Vie 25.10.2013
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CULTURA › DARIO GRANDINETTI PRESENTA DESDE EL MARTES EN LA TV PUBLICA HOMENAJE A TEATRO ABIERTO

“Fue teatro químicamente puro”

El actor será presentador y entrevistador del ciclo. Homenaje...reunirá trece adaptaciones televisivas de obras pertenecientes al emblemático movimiento de resistencia cultural a la dictadura.

› Por María Daniela Yaccar

No hay metáfora posible para una realidad que habla por sí sola. Hubo un momento en la historia argentina, hace no tantos años, en el que un teatro podía arder en llamas hasta su destrucción casi completa. La metáfora, en todo caso, está en la misma realidad. Porque está más que claro que a los militares les importaba poco prender fuego a El Picadero, lo que les importaba era otra cosa (que no consiguieron): acabar con ese movimiento cultural y político, sin precedentes casi en el mundo, que se llamó Teatro Abierto (TA). Algunas de esas obras, que exhibieron la potencia, la libertad y la razón de ser del teatro, se verán a partir del martes que viene por la pantalla de la Televisión Pública. Se hicieron trece adaptaciones para la televisión con muchos de los actores que les pusieron el cuerpo originalmente. Aquello que intentaron destruir llega, con los treinta años de democracia como telón de fondo, al medio de comunicación más masivo de todos. En 1981 casi ninguno cubrió la conferencia de prensa que ofrecieron los hacedores de Teatro Abierto, encabezados por Osvaldo Dragún.

“Fue teatro químicamente puro”, define a Página/12 Darío Grandinetti, el presentador y entrevistador de este ciclo llamado Homenaje a Teatro Abierto. Lo instituyente se puede convertir en lo instituido, según la filosofía de Cornelius Castoriadis. Este es el caso de TA. Nació como un espacio que ofreció “alivio”, según han expresado muchos de sus participantes y fanáticos, porque el teatro unió y reunió a los que se oponían a la dictadura militar, que dejaron de sentirse tan solos ante la opresión. Basta pensar en las impresionantes colas afuera del Tabarís para comprender la necesidad que había de un espacio como ése. El movimiento es hoy considerado un hito, es estudiado en el mundo y se lo recuerda como un ejemplo de resistencia cultural y política, que enfrentó a la dictadura “a la par que el rock y las revistas de humor”, como sostuvo Roberto “Tito” Cossa en una entrevista.

El programa se emitirá de martes a jueves a las 22.30. Se filmaron trece de las 21 obras, con sus actores originales y con otros que fueron convocados especialmente para el ciclo. Incluso participaron directores que formaron parte de TA. “El objetivo es homenajear a TA y a su gente”, expresa Grandinetti en su camarín del estudio de la calle Figueroa Alcorta. Es el día en que terminaron las grabaciones y el equipo entero está de fiesta. Durante la primera semana de emisión se verán El nuevo mundo, de Carlos Somigliana; La oca, de Carlos Pais, y Desconcierto, de Diana Raznovich. Cada día se emitirá una obra. Y al final, se verán las conversaciones de Grandinetti con los grandes directores y dramaturgos, con los actores (los originales y los nuevos), así como también con figuras que formaron parte de otro modo, como dueños de espacios teatrales, acomodadores, músicos o periodistas que cubrieron las obras en ese entonces. “En realidad, no fui tanto un entrevistador”, aclara Grandinetti. “La gente que participó está muy orgullosa de eso. Entonces tenía muchas ganas de contar”, explica, en uno de los pasajes de una charla que se centra en la relación entre la cultura y la política.

El cruce generacional es un dato interesante de este homenaje. Entre los directores que fueron parte de TA se encuentran, por ejemplo, Raúl Serrano y Hugo Urquijo, y entre los nuevos, Alejandro Tantanian, Román Podolsky, Lía Jelín y Pepe Cibrián Campoy. Entre los actores se encuentran Marilú Marini, el Puma Goity, Pepe Soriano, Virginia Innocenti y Luciano Cáceres, entre otros.

–¿Cuál es su lectura sobre Teatro Abierto?

–Fue teatro químicamente puro. Teatro en su máxima expresión. Una de las cosas que surgió en las entrevistas es que se pudo realizar porque había una forma de trabajo ejercitada en el teatro independiente. TA fue posible por el coraje de la gente que lo llevó adelante y por eso generó su herencia, pero se produjo porque había una formación de autores y directores en el teatro independiente. Por eso se pudo gestar esa manera de producción tan rara: veintiún obras, tantos elencos, la unión de mucha gente muy importante con alumnos... fue una gran mezcla. Había una necesidad tan real de hacerlo, tantas ganas de la gente de participar, de hacer las obras a las cinco de la tarde y después ir a trabajar al teatro comercial... Se conjugaron muchas cosas que habitualmente tienen que ver con el teatro. Hoy también el teatro es un hecho social y político. Pero no es necesario responder, hacer frente a nada. No hace falta un movimiento cultural para defenderse de nada. Bueno, cada uno puede hacer y contar siempre. Pero no hay un ninguneo al teatro. Al contrario, las políticas están a favor de la cultura.

–En cuanto a las expresiones artísticas, hay una revalorización de lo propio.

