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Domingo, 22 de junio de 2014

CULTURA › OPINION

“Paradiso” y “Rayuela”: ¿un solo corazón?

 Por Horacio González *

Rayuela procede en verdad a los saltos. No seríamos lo demasiado hábiles para decir lo que es un salto; su materia está hecha de impulso, vacío, puntos de llegada, un esfuerzo corporal que exige un momento fugaz de separación de los dos pies respecto del piso, un pensamiento rápido sobre la ausencia de sostén. Obstáculos a superar; también. Cambios bruscos de orientación, repentismo; también. Si bien se lo mira, el salto cortazariano es una forma que no puede ser vista como enlace o unión entre objetos o situaciones semejantes, apenas separadas por un vano o un espacio sin significado. No, parece que la privación del significado es inherente a ese propio salto. Su correspondencia la encontramos con los mecanismos de pensamiento que se barajan entre múltiples temas inconclusos sin llegar nunca a desplegarse, manteniéndose disparatadamente entre un plano y otro, en divergencias que no consiguen consumarse en ninguna discusión o conflicto. Se piensa diseñando textos en el aire, graciosamente mamarrachados.

(...) Julio Cortázar escribirá sobre Paradiso de Lezama Lima y dirá: no es un trobar clus, sino un legítimo hermetismo. Paradiso, del autor cubano, es la “historia de algunas familias cubanas de fines del siglo pasado y principios del actual, con los más prolijos detalles de época, geografía y mobiliario, gastronomía e indumentaria; pero los personajes en sí mismos parecen moverse en un continuo absoluto, ajenos a toda historicidad, entendiéndose entre ellos por encima del lector y de las circunstancias inmediatas del relato, con un lenguaje que es siempre el mismo lenguaje y que toda referencia a la verosimilitud psicológica y cultura vuelve inmediatamente inconcebible”. Está definiendo a Rayuela, su propia novela.

A su vez Lezama, en La cantidad hechizada, comentará los trabajos de Cortázar, y dirá que se nutre del “inagotable paideuma infantil”. Y agrega: “Cortázar nos hace visible cómo dos personajes sin conocerse pueden contrapuntear una novela, pero percibimos de inmediato que la Maga no es Nadja, de Breton. La Maga está atraída por el hilo sonambúlico de la profecía. Rayuela ha sabido destruir un espacio para crear un espacio, decapitar el tiempo para que el tiempo salga con otra cabeza; es una novela muy americana que no depende de un espacio-tiempo americano; es la prueba de Bayaceto, cuando Racine introduce a su personaje en Constantinopla y sigue siendo inalterablemente francés. En Rayuela, la resultante es una lucidez y somnolencia totalmente argentinas”. Estaba definiendo a Paradiso, su propia novela. Un lindo misterio de la literatura de aquella época, que sin embargo añoramos, está en el salto que aún se puede y se debe pegar entre una y otra.

* Director de la Biblioteca Nacional. Fragmento del texto del catálogo de la muestra Rayuela. Una muestra para armar.

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