Lun 16.12.2013
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CULTURA › TERMINO EL XIV FESTIVAL INTERNACIONAL DE TEATRO EXPERIMENTA

Identidad, mestizaje y conquista sobre tablas

› Por Cecilia Hopkins

Desde Rosario

En el marco del XIV Festival Experimenta, evento anual que organiza Aldo El Jatib y su grupo de teatro laboratorio El Rayo Misterioso, una de las últimas obras que se presentaron en la sala del barrio de Pichincha fue La nave de la memoria, espectáculo del grupo peruano Cuatrotablas. Dirigido por su fundador, Mario Delgado Vázquez, el montaje despliega un abigarrado relato que incluye hechos de violencia y de amor, todos vinculados con la historia del Perú. Interpretados por Flor Castillo Alama, Manuel Luna Mendoza, Luz Marina Rojas Merchan y Miguel Gutti Brugma, los cuatro personajes a cargo de la narración, la cual incluye danzas y cantos, se presentan como la versión actual de los míticos hemanos Ayar, héroes civilizadores del mundo andino. Escrita en 1992 por el poeta y diplomático ya fallecido Ricardo Oré, la obra fue originalmente compuesta para los festejos del quinto centenario de la conquista, aunque nunca fue representada. Según subraya el director, “el sueño de Oré fue entronizar al Inca Garcilaso de la Vega en el imaginario español”, dado que el autor formaba parte de un movimiento que buscaba reconciliar la cultura del Perú con lo sucedido luego de la conquista.

En 2001, el director estrenó una versión de La nave... con un elenco de catorce actores. Años después, llegó a la versión que actualmente muestra: “Esta obra me enseñó mucho –reflexiona Delgado Vázquez–, me hizo comprender el teatro que había hecho y el que haré en el futuro”. No obstante, antes de dar a conocer la versión minimalista de La nave..., el director se consagró a la puesta de Arguedas, los ríos profundos, obra que mostró en el Teatro Cervantes de Buenos Aires, en 2008. “Estudiar a Arguedas me hizo comprender mejor el texto de Oré, porque en ambos autores el mestizaje implica una reconciliación con la conquista, que es lo que nos falta”, explica el director. Presentes en la obra, los personajes del Inca Garcilaso de la Vega, autor de los Comentarios Reales y el cronista y dibujante Huamán Poma de Ayala, representan dos caras del fenómeno del mestizaje, en suma, dos miradas acerca de la conquista española. Otro personaje cuya historia busca referirse a la interculturalidad es Pedro de Candía, uno de los principales actores de la conquista del Perú, quien en su afán de integración “hablaba en quechua, bailaba huainos y desperdigaba progenie por todas partes”, según detalla el director.

–¿Por qué hizo una versión de la obra original?

–La pieza hubiera durado cuatro horas y, aunque toda obra puede ser puesta siempre que se le encuentre el mecanismo, reduje el texto tomando como base el relato de cuatro personajes que vienen a contar esta historia de aliento shakespereano que contiene toda la historia del Perú. Los personajes son peruanos de hoy, ya mestizados pero sin odios y con ganas de aventurarse por el mundo y mezclarse con otros. La ropa que usan muestra la diversidad y el eclecticismo del Perú actual en la combinación de ropa tradicional de diferentes regiones y zapatillas deportivas.

–El relato de la obra es complejo: muestra personajes históricos, pero también hace alusión a muchas historias míticas...

–Es que el Perú mismo es enrevesado. En La nave..., lo histórico, el mito y la fantasía están para sostener la idea de que el otro es distinto y opuesto, pero eso no quiere decir que no sean complementarios.

–¿El de la identidad es uno de sus temas preferidos?

–Comencé a hacer teatro queriendo entender mi propio origen, para cerrar heridas personales y para entender también las heridas nacionales. La identidad de un pueblo es un cúmulo de conocimientos, un motor para el desarrollo. De todas formas, el teatro nunca habla de certezas, sino que desde la duda dispara preguntas.

–¿El mestizaje sigue siendo un problema?

–Sí, porque nos enseñaron que el mestizaje implica violencia y dolor. Y esto es producto del miedo que siempre inspira el otro, el desconocido. Nadie nos dice que también existió en nuestra historia la necesidad de comprender al otro. Subrayar ese afán aventurero de unirse y de mezclarse con otros es una posición política, aunque no partidaria. Mi única línea política es el teatro.

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