Miércoles, 6 de mayo de 2015 | Hoy
CULTURA › EL MINISTERIO DE CULTURA LANZó LA PLATAFORMA DIGITAL DEL MICA
La tercera edición del Mercado de Industrias Culturales Argentinas se realizará en septiembre en el Centro Cultural Néstor Kirchner, pero con la nueva plataforma los interesados pueden inscribirse, generar un perfil y solicitar las entrevistas con los interlocutores que deseen.
Por María Daniela Yaccar
Se acerca un nuevo MICA. La tercera edición del Mercado de Industrias Culturales Argentinas se realizará en septiembre en el Centro Cultural Néstor Kirchner, en la ciudad de Buenos Aires. Una instancia previa se incorporó para esta ocasión: con el objeto de que las rondas de negocios entre productores, gestores y empresarios sean más fructíferas y dinámicas, el Ministerio de Cultura lanzó una plataforma virtual, en la que los interesados pueden inscribirse, generar un perfil y solicitar ellos mismos las entrevistas con los interlocutores que deseen. Antes, eran los coordinadores de cada área del MICA –música, diseño, artes escénicas, audiovisuales, editorial y videojuegos– los que generaban los cruces en las rondas de negocios.
Entonces, los emprendedores del país que quieran participar de las rondas ya pueden completar un formulario en www.mica. gob.ar, para en unos meses seleccionar las reuniones que deseen concretar. También serán invitados por otros, claro. “En las ediciones de 2011 y 2013 vimos que las rondas tenían un valor muy importante en términos formativos y que en ellas se fogueaban los que no tenían mucha experiencia. Pero nos costaba encontrar bien el novio: quién con quién”, resume la directora nacional de Industrias Culturales, Natalia Calcagno. “La plataforma implica que cada emprendedor tenga que inscribirse cuanto antes, cargando su perfil productivo. Se van a ir cargando, también, los compradores internacionales que asistan”, explica. En julio iniciará la etapa interactiva: la posibilidad de solicitar y aceptar entrevistas. “La idea es llegar a septiembre con las agendas creadas”, dice Calcagno.
Sucede que las rondas de negocios duran aproximadamente veinte minutos. La idea, entonces, es que esos diálogos sean más fructíferos. La iniciativa surgió de encuestas y entrevistas realizadas a los participantes del MICA. Hay un antecedente en el Mercado de Industrias Culturales del Sur (MicSur), un espacio similar al MICA, pero a nivel regional, en el que en mayo del año pasado se probó una plataforma virtual. “Fue una instancia más con menos pasos, pero que mejoró la performance de la ronda”, sostiene Calcagno. “Se abre la posibilidad de ir intercambiando antes de la ronda: se pueden mandar mensajes, enviar documentos, hacer preguntas.”
Respecto de la tercera edición del mercado, la funcionaria –que asumió en octubre del año pasado, en reemplazo de Rodolfo Hamawi– destaca que “hay mucha expectativa”. “El MICA ya tiene vida propia. Los que hacen cultura lo conocen. Les interesa, les sirve, quieren participar. Está instaladísimo y sobre todo en el interior del país. Logramos esa idea de que la industria cultural está en todas partes, no sólo en la ciudad de Buenos Aires, donde están las grandes transnacionales. En las provincias, el MICA es un momento esperadísimo para concretar negocios, hacer contactos, intercambiar ideas y generar redes. Nuestro país tiene una diversidad cultural enorme, con una calidad extraordinaria. A veces el mainstream no lo muestra. Y si no te lo muestran no podés elegir”, define Calcagno, quien hasta su desembarco en Industrias Culturales era la responsable del Sistema de Información Cultural de la Argentina (Sinca), organismo que dirigió desde su creación, en 2006. “El MICA es una ventana para que los argentinos conozcan la cultura que no muestra el mainstream”, concluye. Durante los cuatro días que durará el Mercado –del 3 al 6 de septiembre– habrá, también, talleres, showcases, conferencias, capacitaciones, charlas magistrales, exhibiciones y espectáculos.
–¿Qué sectores han cobrado mayor protagonismo en el MICA?
–El audiovisual tiene un lugar importante, pero no protagónico, porque ya existen el Incaa y un montón de políticas de fomento por parte del Estado. Si bien en las provincias aparecen productores a los que les viene muy bien, es menor el protagonismo si lo comparamos con la música y el diseño, sectores tremendos dentro del MICA. Los videojuegos también han tenido un rol protagónico y este mercado es la única instancia donde cultura los mira. Se los suele mirar desde el software, pero tienen un componente cultural altísimo. Son creadores de símbolos y de valores. El desarrollo de videojuegos es una industria muy incipiente en nuestro país, pero hay mucho talento y capacidad.
–¿El MICA viene también a destacar la importancia de la cultura en la economía argentina?
–Hay cifras concretas: el 3 por ciento del PBI es cultura, es similar a la energía. Genera 70 mil millones de pesos anuales y medio millón de puestos de trabajo. Es un sector económico de peso, pero altísimamente concentrado. Por eso, desde el Estado empezamos a mirar las industrias culturales e intervenir. La concentración puede llevar a prácticas monopólicas, a afectar la calidad y los precios. Y en la cultura nos lleva al pensamiento único. Pocos contenidos es poca diversidad y poco ejercicio del pensamiento crítico. Hablar de negocios en la cultura es importantísimo: las grandes empresas lo tienen claro. La levantan con pala haciendo contenidos culturales. Los pequeños productores tienen que incorporarse a esa lógica. Primero, porque podrán vivir de lo que hacen y van a hacerlo mejor. También porque eso va a impactar en la diversidad y en el derecho a la cultura.
–¿La fuerza de la producción cultural independiente es similar en toda la región?
–En toda la región hay todo tipo de expresiones, variedad y calidad. Lo particular de la Argentina es que no tiene una especialización en un lenguaje, sino que se especializó en todos: su tradición cultural es enorme. Esto viene desde el peronismo, desde los años ’40. Se empezó a desarrollar la industria audiovisual. Y con la Guerra Civil Española y el exilio del franquismo se generó un polo editor enorme. La música es una industria que históricamente ha tenido un lugar importantísimo. Hay buena calidad y diversidad en todos los sectores; otros países, en cambio, se han especializado en uno determinado.
–¿De qué manera la tecnología está alterando la noción de “industria cultural”?
–La tecnología es el gran tema a reflexionar, marca los desafíos que nos quedan para adelante, tanto a los productores como al Estado. Porque está revolucionando todos los sectores, lenguajes y eslabones de la cadena: la creación, la serialización y el acceso. Por un lado, se hace más económico producir cultura. Es más fácil grabar un disco, imprimir un libro o diseñar. En cuanto a acceso y distribución, Internet es el lugar donde todo está y pareciera que no necesitamos de intermediarios. Pero el desafío tiene que ver con el rol de los recomendadores en Internet. Los conocimientos a los que los argentinos acceden son los que recomiendan Google, YouTube y Facebook. Por ende, la concentración tendería a reproducirse en el mundo digital. Esta aparente oportunidad de democratización también sigue las leyes del mercado. Otro punto es la cuestión económica: en el mundo digital el autor no cobra. La tecnología cambia lenguajes, sentidos, costos y miradas. Pero la cultura sigue siendo un negocio. Tenemos que mirarlo desde ahí para entenderlo y para que esto no nos lleve puestos.
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