Jueves, 4 de julio de 2013 | Hoy
CULTURA › JUAN SASTURAIN FUE HOMENAJEADO EN LA LEGISLATURA PORTEñA
Desde ayer es Personalidad Destacada de la Cultura de la Ciudad de Buenos Aires. Lo celebraron amigos, colegas y fans.
Por Andrés Valenzuela
De chico, Juan Sasturain se miraba al espejo esperando que le creciera la barba para parecerse a Papá Noel, imaginó Miguel Rep ante un Salón Dorado de la Legislatura porteña repleto. Una imagen similar esbozó, video mediante, el productor televisivo Claudio Villaruel. Así, Papá Noel se lo apoda, cariñosa y respetuosamente, en el mundillo de la historieta joven. Es que no es difícil imaginarse al escritor, periodista, editor, conductor y otros muchos “or” más emponchado de rojo repartiendo regalos. Un libro atinado aquí, unas páginas en una revista a aquél, una recomendación de lectura a un espectador del otro lado. Será por todos esos motivos que, más allá de su larga labor ante la máquina de escribir, ayer había un montón de gente dispuesta a festejar sus mohínes y celebrar su nombramiento como Personalidad Destacada de la Cultura de la Ciudad de Buenos Aires.
“Lo importante de esto es saber elegir a los que van a hablar”, bromeó Papá Sasturain, como aconsejando a futuras personalidades. Lo acompañaban el propio Rep, Marcelo Birmajer, Maitena, Juan José Panno y el diputado porteño Aníbal Ibarra, impulsor del proyecto que reconoció a Juan Noel. “El buscó en todo lo que hizo divulgar la cultura, hacer que llegue a mucha gente”, señaló el legislador al hombre que iba a recibir el diploma y ya con el papel en su poder, el homenajeado saludaba con la mano, acaso para no esconderla en el saco gris, como suele. Enfrente, aplausos que no terminaban de colegas, historietistas, escritores, compañeros de redacción de antes y de ahora, amigos de toda la vida. Admiradores todos del autor de Manual de perdedores, del conductor de Continuará y Ver para leer, del director de Fierro, del creador, divulgador y padrino de tanta obra propia y ajena.
Antes había sido momento de las definiciones, de las palabras, de los videos con el reconocimiento de (más) amigos y colegas. El mexicano Elmer Mendoza, por ejemplo, advirtió que Sasturain había sabido “transformar su simpatía en palabras”; el escritor y guionista Guillermo Saccomanno ubicó su prosa en una encrucijada entre Leopoldo Marechal, Roberto Arlt y Jorge Luis Borges. Juan Villoro lo definió como “un hombre de ideas progresistas muy compartibles” y como “el 10 de la literatura latinoamericana”.
Panno, en tanto, relataría que Juan jugaba “de 9” en un equipo de la facultad y que, según sabía, “ponía el culito y así defendía bien la pelota”, lo que le permitía hacer no pocos goles. “Juan es un ganador de afecto”, distinguió a su compañero de varias redacciones y sumó una anécdota encantadora: para reconquistar a su mujer, Sasturain se dedicó a pesarse en una balanza electrónica todos los días, y mandarle el ticket que el aparato emitía junto a un poema.
Birmajer conoció a Sasturain cuando tenía 19 años. Para él, más que un Papá Noel, fue un salvador. “Nunca pude imaginar cómo hubiera seguido mi vida si no lo hubiera conocido, no sé cómo habría sobrevivido a mis 19 años”, reflexionó y consideró que el premio no estaba dirigido hacia su obra, sino hacia “su rol indiscutible para mejorar la sociedad” y por ser “uno de los grandes combatientes contra el aburrimiento, que es uno de los mayores males de la humanidad”.
La creadora de Mujeres alteradas ya no es la chica de 20 años que recién empieza. Abandonó, incluso, los lápices. Pero supo sintetizar el sentimiento que llevó allí a muchos historietistas jóvenes. “Cuando lo conocí, él ya era una personalidad destacada de la cultura”, recordó, “lo conocí en esas revistas que eran la Biblia de todos los que queríamos ser dibujantes, Fierro, Humo(r)”. De esos años, Maitena destacó el talante “bondadoso” y “sincero” de Sasturain a la hora de observar sus páginas y viñetas. “Tenía una manera amorosa de decirte si algo no le había gustado, en diminutivos, o comparándote con un gran dibujante que vos sabías que a él no le gustaba: ‘Te quedó un poco como Manara acá, ¿no?’”
“Me había escrito un discurso sobre los malentendidos, pero es una plomada”, confesó Sasturain, mientras sacudía un montón de hojas impresas con las palabras que no iba a leer. En cambio, prefirió acordarse de los amigos, de los gestos. “Espacio, posibilidades, gente que confía en vos, todos necesitamos eso”, advirtió y afirmó que hizo todo su camino en compañía. “Yo soy el más jetón, pero todo lo que hacemos es el resultado de un laburo conjunto.” Será por eso que los presentes coincidían en que, como Papá Noel, su obra continuará.
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