CULTURA › LA MUESTRA MUJERES ARGENTINAS (SI) RACCONTANO, EN EL CENTRO CULTURAL PACO URONDO
La frase de Leticia Marrone, una de las realizadoras, sirve como síntesis de la muestra multimedia que, a través de fotografías e historias relatadas en video, analiza el camino de siete artistas exiliadas que continuaron sus carreras en Europa.
› Por Sergio Sánchez
¿Qué sucede con las personas a las que, por diversas cuestiones, no les queda otra opción que irse de su país de origen? ¿Cuán doloroso es el desarraigo? ¿Qué pasa con la identidad? ¿Es fácil construir o continuar un proyecto de vida lejos de casa? Esas, tal vez, fueron algunas de las preguntas que se hicieron Inés Grion, Leticia Marrone y Marina Rivera, las realizadoras de la muestra multimedia Mujeres argentinas (si) raccontano, que se acaba de inaugurar en el Centro Cultural Paco Urondo (25 de Mayo 201). La muestra retrata, a través de un video y fotografías claves, la historia de siete artistas mujeres exiliadas de la Argentina que continuaron sus carreras en Europa, y que actualmente residen en Roma. Una bailarina, dos actrices, una pintora, una videasta, una cantante y una música cuentan cómo desembarcaron en Italia, comparten sus proyectos artísticos y desnudan sus emociones y anhelos. “Notamos que hay un fuerte fenómeno de la inmigración creativa”, le explica la periodista Inés Grion a Página/12 sobre la génesis del proyecto. Y se explaya: “Hay una gran cantidad de diseñadores, músicos y bailarines que se fueron a Italia. Entonces, nos parecía que estaba bueno tomar un artista representativo en cada campo para mostrar que irse a Europa no es fácil”. A su lado, Leticia Marrone, otra de la ideólogas, suma: “El arte da la posibilidad de ejercer en cualquier lugar del mundo, a diferencia de otras profesiones, como la de abogado o médico”.
La muestra, que consta de siete fotografías elegidas por las propias artistas, podrá verse durante todo noviembre en el espacio dependiente de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. En tanto, la filmación, que documenta de manera emotiva y profunda las historias personales de cada una de ellas, se volverá a proyectar este sábado 15, en el marco de La Noche de los Museos. “Más allá de las profesiones, nosotros también somos tres personas que emigraron, por eso nos toca muy de cerca”, dice Marina Rivera, diseñadora y la tercera en cuestión. Las tres realizadoras se conocieron en Roma y, con la idea ya entre manos, se presentaron a una convocatoria de la Unión Europea que consiste en que los museos europeos tengan líneas participativas vinculadas con diferentes temáticas, como en este caso la inmigración. De esta manera, la muestra se expuso por primera vez en el Museo Nacional Luigi Pigorini, de Roma, en el marco del ciclo [S]oggetti migranti.
El punto fuerte de la muestra, claro, son las historias. Si bien todas tienen en común el hecho de haber migrado a Italia, sus vivencias y motivos de partida fueron muy diferentes. Algunas llegaron desde muy pequeñas y otras hace apenas algunos años. Hay quienes retornan cada tanto a la Argentina, pero también hay quienes no regresan hace varias décadas. “Volver a la Argentina significaría renunciar a cosas que tengo acá. Quien emigra se queda siempre a mitad de camino”, dice en el video Silvana Chiozza, de 52 años, una artista que vive desde 1988 en Italia y que renunció al psicoanálisis para dedicarse ciento por ciento a la pintura. Sin embargo, la distancia no la separa del lazo inevitable que la une a la Argentina. “Una cosa muy fuerte en Italia es la formalidad y la estructuración de las relaciones –considera Chiozza–. Ponen más el acento en la forma que en el contenido. En cambio, el argentino es más directo, menos organizado, pero le da importancia al contenido. Eso para mí es un valor importante.” Chiozza, al igual que todas las otras artistas elegidas, lleva su argentinidad con orgullo.
“Quisimos dejar plasmada a través de las historias elegidas la relación fortísima que hay entre el arte y los derechos humanos”, resalta Grion. Es que, de alguna u otra manera, las protagonistas están relacionadas con el campo de los derechos humanos. “Mi familia y yo nos exiliamos en Venezuela, cuando tenía dos años. A mi papá lo asesinaron durante la dictadura e inmediatamente mi mamá se escapó a Venezuela, donde vivimos durante varios años”, cuenta en el film Sofía Karakachoff (38 años), videasta, percusionista y murguera. En 1983, con el regreso de la democracia, su familia retornó a la Argentina, pero la falta de trabajo hizo que tuvieran que buscar otros rumbos. Así llegó a Italia, donde vive hace 27 años. Sin embargo, volvió a su país de origen en varias oportunidades, como cuando vino a estudiar cine a Buenos Aires. “Me siento tan argentina como italiana. Pero mi lugar en el mundo, por lo menos ahora, es Roma”, se sincera Karakachoff, quien reconoce la dificultad de pertenecer a dos lugares a la vez.
Un caso similar fue el de la actriz Carolina Di Monte, de 36 años. “Mis padres eran perseguidos políticos durante la dictadura”, cuenta en el video. Y amplía: “No logro nunca sentirme italiana. Me encanta Italia, pero es un pueblo sentado, detenido. Los italianos dicen que no se pueden cambiar las cosas, que es inútil. Y yo contesto: la generación de mis padres cambió una nación. Así que sí se puede. Mi papá fue uno de los primeros que iniciaron desde Roma la lucha contra la dictadura militar. Fue uno de los poquísimos sobrevivientes de La Perla”. Con ese legado, Di Monte trasladó al arte el valor de la memoria. “Es más fácil llegar a las personas a través del arte”, dice.
Karina Filomena es bailarina y hace diez años vive en Roma. Ella no tiene una historia familiar vinculada con la última dictadura cívico-militar, pero el primer espectáculo de danza que realizó en Italia tuvo como eje los desaparecidos argentinos. Cuenta también que formó parte de la Compañía de Danza Contemporánea de Cuba y que se trató de una de las mejores experiencias de su vida. “Vamos donde la profesión nos lleva y donde estamos cómodos; somos un poco nómades”, considera Filomena, quien reconoce como un gran “peso” estar lejos de su familia y amigos.
No menos conmovedoras y complejas son las historias de la bailarina y cantante Marcela Szurkalo (39 años), la saxofonista Yanina Lombardi (29 años) y la directora, guionista y actriz de teatro Yamila Suárez Filgueira (31 años). “En Buenos Aires, el teatro es vanguardista, se trabaja con creaciones colectivas y textos nuevos. En cambio, en Italia se trabaja mucho con los clásicos. Los roles del director y del dramaturgo son más rígidos. Es un modo de trabajar más antiguo, más viejo, y el desafío es encontrar mi lugar de actriz en esta realidad”, apunta Suárez Filgueira, en una demostración verbal de su admiración por el arte que se construye en territorio sudamericano.
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