Miércoles, 6 de noviembre de 2013 | Hoy
TELEVISION › BERNARDA LLORENTE, CLAUDIO VILLARRUEL Y TELEVISIóN POR LA JUSTICIA
Luego de sus premiadas ficciones sobre la identidad y la inclusión, el dúo de productores presenta en Canal 9 trece unitarios sobre casos “promedio” relacionados con el sistema legal. Pero aseguran que el objetivo es una buena ficción, no la mera denuncia.
Por Ezequiel Boetti
Justo antes del inicio de la entrevista, Claudio Villarruel amenizaba la espera del café recordando haber visto por televisión la muerte de Perón, las marchas en las vísperas de las elecciones de 1983 y la totalidad del período democrático. El dato podrá parecer anecdótico, a no ser porque quizás allí, en las agitaciones sociales y políticas de las últimas cuatro décadas vistas en vivo y en directo, esté la razón del interés en las pequeñas historias dentro de la Historia, a la postre rasgo característico de gran parte de los productos ON TV, la empresa que comanda junto a Bernarda Llorente. Basta recordar aquellas exitosas ficciones disparadas por lo real que fueron Televisión por la identidad y Televisión por la inclusión, sendas ganadoras de un premio Emmy a mejor unitario y a mejores actuaciones para Cristina Banegas y Darío Grandinetti, respectivamente. O ver, desde esta noche y todos los miércoles a las 23 por Canal 9, Santos y pecadores: Televisión por la justicia.
Escritas por Guillermo Salmerón, el mismo de las “televisiones” anteriores, y dirigidas por Rodolfo Cela, las trece entregas del flamante envío tendrán elencos rotativos y se focalizarán en distintos conflictos legales, centrándose no tanto en el proceso en sí, sino en “los cambios de los personajes con la Justicia como contexto”, tal como define el ex director artístico de Telefe, quien pone como ejemplo el capítulo de hoy. Protagonizado por Pablo Rago, Valentina Bassi, Fabián Arenillas y Lautaro Delgado, mostrará a un policía que ve cómo sus compañeros abusan de su autoridad agrediendo a un sospechoso y se debate entre delatarlos o no. Ante la posibilidad latente del “basado en casos reales”, Villarruel aclara que, a diferencia de los ciclos anteriores, aquí no se tratarán historias particulares, sino aquellas “que están en una línea promedio y que se repiten constantemente”. “Seguramente la gente puede decir que un capítulo se parece a tal o cual caso, pero no son puntuales”, agrega.
–¿Hubo alguna razón artística para tomar esa decisión?
Claudio Villarruel: –En realidad, nos dimos cuenta de que era muy difícil hacer un programa más entretenido que la realidad misma, porque a veces la situación verdadera supera a la que se podría pensar desde la ficción. En ese sentido, fue un trabajo muy interesante para los autores. Además, si hubiéramos hecho casos reales y emblemáticos era probable que el público se centrara en lo que habían dicho los medios. En cambio, al hacer esos casos “promedio” podemos enfocarnos en los procesos.
–Pero en Televisión por la identidad sí eran casos concretos.
C. V.: –Sí, porque no se había abordado nunca esa temática desde la óptica de los jóvenes y mucho menos en una canal mainstream como Telefe. Se habían hecho documentales y programas periodísticos, pero no ficciones.
–Ustedes han dicho que éste era un cierre de la trilogía. ¿Por qué hacerlo con este tema?
Bernarda Llorente: –Cuando hicimos Televisión por la identidad sentíamos que de alguna manera la televisión tenía que dar cuenta del pasado, porque la sociedad había hablado mucho sobre la recuperación de los nietos, pero la tele nunca lo había hecho. Después, con Televisión por la inclusión dejamos de preguntarnos por el pasado para abordar el presente, y cuando se nos presentó la posibilidad de hacer una tercera ficción decidimos seguir por esta línea, para pensar cuestiones que parecen normales. Todos sabemos las asimetrías que existen en el sistema judicial, pero también hay otros casos que quedan en la esfera privada y que deben resolverse en lo público.
C. V.: –Ya contamos las historias que se conocen y la idea es no repetirnos. Calculo que de ahora en adelante iremos por el lado de la comedia, tomando estos temas y tratándolos desde un lado absurdo.
–El título plantea la idea de no posicionarse siempre junto a los perjudicados por la Justicia, sino también de mostrar también casos de “beneficiados” por un fallo injusto. ¿Es así?
C. V.: –Es la idea. No es un programa sobre el sistema judicial, sino sobre el proceso de los personajes con la Justicia como contexto y con el punto de vista de aquellos que sufren la sensación de estar entre el bien y el mal. Son historias que tienen que ver con lo social, pero fundamentalmente son ideas atractivas. El programa está estructurado con una primera escena que muestra el prefinal del caso, y de ahí en adelante se retrocede hasta el comienzo de la historia, para terminar llegando a la escena inicial. Ese es un tratamiento distinto de los anteriores, así que decidimos incluirle un título previo a Televisión por la justicia.
B. L.: –Más allá de los casos que son más evidentes, queríamos contar conductas diarias que están al límite y en las que muchas veces conviven los dos aspectos, los santos y los pecadores. Acá también se ponen en juego los propios miedos; uno nunca está solo frente a la Justicia, sino que es producto de un entramado social y cultural enorme.
–Desde Resistiré en adelante, muchas ficciones han decidido vincular sus temáticas con el mundo real. ¿Cómo se logra balancear el entretenimiento con temas espinosos como el tráfico de órganos, los desaparecidos o las injusticias?
C. V.: –El balance se desequilibra cuando pensás en un tema y no en hacer una ficción entretenida. Nosotros queremos contar historias y después pensamos de qué forma abordarlas. Si en cambio se piensa al revés, se rompe. ¿Cómo se logra el equilibrio? Dándoles mucha importancia a los libros y tratando de hacer algo realmente interesante desde la estética, el sonido, las actuaciones y demás. Hacer algo que sorprenda por lo novedoso con temas que habitualmente no se tocan. Es difícil, pero hay que pensar que no lo es, que es una ficción como cualquiera, sólo que se tocan temas profundos.
–¿Creen que hay una necesidad del público de ver reflejada esas problemáticas en la televisión?
C. V.: –La sociedad siempre está preparada. Va muy por delante de la televisión y pensar lo contrario es subestimarla.
B. L.: –También depende de los objetivos que te propongas. No-sotros no buscamos hacer un unitario absolutamente masivo en términos de rating. Son historias que teníamos ganas de contar, y esperamos llegar a la mayor cantidad de gente posible, pero conociendo nuestras limitaciones.
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