CULTURA › SEGUNDO ENCUENTRO DE PUNTOS DE CULTURA
Unos 250 proyectos locales, de medios barriales a grupos teatrales, acudieron a la cita que, además de charlas, sumó un paquete de capacitaciones. Se sumaron referentes de experiencias hermanas de Perú, Ecuador y Brasil.
Si hubo una idea repetida durante el Segundo Encuentro de Puntos de Cultura, que arrancó ayer y continuará hoy en la Universidad Nacional de San Martín, fue la de las organizaciones de base como portadoras de transformación social. En ellas hizo hincapié Diego Benhabib, coordinador del programa que depende de la Secretaría de Cultura nacional. “Esta experiencia legítima, con apoyos técnicos, económicos y formativos, una producción cultural comunitaria preexistente”, describió desde una mesa de exposición a la que en breve se sentarían referentes de experiencias hermanas de Perú, Ecuador y Brasil; nueva muestra de que la “integración regional” es, más que dos palabras que suenan lindo en los discursos, una realidad palpable.
Unos 250 proyectos locales, de medios barriales a grupos teatrales, acudieron a la cita, que además de charlas sumó un paquete de capacitaciones: de armado de redes, relevamientos de información, software libre, formalización jurídica y registro audiovisual. Hacia la noche, cerraría con shows de hip hop del Centro Cultural Loma Hermosa, del grupo de bombos legüeros Casa Latinoamericana y de la murga los Dandys de Boedo. Pero todavía era de mañana al momento de la presentación y entonces María del Valle Aguilar, directora de Participación y Organización Popular, arrancaba lamentando el accidente ferroviario en la línea Sarmiento. “Las del transporte son injusticias que todavía no hemos resuelto, heredadas de las privatizaciones de los ’90”.
Mientras La Colmena retransmitía en radio abierta y la ONG Jóvenes Solidarios apuntaba sus cámaras hacia los participantes, Aguilar reflexionaba sobre la jerarquía del programa, que arrancó formalmente en 2011 con la primera edición de este encuentro, pero cuyas políticas destacaría Benhabib ya eran del armazón de Cultura. “Es ejemplo del cambio de paradigma que es este proyecto político. Pasamos a concebir al sujeto como productor, no como consumidor”, distinguía. Y redoblaba la apuesta en eso de la importancia de los colectivos autogestivos: “La organización social es la garantía que tiene un proyecto político popular de subsistir aunque cambien los gobiernos”.
“Cultura” no como esa distinción popularizada sobre todo por los medios que la usan para decir “arte” o “cultura culta” y que dejan para “espectáculos” el cholulaje. Cultura como todo lo que surge del intercambio humano y, en particular, según coincidieron los expositores, que hace a la identidad viva de una manzana o una nación. “Es un complejo entramado de construcción identitario”, reincidió Aguilar.
Benhabib adelantó que quince universidades, incluida la Unsam, apoyan el programa “porque la demanda de las organizaciones es muy fuerte”. Los asistentes de looks, pieles y edades divergentes asintieron desde las gradas del Campus Miguelete. El funcionario anunció que establecerían, en esas casas de estudios, espacios de formación y capacitación en gestión cultural y medios comunitarios. “Trabajamos con el Ministerio de Desarrollo Social, el de Planificación y la Afsca”, enumeró. Ante tanta institución oficial frente a colectivos jurídicamente precarios, aclaró que un objetivo es incluirlos. “La personería es una herramienta de poder que queremos ponerles al alcance.”
Paloma Carpio, coordinadora del programa Puntos de Cultura peruano, avanzó en la presentación a lo que en el cronograma figuraba como “América latina florece”. Remarcó las particularidades de la iniciativa en Perú, en donde “se está dando un intercambio para proyectar los deseos de las organizaciones”. “Tomamos el ejemplo brasileño, pero no es nuestra intención copiar su modelo, porque son condiciones muy distintas. Lo que hicimos fue ver qué necesitábamos como concepto. El debate nos arrojó una mirada muy amplia, pero muy enraizada.” Usó el logo del programa para graficarlo: los límites de Perú se dibujan en explosiones multicolores.
José Hernández, del colegio comunitario Talentos, de “educación para la no violencia”, explicó por qué el distrito de Copas tiene genéticamente inscripto eso que ahora sigue haciendo: tomar el espacio público. Ejemplificó con la Fiesta Internacional de Teatro en Calles Abiertas, que se lleva a cabo desde 2002. “A falta de espacios, nos los inventamos en las calles y en las plazas”. Jofré Gerardo Jibaja Nogales, de la agrupación ecuatoriana La Montonera, se ganó una sentida ovación al presentarse como “militante de la Revolución Ciudadana que impulsa Rafael Correa”. “El Estado burgués siempre construyó una identidad negativa del ecuatoriano. Tratamos de cambiarla. No es una tarea fácil, pero estamos en ese camino, en la construcción de un país en el que las minorías sean visibilizadas”, añadió.
Ana Paula Rodríguez Stock, de la Biblioteca do Fórum Social Mundial de Porto Alegre, sumó la experiencia brasileña, antecedente esencial del programa que ya cuenta con tres mil puntos de cultura verdeamarelos. Viajó a la Argentina junto a Pedro Vasconcellos, director de Ciudadanía y Diversidad Cultural del Ministerio de Cultura de Brasil: “Estamos viviendo un proceso importantísimo de aproximación de nuestros países. Días atrás estábamos en el Primer Congreso de Cultura Viva Comunitaria, en La Paz. Es importante que tengamos menos fronteras y más intercambios”, ponderó.
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