Miércoles, 6 de mayo de 2015 | Hoy
CARLOS PINO PRESENTARá CONTRAOLVIDO EN HASTA TRILCE
Cerca de cumplir 75, el tenor chaqueño que fuera parte de Los Trovadores del Norte tiene disco flamante y mostrará sus canciones mañana.
Por Cristian Vitale
El único momento en que Carlos Pino invierte en pausas es exclusivamente para “chuparse” algún mate. El resto de la charla con Página/12 trasciende en palabras, presentes y rémoras. En un vaivén temporal en que el histórico tenor chaqueño de Los Trovadores del Norte se pasea por momentos salpicados de su vida, un devenir que es intenso y prolongado. Que empezó allá por 1956, cuando lo hicieron parte del quinteto coral que picó en punta durante buena parte de los ’60 y los ’70, que continuó con intentos varios de reflotar aquella mística –el cuarteto Melipal, por caso, o Entraña de árbol o Tiempo de cosecha, sus anteriores trabajos solistas–, y que confluye en un hoy en el que casi 75 años no fueron obstáculo para publicar un nuevo disco (Contraolvido) y presentarlo mañana en Hasta Trilce (Maza 177). “Cada vez que me pongo a pensar mi historia, tengo cosas para contar a rolete”, enmarca este cantor y compositor, que el pequeño pueblo de Colonia Baranda entregó al mundo el 25 de mayo de 1940. “¿Qué decir de Contraolvido?”, remarca. “No sé... En principio, que es un texto de Rafael Ielpi que musicalicé y que él transformó en algo sutil, porque habla del amigo desaparecido y deja entrever su causa. Con mucha sutileza, da a entender de una manera muy tierna lo terrible de la dictadura y vino ideal para ponerle un nombre al disco... Es una palabra fuerte, como para no olvidar lo que sucedió.”
Y lo que sucedió, más allá del sentido específico del tema –las rémoras pesadas de la dictadura y sus estelas– se relaciona con un trayecto musical de sesenta años que tornan a Pino una de las figuras vivas más importantes de la música de raíz folklórica argentina, especialmente la vinculada con el litoral. Una voz que no sólo fue parte intrínseca de la primera formación de Los Trovadores del Norte, junto con Bernardo Rubin, Francisco Romero, Yolanda Pedernera y Enrique Garea; que publicó varios discos con tal grupo (Puente Pexoa, Los oficios de Pedro Changa con Armando Tejada Gómez, por nombrar algunos) que resistió a la primera separación acotando el nombre al grupo (Trovadores a secas) y que luego formó Melipal, como una continuidad de aquellas agrupaciones. “Los Trovadores tuvimos un momento muy lindo, de gran éxito... Reventábamos el Gran Rex tres veces por semana, después íbamos a un festival de jineteada por el campo ¡y también nos pasábamos firmándoles autógrafos a los gauchos! La conclusión es que pudimos llegar a gente de todas las clases sociales. Siempre digo que lo que aprendí y conservo hasta hoy está totalmente unido a mi experiencia con Los Trovadores”, determina Pino.
–¿Incluso en Contraolvido? Han pasado muchos años...
–Sí. Básicamente, porque les doy mucha importancia a los textos. Cuando doy un recital, siempre cuento las historias de los temas, porque mis canciones son todas historias, como la de “Para ir a buscarte”, que es la de Ariel Petrocelli y su mujer. U otros temas dramáticos como “Santa Fe al Norte”, que se basa en historias reales sobre los obrajes de esa zona del país, que yo viví en carne propia.
–O la de “Entraña de árbol”, que pensó y musicalizó para esa gran obra de Tejada Gómez que fue Los oficios de Pedro Changa.
–Fue súper importante eso. Tejada nos “obligó” a todos los Trovadores a musicalizar sus textos. Así nació el disco, que está referido a los peones golondrina, que iban y venían con sus familias a las cosechas de algodón en el Chaco, o la siembra de maíz en La Pampa. Por ahí demoraban seis meses para volver a sus casas con unos pesos y eran santiagueños, tucumanos, catamarqueños... En un momento, Tejada me llamó y me dijo: “Negro, necesito que el Pedro Changa pase alguna vez por el Chaco”. A mí no me salía nada, hasta que me llevó a tomar un café con él, me pidió que le cuente dónde había nacido, y este bestia escribió esa bellísima canción que es “Entraña de árbol”. Yo le puse música, la grabé y la canté.
–“Verde yerbatal” y “La juntada” completan la tríada de composiciones que usted le brindó a Tejada en ese disco.
–Sí, pero “Entraña de árbol”, que después usé para titular un disco mío, es redondito. No me di cuenta en ese momento, porque el músico generalmente no puede prever qué resultado de determinada canción.
–Ninguna de estas canciones está en el disco como versión, pero sí hay otras y la mitad son chamamés: “Tiempo de Ymawaré”, por caso.
–Lo del chamamé es porque fue la primera música que escucharon mis oídos en el Chaco. Estoy hablando de momentos en que no había radios en el pueblito donde yo vivía. El que tenía radio era un privilegiado, y yo andaba siempre por ahí (risas), y así empecé a cantar. Entonces, cuando canto chamamé, lo canto en el modo que se hacía en esa época. No lo perdí y eso me favorece. Respecto del que usted nombra, es muy importante para mí, porque es lo único que escribió mi hermano Gregorio. El cuenta las vivencias que teníamos en el Chaco cuando éramos chicos: el monte, las víboras, los frutos del monte que comíamos, las avispas que daban miel, los hacheros... Y también está “Milonga para un amigo ausente”, que está dedicada a Jorge Cafrune. No muchos la pegan cuando la escuchan, pero es para él. ¿Quién tenía lo blanco de los ojos que resaltaban tanto, si no?
–“Es una de las grandes voces, ya sea por su color como su repertorio”, dijo Jorge Fandermole sobre su forma de cantar. ¿Acuerda?
(Risas) –Nos admiramos mutuamente con Jorge. Un día le pregunté cómo había conocido a Los Trovadores y me dijo “Negro, yo me iba a los recitales, me cruzaba de brazos al pie del escenario y los escuchaba”. Lo que puedo decir sobre mi voz es que nunca estudié, me viene natural. Sí ocurría que con Los Trovadores nos juntábamos y hacíamos ejercicios de vocalización, y eso se nota la versión de “Cielito mío”, que incluí en este disco, pero que pertenece a aquella época. Se nota ahí que mi voz está medio engolada, impostada, porque está hecha con Los Trovadores. Pero cuando me puse a cantar sólo abrí un poco más el sonido, aunque el registro es el mismo que cuando tenía 20 años. A veces me preguntan cómo hago para cuidar la voz y la verdad es que no tengo la más mínima idea: me gusta el vino, me gusta el whisky, fumo y me como todo lo que me ponen en la mesa.
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