Martes, 13 de agosto de 2013 | Hoy
CULTURA › COMIENZA EL CICLO DE TEATRO LEíDO POR LA MEMORIA EN LA BIBLIOTECA NACIONAL
Durante cuatro martes habrá obras leídas de entre 20 y 35 minutos, que contarán con la participación de actrices y actores como Virginia Innocenti, María Figueras y Silvia Baylé.
Por María Daniela Yaccar
La certeza de que la memoria es el arma de la vida y de la historia está, afortunadamente, cada vez más aceptada. Héctor Oliboni, dramaturgo y director, entiende que la memoria también es el arma del teatro. Por eso ideó y organizó un ciclo de teatro leído que versará sobre la facultad humana de “recordar para no olvidar”, que comienza hoy en la Biblioteca Nacional, y que contará con la participación de actores, autores y directores. Oliboni entiende al teatro como un todo que es más que la suma de las partes, pero, como amante de la palabra escrita y leída, de la palabra en sí misma, quiso reivindicar una de las dimensiones que esta disciplina milenaria pone en juego. ¿Qué vibraciones se generan cuando uno o más cuerpos lanzan palabras como si fuesen flechas? Por la memoria –tal el nombre del ciclo– es una buena oportunidad para obtener una respuesta o, por lo menos, para hacerse esa pregunta.
Por la memoria se extenderá por cuatro martes y contará con la participación de actrices y actores como Virginia Innocenti, María Figueras, Silvia Baylé, Silvina Bosco, María Forni, Osmar Núñez y Luis Campos. Entre los autores están Raquel Albéniz, Laura Coton, María Rosa Pfeiffer, Patricia Suárez, Adriana Tursi, Andrés Binetti, Roberto Perinelli y el mismo Oliboni. Y los directores son Raquel Albéniz, Mariela Asensio, Mónica Benavídez, Corina Fiorillo, Stella Matute, Iris Pedrazzoli, Héctor Oliboni y Julio Ordano. “Me gusta mucho el teatro leído”, cuenta el diseñador de esta propuesta a Página/12. “Me interesa el valor de la palabra dentro del espacio teatral. Si bien el teatro combina diferentes disciplinas, el texto por sí solo tiene un valor importante. Me gusta que la expresión llegue nítidamente al espectador, sin ninguna mediación”, explica. El disfrute por la palabra como si fuera un diamante en bruto, sin otra cosa que el actor y sus intenciones, llenándola de sentido: ésa es la invitación, en un mundo en el que las imágenes van monopolizándolo todo y lo espectacular cobra cada vez más relevancia.
Sobre esto reflexiona Oliboni: “Suele decirse que la imagen es, en este momento, la reina de las disciplinas artísticas. Sin embargo, la palabra tiene un significado sagrado. En las religiones y en la filosofía, por ejemplo, tiene un valor místico y fundamental”. Pero, ¿esto que harán en la Biblioteca Nacional es teatro? ¿No se parece a la narración oral? “Donde haya un actor y un espectador, hay teatro. El actor es el vehículo que la palabra, en este caso, utiliza para expresarse. Sin él no se podría hacer absolutamente nada”, teoriza Oliboni.
Los textos que serán leídos durante el ciclo –y que dieron origen a obras breves que duran entre 20 y 35 minutos– han sido escritos exclusivamente para él, por un puñado de dramaturgos invitados por Oliboni a escenificar la memoria. El riesgo era la monotonía, que todos los autores pensaran en lo mismo. Porque, claro, la memoria en la Argentina habilita, sobre todo, el recuerdo de los años más duros en la historia del país. El teatro ha dado cuenta de ellos, y mucho en los últimos tiempos de reparación. Oliboni detalla que los ’70 aparecen en las obras de Por la memoria, pero que no son el único tema. “Hay otras sobre acontecimientos ocurridos en tiempos pasados en otros lugares del mundo y sobre otros episodios de la historia nacional”, dice el director. Y pone dos ejemplos: una obra que se ubica en la Alemania nazi y otra sobre el terremoto de San Juan de 1944. “Por mi parte –cuenta–, escribí una obra que se llama Opacidad, que tiene que ver con lo que pasó en el ’78 durante el Mundial: mientras la gente festejaba, en ciertos lugares se estaba torturando y asesinando gente. En una familia se podían generar hechos contrastantes, de festejo y de duelo.”
“La memoria es una de las facultades humanas más importantes. Puede que sea favorable, que nos permita recordar hechos que nos hagan emocionar o dolores importantes de nuestra vida y nuestra historia. O puede ser nefasta y provocar parálisis, trayendo recuerdos que nos puedan hacer mal”, reflexiona Oliboni. Y define: “El ciclo apuesta a la memoria en el buen sentido. Queremos recordar para no olvidar. Recordar hechos importantes de nuestra vida, historia e identidad, como país y como seres humanos que integramos una sociedad”.
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