Miércoles, 6 de noviembre de 2013 | Hoy
CULTURA › ADRIáN PAENZA Y SU MATEMAGIA EN EL CENTRO CULTURAL DE LA VILLA 21
El periodista y matemático invitó para la presentación de su nuevo libro al mago Andrés Reznik, un ilusionista de cifras, multiplicaciones y cuentas imposibles. “La magia tiene un montón de cosas de matemática atrás, que no se ven”, señaló Paenza.
Por Andrés Valenzuela
La previa es con música electrónica y luces de colores. Circula alegría entre esos pibes, hombres y mujeres que llenan de a poco las gradas. Pero la fiesta no es en las carpas de la Creamfields ni la estrella un dj de moda. Todos están ahí para ver a Adrián Paenza presentar su nuevo libro, Matemagia, en el Centro Cultural de la Villa 21, al 3500 de Av. Iriarte, en el alma de Barracas. Responsables de la editorial se mezclan con vecinos de la zona, pibes de una escuela, con gente de la junta vecinal, con invitados. Ronda por ahí Tití Fernández, por ejemplo, a quien le presentan a un “biólogo y mago”. Y la aclaración acerca del segundo trabajo del muchacho es pertinente, no sólo porque el nuevo libro del matemático y columnista de Página/12 dedica muchos pasajes a la prestidigitación con números, sino porque su autor invitó a un ilusionista (de cifras, multiplicaciones y cuentas imposibles, claro) a compartir escenario con él.
“Esta presentación va a ser un poco atípica”, anticipó alguien de la organización, “porque Adrián va a ser fiel al espíritu de su libro, así que en lugar de tener gente hablando de las bondades del autor y la producción del libro, él nos propone jugar con las matemáticas”. Y entonces sí, los aplausos al hombre de anteojos de marco delgado, de camisa y zapatos cómodos, con el fibrón en el bolsillo de la camisa. No hace falta presentarlo, ya lo conocen de Encuentro, de leerlo en sus otros siete libros, que se pueden descargar gratuitamente (de forma legal), “y éste también”, invita el mismo autor. Matemagia, además, estará en las netbooks que se distribuyen en las escuelas públicas.
“No estamos acostumbrados a presentar un libro en un lugar que fue construido por la misma gente que viene a la presentación”, reflexionó Paenza, quien llamó a compartir el conocimiento. “Uno que trabaja en Encuentro, en Página/12, en la universidad, son todos lugares de difusión, porque hay que socializar el conocimiento, no es justo que haya gente que puede acceder al conocimiento y otros que no”. Si alguien sabe algo, que lo comparta, propone, y por eso invita al escenario a Andrés Reznik, un mago que, anticipa, deberá revelar sus trucos.
Reznik se para frente al auditorio con el respaldo inobjetable del protagonista de la tarde, pero también con la seguridad que otorga haber hecho cada semana un show (también llamado Matemagia) en la Nave de las Ciencias de Tecnópolis. Empieza tranquilo, haciendo jueguito para la tribuna elevando a la primera potencia números que le proponen del auditorio. Cifras de un dígito, de dos, de tres, ¡de cuatro! En el escenario uno corrobora sus resultados con la calculadora del celular y entre el público otros también lo hacen, ya incrédulos por la velocidad que demuestra. Al llegar a los cuatro dígitos, hace su proceso en voz alta: parece magia, pero no. Son dos reglas mnemotécnicas y mucha, mucha práctica. “Esto es fruto de muchos años de esfuerzo”, confiesa Reznik y asegura que cualquiera puede lograr lo que él. Lo único que hace es practicar una hora por día, desde hace cinco años. Suficiente como para bailotear ante los aplausos.
“Lo invité a Andrés porque la magia tiene un montón de cosas de matemática atrás, que no se ven”, explica Paenza. En el pizarrón, ahora, hay un “cuadrado mágico”. Un cuadro de cuatro casillas por lado que, en casi todas las combinaciones posibles, da por resultado una cifra que le tiró un espectador. El azoramiento del público en esta parte es fenomenal. Pero Reznik confiesa a su anfitrión que, en realidad, es el ejercicio más fácil de todos, que hay cantidad de ensayos científicos escritos sobre variantes del cuadrado mágico.
–¿Tenés algo escrito sobre esto?
–No, pero lo podemos subir a la página de la editorial, porque hay muy buenos artículos en inglés, pero no en castellano.
–¡Entonces escribilo! –reclama Paenza al hacerse cargo del escenario.
Paenza, entonces, recorre algunos de sus ejercicios más populares: el de adivinar números a partir de unas fichitas elegidas por los asistentes (basado en el sistema binario, que alimenta las computadoras), el del cumpleaños y las muestras estadísticas (con no poca dosis de fortuna, en menos de una docena de personas encuentra coincidencia de gente que nació el mismo día), el clásico ejercicio del pago en el bar y hasta un método para averiguar quién mandó la pelota al corner. Trucos que dependen de los números, pero sobre todo se basan en la lógica. Para cuando termina el ejercicio, con ayuda de un chiquilín vestido de pies a cabeza con los emblemas de Huracán, hace rato que tiene al público en el bolsillo.
En el aire queda flotando una reflexión, sobre métodos para deducir probabilidades, fracciones y cuánto le corresponde a cada quien en una apuesta: “La matemática no nos dice si este resultado es más correcto que el otro, pero sí nos sirve para negociar mejor, si no sabemos y el otro sí, tiene ventaja, por eso tenemos que educarnos”.
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