–Se puede hablar de nosotros siempre, aun con el teatro universal, porque si hacés Shakespeare acá estás haciendo una adaptación argentina. De todos modos, siempre conviene poner en valor al autor nacional. Este no es un momento en que esté ninguneado como antes, cuando no se programaban autores nacionales en teatros oficiales. Lo que estaría bueno sería revalorizar el San Martín, que está atravesando una etapa nada buena: no tiene programación estable, el teatro está en condiciones deplorables. Habría que hacer una toma del teatro. Hay ciertos sectores que creen que son patrones de estancia, que hacen lo que quieren. Por eso se puede alquilar un teatro para un cumpleaños. Después uno escucha a algunos funcionarios decir que hace cincuenta años que no se hace nada en ese teatro, que no se lo arregla. Pero se olvidan de que los últimos seis años gobernaron ellos, o sea, más del 10 por ciento de esos cincuenta años. Nunca como ahora el San Martín se quedó sin calefacción, sin agua y sin programación. Pero, al margen de eso, hay un proyecto cultural nacional a favor de la cultura. Nunca antes un gobierno se había ocupado. Preguntan por qué los actores estamos a favor. Y bueno: ciertas decisiones son nuestro pancho y nuestra coca, podríamos decir. Nos apoyan, nos tienen en cuenta, se pone en marcha una ley que estuvo cajoneada durante años, nuestro trabajo es reconocido como propiedad intelectual, se apoya al cine...

–Cuando se cuestiona a un actor que apoya a un gobierno o a un proyecto se borra el hecho de que el actor es primero un sujeto político o un ciudadano...

–Ese pensamiento no resiste ningún análisis, porque entonces Picasso no debería haber pintado el Guernica ni Goya los fusilamientos. Galeano no debería haber escrito Las venas abiertas de América latina o Neruda el 90 por ciento de su obra. Para algunos el lugar del actor es otro. Tiene que expresar una opinión ligada a sus miserias, sus divorcios, tiene que contar con quién se acuesta, con quién se pelea, quién se murió o de qué está enfermo. Durante años fue así. Si no, el actor tiene que hablar de lo genial que es, de que llena el teatro. No se les ocurre pensar que los teatros se llenan porque la gente tiene guita para ir. Porque, por más genial que seas, si la gente no tiene plata, no va al teatro ni al cine ni a comer. El asunto siempre es el mismo: ningunear la política. Ese es el supra objetivo. Vemos muchos candidatos que van a la televisión y no hablan de política. Hay mucho noventismo todavía; caló hondo, hizo escuela. Hay que estar atentos y revalorizar la política. Porque en la medida en que se desprestigie seguirán apareciendo los De Narváez, los Macri, los Del Sel. Hay mucha cosa buena hecha y mucha cosa por hacer, pero esos no vienen a hacer lo que falta. Esto hay que tenerlo claro.

–Volviendo al homenaje... ¿cuál es la importancia de que Teatro Abierto tenga un espacio en la televisión?

–Está bien que la TV Pública se ocupe de algo como esto. Está para estas cosas, no para hacer 50 puntos de rating. Por otro lado, si el canal tiene 3 puntos en general, ¿cómo vas a tener 20 con un programa? Se suele juzgar la calidad de un programa de televisión en base al rating que tiene. Eso es muy de los noventa también. Es una lógica que se usa para pensar el fútbol: hay veinte equipos, uno es el campeón y los otros diecinueve son boludos. Quisiera que esto lo viera todo el mundo. Elijo hacer cosas que valen la pena. Con el teatro soy igual: no pienso si la gente irá. Hago lo que tengo ganas. La televisión pública se tiene que ocupar de esto, durante un tiempo se ocupó de cortar la manzana y no escuché muchas críticas. Los actores hemos trabajado cuando la televisión pública era de los militares, de Alfonsín, de De la Rúa, de Menem. Pero les molesta que trabajemos en la televisión pública del kirchnerismo. En las otras también trabajamos y nadie saltaba rasgándose las vestiduras como ahora.

–La información sobre Teatro Abierto está dispersa, hay que buscarla por diferentes lados. ¿El programa propondrá una suerte de reconstrucción?

–No hay mucho material fílmico. De las obras no hay, hay fotos. La idea es descubrir algunos datos que estaban perdidos. Sí, es una reconstrucción. Pero sobre todo un homenaje y la intención de que todos tomemos conciencia de que no al cuete le tienen tanto miedo al teatro. Genera algo que molesta.

–¿Cómo le resultó el rol de conductor?

–Fue muy fácil, porque la mayoría de la gente que participó está orgullosa y tiene muchas ganas de contar. No tenía preguntas preparadas, me puse al tanto de lo que cada uno había hecho en ese momento y directamente los protagonistas contaron sus historias. En algunos casos hablamos de las obras, en otros no... hay gente a la que le gusta más hablar que a otra. No fui un entrevistador. Formé parte de algo que me enriqueció, tuve la posibilidad de charlar con quienes participaron de eso. Fue una suerte.

–¿Y hubo alguna historia que lo haya sorprendido particularmente, algún dato que desconocía?

–Descubrí varias cosas que no sabía: cómo influyó en cada persona. Hubo mucha gente que se conoció ahí, incluso algunos que se casaron y siguen casados después de tantos años. Me conmovió la gente importante que fue y preguntó “¿qué quieren que haga?”, como Alezzo, que no participó dirigiendo en la primera edición, pero que se ofreció para colaborar con lo que fuera, como boletero o asistente. Esas historias son conmovedoras.

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