Viernes, 2 de enero de 2015 | Hoy
CULTURA › CICLO DE NARRACIóN ORAL ANA PADOVANI CUENTA HOY
Todos los viernes de enero, la actriz y narradora oral desplegará su versatilidad interpretativa. Arrancará hoy recreando personajes de Niní Marshall y seguirá luego con sus autores favoritos, desde Fontanarrosa hasta Lovecraft, pasando por Pescetti y Chéjov.
Por Silvina Friera
La galaxia sentimental de Catita regresa en la voz de su “ahijada”, una actriz y narradora oral que no se toma vacaciones en enero. “¿Me empresta el teléfono, si no le es molestia? Permiso. Viá llamar a mi novio, a ver si desde aquí tengo más suerte, porque hace una semana que no consigo comunicarme. ¡Hola! ¿El senior Provolone?... La novia le habla... ¿Qué se fue al estranjero?... ¿Pero a cuál estranjero? ¿A uno cerca o al más estranjero de todos? ¿Ande se fue? ¿Lo qué? ¡Allí va usté, grosero!” Todos los viernes a las 21 se presentará un ciclo de narración oral, Ana Padovani Cuenta Hoy, en La Biblioteca Café (Marcelo T. de Alvear 1155). El ciclo empieza con Vida y milagros de Niní Marshall, un recorrido por los amores, ilusiones, vicisitudes y logros de la gran dama del humor, donde no podían faltar –además de Catita– Cándida, la Niña Jovita, Doña Pola y Mónica, entre otras criaturas inolvidables. Cada viernes desplegará un universo narrativo diferente. El 9 de enero estará dedicado a Fontanarrosa, Dolina y otros nuestros, un itinerario que incluye cuentos de Silvina Ocampo, Ana María Shua, Marco Denevi y Luis Pescetti. El 16 llegará Julio Cortázar, un gran cronopio; el 23, Clásicos de terror y humor con relatos de Anton Chéjov, Woody Allen, Horacio Quiroga y H. P. Lovecraft. Para el cierre, el viernes 30, Padovani se dará el gusto de elegir sus cuentos y autores predilectos.
“El espectáculo de Niní lo he hecho en otras oportunidades, lo mismo que clásicos de terror y humor, que en realidad es una versión de La voz del terror sin la puesta en escena que tenía. Los clásicos están siempre vigentes”, subraya la actriz y narradora oral a Página/12. “El que armé especialmente para esta oportunidad es Fontanarrosa, Dolina y otros nuestros. Las temáticas que abordan estos escritores tienen que ver con historias que se escuchan en la ciudad; cuentan cosas que nos pasan a los ciudadanos que transitamos por las acaloradas calles de Buenos Aires.”
–¿Qué tiene Niní Marshall que perdura a través del tiempo?
–Yo he comprobado que funciona también con chicos y para mí ha sido una gran sorpresa. Y funciona en otros países de habla hispana. Por lo menos en España y en Ecuador. Me acuerdo de que a Cándida la hacía con pánico y cuando terminé, se me acercó un señor y me dijo: “Esa es mi tía”, y me empezó a contar cuentos de su tía. Lo mismo me pasó en Ecuador con Catita. Una señora me trajo un cuento de una vecina para que lo agregara a Catita. Yo creo que el humor de Niní es universal, estoy segura de que se podría hacer una versión inglesa o rusa de Catita.
–¿Cómo fue su encuentro con Niní?
–Fue a fines de los ’80, cuando decidí hacer el primer espectáculo para adultos. Yo narraba grandes autores, como Saki o (H. P.) Lovecraft, y me sugirieron que incluyera un texto de Niní. Yo siempre había jugado con los personajes de Niní, pero jugaba para mí. Pedí autorización a Argentores y cuando me la dieron le mandé una invitación a Niní con la tranquilidad de que no iba a venir. Y sin embargo vino a un sótano, a Liberarte. Yo me estaba preparando y me avisaron que estaba Niní entre el público. No lo podía creer: ¡salté de la alegría! Me aclararon que ella había llegado muy temprano para que no dijeran que estaba y que no podían fotografiarla. No se hubiera podido porque yo no tenía ni fotógrafo. Ella estaba sentada en la primera fila, acompañada por una señora. Cuando terminé y todo el mundo me aplaudía, Niní se acercó, así muy tímida como era, me agarró de las manos y me dijo: “¡Qué ac-triz!, ¡qué ac-triz!...”. Cómo Niní me dijo eso, ¿no? Me emociono hasta hoy cuando lo cuento.
La voz de Padovani vibra al compás quebrado de la emoción. Cierra los ojos para contener las lágrimas y ese llanto asordinado que sube por la garganta. “Niní es mi madrina. Tuve una muy linda relación con ella; hablábamos mucho por teléfono. No tengo palabras para decir lo que fue Niní para mí. Era una persona muy excepcional. Era duro hablar con ella porque ya había tenido un ACV y perdía las palabras: ‘Ay, Ana, discúlpeme, pero no encuentro la palabra’, me decía. Siempre la incluí entre los grandes autores, para mí es una mujer de una gran inteligencia que merece estar al lado de Saki o Lovecraft. Hice espectáculos con textos exclusivamente de Niní. Ahora cuento su vida y voy haciendo los personajes en la medida en que aparecieron y que ella los fue gestando –explica Padovani–. Niní fue una mujer muy luchadora; en los años ’30 se separó de su primer marido cuando descubrió que era un jugador. ¡Fijate qué visionaria, como no se casaba en la Argentina, nunca tuvo problemas para separarse! Empezó a trabajar y se abrió camino sola, incluso con sus personajes. Al principio, en Radio El Mundo le decían que no podía tener un programa sola porque era una mujer. Niní supo luchar con una nobleza de recursos que es digno que se sepa.”
De los entrañables y desopilantes personajes de Niní, la narradora oral prefiere a Catita, la típica “chusma de barrio” hipercrítica con batón y ruleros. “Cuando me he visto en dificultades, le pedí una mano a Catita y siempre me ha tendido la suya. Cuando pasaba la gorra, la pasaba como Catita porque era la única que podía decirle a la gente que no fuera tacaña, que no doblara el codo. Le estoy muy agradecida a Niní que tuvo la visión de crear a Catita.” ¿Qué más se le puede decir a la gran dama del humor argentino? “Tengo una postal que me mandó, en la que me deseaba felices fiestas. Niní ya no podía escribir y se la escribieron, pero firmó muy temblorosa, puso Niní, y besó el papel. Así que tengo los labios de Niní, en una postal, para siempre.”
* Todos los viernes de enero (2, 9, 16, 23 y 30) en La Biblioteca Café (Marcelo T. de Alvear 1155). Entrada: 80 pesos.
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