tradujo además con idéntico éxito y el mismo nombre en el disco, con más de diez long plays nutridos de selecciones de artistas folklóricos del momento; a la televisión, con un programa que comenzó en Canal 11 y hasta hoy perdura en Crónica TV; y al cine, en dos oportunidades, bajo la dirección de Héctor Olivera y Fernando Ayala, en 1972 y 1973. Con Olivera y Ayala hizo más tarde, en 1976, El canto cuenta su historia, película que recoge el título de uno de los programas pioneros del folklore en la radiofonía argentina. Fue además director de la revista Folklore y produjo una innumerable cantidad de espectáculos en los que presentaba variadas compañías de artistas folklóricos en teatros de la calle Corrientes.
Fue también durante 40 años el presentador del Festival Nacional de Folklore de Cosquín, del que en poco tiempo se convirtió en patrón, incorporándolo a la maquinaria que lideraba, aplicando las mismas lógicas de producción que impulsó en radio, televisión y como empresario de la industria discográfica. Márbiz fue el zar del folklore en pleno auge y por su escudería podían pasar desde Atahualpa Yupanqui hasta el Soldado Chamamé. Sabía que había público para todo, para un folklore tradicional, recostado sobre sí mismo; para un folklore de cariz social, políticamente comprometido y hasta estéticamente audaz; o para un folklore ligero y pasatista. También sabía, muchos lo sabían, que su dedo podía consagrar un artista. O lo contrario.
A Cosquín, Márbiz llegó en la tercera edición del Festival, en 1963. Era la primera vez que el festival se hacía en la plaza Próspero Molina, lugar conquistado por los vecinos para no tener que cortar la ruta como se había hecho en años anteriores. Horacio Guarany fue quien lo recomendó a la comisión organizadora. Contra lo que muchos creen, no fue Márbiz quien inventó el tradicional grito, que se usa desde la primera edición, en 1961, pero sí fue el que le dio la entonación característica que retumbó en todo el país hasta convertirse en una marca. “Traté de darle volumen, movimiento, atractivo. Como hacía Fioravanti en el fútbol”, contó alguna vez. La edición 2001 de Cosquín fue la última que lo tuvo como protagonista. Fue cuando la empresa Paisajes Producciones, que el mismo Márbiz había formado para esa oportunidad, junto al entonces senador Palito Ortega y al empresario Norberto Baccón, se hizo cargo de la organización tras firmar un acuerdo con la Comisión Municipal de Folklore y la Agencia Córdoba Cultura. El saldo fue un gran déficit económico. El folklore para Márbiz ya no era lo que había sido y viceversa.
Durante el menemismo se convirtió en polifuncionario y representante fiel de la cultura de esa década. Un emblema. Se desempeñó como director de Radio Nacional entre 1989 y 1996. Y luego, durante cuatro años, encabezó una muy cuestionada gestión al frente del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa), por la que más tarde se vería involucrado en denuncias de corrupción.
Quienes lo conocieron lo recuerdan como un obsesivo del trabajo, detallista, severo y apasionado. El tiempo dirá si dio tanto al folklore cuanto el folklore dio a él.
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