Mar 10.09.2013
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CULTURA › YVES BONNEFOY GANó EL PREMIO FIL DE LITERATURA EN LENGUAS ROMANCES

Testigo de la cultura del siglo XX

El poeta, narrador, ensayista y traductor obtuvo el prestigioso galardón a los 90 años. El jurado destacó la “agudeza de su producción crítica y poética, dentro de la que es capaz de hermanar la tradición con el presente”.

› Por Silvina Friera

El poeta metafísico, nieto de agricultores e hijo de un ferroviario y una maestra, guarda en su mente “el matrimonio de las frases y de la ceniza”. A los 90 años, Yves Bonnefoy, desde su casa en Francia, agradeció que le hubieran otorgado el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances, que recibirá el próximo 30 de noviembre cuando comience la 27ª edición de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. “La poesía no marca distancias, borra las barreras de edad e idioma”, dijo el poeta, narrador, ensayista y traductor –el primer escritor de lengua francesa en obtener este reconocimiento–, que ha dedicado buena parte de su vida a indagar en “la majestad de las cosas sencillas”. El autor de Anti-Platón, La nube roja y La verdad de la palabra, por mencionar apenas un par de títulos de una vasta y prolífica obra lírica, narrativa y ensayística, atesora además traducciones de William Shakespeare y W. B. Yates. “Considero que la poesía intensifica y potencia las palabras de la misma manera que hacen los pintores con las imágenes. Veo un paralelismo entre poesía y pintura”, afirmó ayer el escritor luego de la conferencia de prensa en la que el jurado anunció que lo eligió por ser un “testigo de las experiencias humanas del siglo XX, a las que se enfrenta con toda la generosidad y agudeza de su producción crítica y poética, dentro de las que es capaz de hermanar la tradición con el presente.”

Bonnefoy, nacido en Tours (Francia) en 1923, es considerado uno de los poetas franceses más importantes de la segunda mitad del siglo XX. Se interesó por la filosofía y la matemática desde sus primeros estudios. Conoció a André Breton en 1946 y se unió brevemente a las últimas tertulias que dirigió el poeta surrealista en París. Pero más tarde rompió con el grupo de Breton y comenzó a transitar un camino que lo llevó a convertirse en uno de los grandes renovadores de la poesía francesa contemporánea. “La poesía ha querido durante mucho tiempo habitar la casa de la idea, pero, como se ha dicho, fue echada de ella, huyó lanzando gritos de dolor –plantea el poeta y ensayista aludiendo a la dedicatoria de Pequeños castillos de Bohemia: poesía y prosa de Gérard de Nerval–. La poesía moderna está lejos de su morada posible. La gran sala con cuatro ventanas le es aún negada. El reposo de la forma en el poema no es honestamente aceptable. Pero la suerte de la poesía futura, al menos en cuanto felicidad (y puedo ahora consentir esa felicidad), es que ella está al borde de conocer, en su largo exilio, lo que puede abrir la presencia.” Durante la conferencia de prensa, el flamante ganador del Premio FIL opinó que “la poesía debería tener un papel importante en las sociedades democráticas, al propiciar un intercambio recíproco entre las personas”.

El jurado del Premio FIL –integrado por Horácio Costa (Brasil), Hugo Gutiérrez Vega (México), Mariapia Lamberti (Italia-México), Esperanza López Parada (España), Simona Sora (Rumania), Benedetta Craveri (Italia) y Pascal Gabellone (Francia)– definió la poética de Bonnefoy como “sofisticada en contraste con una dicción sencilla”; una obra que “integra la vanguardia a los grandes pilares de la modernidad poética, como Baudelaire, Celan o Rimbaud”. López Parada lo calificó de poeta metafísico “que entiende la poesía como exploración de otras dimensiones”. “Para Bonnefoy, lo que tiene una presencia real es lo improbable, lo onírico, lo ensoñado, y al mismo tiempo ésa es una existencia real, para él indudable. Es un poeta paradójico que juega con estas contradicciones”, explicó la integrante del jurado. El poeta que fue amigo de Breton y que manifiesta su admiración por Baudelaire, Celan, Rimbaud, Nerval y Mallarmé aseguró que no conocía “en absoluto” la polémica que rodeó al ganador del año pasado, el peruano Alfredo Bryce Echenique, acusado de plagio en su país, quien no viajó a Guadalajara y recibió el Premio FIL en una discreta ceremonia en Lima.

A los 90 años, Bonnefoy está preparando un ensayo sobre el lugar que ocupa la palabra en la vida: “Escribo conscientemente para luego tachar frases y así encontrar la escritura inconsciente, que es donde se hallan las ideas más precisas”.

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